Cómo Francia convierte inflación en deuda pública

  • El gigante eléctrico EDF sirve como herramienta para reducir dos puntos la inflación a cambio de aumentar la deuda pública

  • EDF usa gas a precios de mercado pero vende electricidad a una tarija fijada por el Gobierno que no tiene en cuenta la subida de los precios de la energía

  • La diferencia la asume la empresa, pública, como deuda

El pasado 6 de julio el Gobierno francés anunció que compraba el 16% de las acciones del gigante eléctrico EDF, un quasi-monopolio en Francia. Esta semana se supo que el Gobierno ofrece a los inversores privados que tenían ese 16% un máximo de 12 euros por acción, un 53% más que la cotización de las acciones de la empresa la víspera del anuncio. Al Estado francés le costará 9.700 millones de euros recuperar ese 16%.

La nacionalización total de EDF constata dos fracasos. El primero es para el presidente Emmanuel Macron, que empezó su primer mandato prometiendo la liberalización de la empresa. Antes de la pandemia ya tuvo que congelar sus planes, que ahora van en el sentido opuesto a pesar de que la Comisión Europea siempre prefirió la liberalización del sistema eléctrico francés.

El segundo fracaso es del propio sistema. EDF se basa en la energía nuclear. Durante años fue una máquina bien engrasada pero el parque nuclear envejece, las inversiones para prolongar la vida de los reactores no son atractivas para los inversores privados porque difícilmente las amortizarían y los planes de Macron para construir nuevos reactores se limitan a seis para un parque que tiene 56 reactores y que entre 2029 y 2035 tendrá que cerrar 14 reactores.

Francia necesita inversión en nucleares

El parque nuclear francés necesita un masivo plan de construcción de reactores si Francia quiere seguir siendo la potencia nuclear que es hoy. En los años 80 y 90 se conectaron a la red la inmensa mayoría de los hoy en funcionamiento. Tres en 1979, seis en 1980, ocho en 1981, cinco en 1983, cuatro en 1984, seis en 1985, cuatro en 1986, cuatro en 1987, cuatro en 1988, dos en 1989. El fin de esa década constató el frenazo. En 1990 se conectó uno, en 1991 se conectaron dos, en 1994 otro. Desde 2002 no se conecta ninguno a la red, hace ya 20 años.

Los enchufados en los años 80 cumplen los 40 años esta década y deberán hacer reformas multimillonarias para cumplir con la normativa europea actual, de 2014, post-Fukushima. Pero los inversores privados no quieren invertir en renovaciones y la construcción de nuevos reactores encalla. 

Flamanville, que debía ser una especie de piso piloto, es casi una humillación. De 3.800 millones y cinco años va por 21.000 millones y 15 años. Todavía no funciona. Su hermano mellizo, Olkiluoto 3, en Finlandia, se presupuestó en 3.000 millones y 5 años y ha tardado 20 años y 9.800 millones. En la Comisión Europea piensan que “la nacionalización completa es la única forma de asegurar EDF y la producción eléctrica”. Si Francia quiere seguir teniendo en un par de décadas un gran parque nuclear tendrá que seguir haciendo una inversión pública cuyos costes actuales sólo justificarían tarifas mucho más caras de las que cobra a los hogares franceses.

La calificadora de riesgos Standard & Poors, en una nota publicada tras el anuncio de la nacionalización de lo que quedaba de EDF en manos privadas, dijo que la empresa podría acumular a finales de año más de 100.000 millones de euros de deuda. ¿Por qué EDF parece una ruina cuando la inmensa mayoría de las eléctricas europeas tiene beneficios récord? Den la vuelta al calcetín para dar con la respuesta. ¿Por qué Francia tiene una inflación (6,5% en junio) dos puntos por debajo de la media de la Eurozona y de Italia, 3,5 puntos por debajo de España, 1,8 puntos por debajo de Alemania, casi 4 puntos por debajo de Bélgica?

EDF es propietaria de las nucleares y como tal tiene costes de operatividad pero toda esa energía generada por la nuclear (ahora mismo hay 27 de 56 reactores en funcionamiento) no la paga y la mayoría de los reactores están amortizados.

La ley le obliga a vender una parte a comercializadoras de energía para así respetar unas mínimas normas de libre competencia. Pero le obliga a hacerlo a un precio fijo de 42€ el Mwh. Hasta hace años, con la mayoría de los reactores nucleares funcionando y sin apenas importar gas para ciclos combinados porque la nuclear suplía más del 70% del consumo eléctrico francés en invierno y daba para exportar en verano, el Gobierno jugaba con las tarifas para que EDF no perdiera o ganara mucho. Todos felices. EDF no perdía dinero, las comercializadoras privadas ganaban algo y los ciudadanos pagan barata la luz.

Los problemas en el parque nuclear pusieron el primer palo en las ruedas. Los precios disparados del gas en los mercados mayoristas las bloquearon. Ante la falta de la mitad de la generación nuclear EDF empezó a usar cada vez más gas. Cada vez más caro. Al contrario que en veranos anteriores, cuando EDF exportaba a los países vecinos, ahora mismo importa a precios de mercado todo lo que las líneas eléctricas permiten desde Alemania, Inglaterra, Suiza y España. Sin esas importaciones ya hubieran empezado los cortes de luz controlados para evitar un apagón.

Cómo reduce la inflación

Asumía los precios del gas en los mercados mayoristas pero por ley no podía repercutirlos ni en las comercializadoras ni en la factura de la luz de los hogares. Empezó a ingresar así menos de lo que gastaba hasta que este año esa diferencia se cuenta por decenas de miles de millones de dólares.

Al no repercutir en los precios, la subida de la luz no afecta a la inflación en Francia. Fuentes de la Comisión Europea estiman que por eso Francia podría tener esos dos puntos menos de inflación que la media de la Eurozona. El juego, que siempre funcionó así con EDF, sirve ahora para reducir inflación a cambio de aumentar la deuda pública.

Todos los gobiernos europeos buscan fórmulas para hacer que los hogares paguen menos por la luz. España y Portugal optaron por el tope al gas. Bélgica pagó en mayo 100 euros de la factura de cada hogar. También hay cheques en Alemania. Francia no necesita hacer eso y los franceses siguen pagando mucho menos por lo que esas subidas no se repercuten en presión inflacionaria.

Así funciona el sistema en Francia

El sistema funciona así ahora mismo. EDF vende a las comercializadoras a 42 euros el Mwh, porque así lo decidió el Gobierno. Los ciudadanos pagan una tarifa fija anual según la potencia suscrita. La más común es de 6 Kwh. Por esa potencia pagan 136,12 euros al año. A partir de ahí se les facturan 0,1740 euros por Kwh consumido. Porque así lo decidió el Gobierno. EDF calcula que el consumo medio para una vivienda de 70 m2 es de entre 5.000 y 7.000 kwh al año según la calidad de su aislamiento térmico. 

Pongamos una vivienda de 70 m2 que consuma la media, unos 6.000 kwh al año. Ese hogar pagaría los 136,12 euros de abono anual y 1.044 por consumo (0,174 euros por cada kwh) = 98,3 euros al mes. Teniendo en cuenta que en ese consumo entra también el gasto de calefacción, porque en Francia las calderas y termos son mayoritariamente eléctricas, los franceses estarían pagando este año de media mensual menos de 100 euros por luz y calefacción. Sus vecinos belgas en una situación similar pagarían ya cerca de 300 euros por lo mismo. Esa diferencia, creen en Bruselas, es la explicación a los dos puntos menos de inflación que tiene Francia con respecto a la Eurozona.