Kim Jong-un y las incógnitas de su ansia nuclear

  • Corea del Norte aumenta su actividad nuclear en la semana en la que Seúl y Washington realizan sus mayores simulacros aéreos

  • Pyongyang podría estar buscando mejorar su tecnología para amedrentar a Estados Unidos en un futuro próximo

  • Aislados completamente desde el inicio de la pandemia, los norcoreanos podrían estar presionando para que se levantes las sanciones contra ellos

La invasión de Rusia a Ucrania y la amenaza de una guerra nuclear ha elevado los niveles de sensibilidad a cotas no vistas desde el punto álgido de la Guerra Fría. Los 13 días que duró la crisis de los misiles en Cuba durante 1962 o el ejercicio militar realizado por la OTAN en 1983, en el que se simuló un ataque nuclear que encendió las alarmas en la antigua Unión Soviética, son dos episodios que pusieron en alerta al mundo. Hasta el periodo actual, no se había vivido una inestabilidad tal, y en tantos frentes. El temor a una escalada bélica global no sólo procede de la retórica nuclear usada por Vladimir Putin durante la ocupación ilegal del país vecino, de la inquietud que provoca la confirmación por parte de China de que sería capaz de “usar toda la fuerza” para invadir Taiwán o de la protección que Estados Unidos ha prometido brindar a los taiwaneses en lo que desencadenaría un inevitable efecto dominó. Además, a este periodo de inestabilidad se ha unido Corea del Norte, cuyo presidente, Kim Jon-un, ha dado el visto bueno para lanzar decenas de misiles que han puesto en jaque a Corea del Sur y a Japón. 

El miércoles se batieron dos récords: Pyongyang lanzó 23 proyectiles, algo nunca visto desde la Guerra de Corea en 1945 y uno de ellos, un misil balístico intercontinental con capacidad nuclear, cayó a 60 kilómetros de la costa de sus vecinos del sur. Seúl activó los avisos de ataque antiaéreo e incluso lanzó sus propios misiles en respuesta. El jueves, otro misil balístico hizo que las alarmas saltaran en dos prefecturas de Japón: Miyagi y Yamagata, ubicados a 420 km y 380 km al norte de Tokio respectivamente. A primera hora de la mañana, los canales de televisión interrumpieron sus emisiones para urgir a la población a que buscaran refugio. Las estridentes alarmas antiaéreas también advirtieron de lo propio a sus residentes. Poco después, todavía con el susto en el cuerpo, la ciudadanía recibió la noticia de que el misil lanzado por Corea del Norte no había sobrevolado espacio aéreo nipón y había caído en el Mar de Japón sin que los radares lo hubieran identificado. 

Una de las grandes incógnitas de esta escalada militar protagonizada por Pyongyang es dónde estarán sus límites y cuáles son las intenciones reales de lo que tanto sus vecinos y Occidente interpretan como provocaciones constantes. En definitiva, ¿por qué están llevando a cabo estas acciones de una manera tan obvia y constante? ¿Qué anhela Kim Jong-un?

En marzo, justo cuando Corea del Norte probó su primer misil balístico intercontinental desde 2017, Sue Mi Terry, exanalista de la CIA y directora del Centro de Historia y Política Pública de Corea de la Fundación Hyundai Motor-Corea del Wilson Center, avisó de que los experimentos de Kim Jong-un no habían hecho más que empezar. “La invasión rusa de Ucrania sólo redoblará la determinación del líder norcoreano Kim Jong-un de ampliar su arsenal nuclear”, avisó en Foreign Affairs. “Hay razones de sobra para preocuparse de que Corea del Norte siga realizando pruebas de misiles, una prueba nuclear u otras provocaciones en el próximo año”. Los pronósticos se están cumpliendo. 

La batalla de la intimidación

Sue aludía entonces a varias razones. Una de ellas es que hay precedentes que indican que cada vez que hay un nuevo presidente en Corea del Sur, el líder norcoreano le da la bienvenida a base de amenazas. Yoon Suk-yeol dejó claro durante su campaña electoral y tras su elección en marzo de este año que llevaría a cabo una firme política contra sus vecinos del norte, por lo que podrían repetirse eventos como los acaecidos en 2013, cuando el también conservador, Park Geun-hye-Kim, presenció el tercer ensayo nuclear de sus vecinos poco antes de su toma de posesión. La expectativa con Yoon en el poder es que se acerque más aún a EE.UU., algo que ya prometió durante su campaña electoral. En aquel momento confirmó que intensificaría los ejercicios militares y el despliegue de lanzadores antimisiles, dos aspectos que suelen ser tomados por el líder norcoreano como una provocación. Si la retórica de Yoon es la de intentar acercarse a Corea del Norte ofreciendo ayuda humanitaria a un país cuyo hermetismo se ha multiplicado al seguir completamente aislado desde el comienzo de la pandemia e intentando encontrar puntos comunes con sus vecinos, lo cierto es que su intención de disuadir las ansias nucleares de Kim Jong-un sigue siendo la mayor prioridad en política exterior. Los ejercicios militares conjuntos de las fuerzas surcoreanas y estadounidenses son asiduos, y el que han llevado esta semana ha sido tildado como “el más grande jamás llevado a cabo”, después de que se hayan usado 240 aviones en 1,600 misiones. Si este tipo de simulacros suelen ser criticados severamente por Pyongyang, esta ocasión no ha sido menos. Este jueves, la agencia de noticias estatal norcoreana KCNA informó que el Gobierno norcoreano ha apuntado con el dedo a EE.UU. y Corea del Sur por haber “tomado una decisión muy arriesgada y equivocada al ampliar los simulacros de la fuerza aérea. Ambos países sabrán el terrible error que han cometido”, finalizó la cita.

Tras otros ejercicios militares entre ambas naciones aliadas llevados a cabo a mediados del mes pasado, Yoon fue categórico con la respuesta norcoreana, que como en esta ocasión, también incluyó pruebas de misiles balísticos. “Corea del Norte está desarrollando y mejorando constantemente sus armas nucleares y planteando amenazas nucleares no sólo a nuestra República de Corea, sino al mundo. Creo que no tiene nada que ganar con las armas nucleares”, señaló el presidente surcoreano. 

Kim Jong-un tiene a EE.UU. en la mira

Si le buscan o no las cosquillas a Kim Jong-un o si estos ejercicios militares protagonizados por Washington y Seúl son una consecuencia directa de las amenazas norcoreanas, suponen dos de las cuestiones fundamentales del juego geopolítico actual, donde ni los buenos son tan buenos ni los malos lo son tanto hasta que uno de los dos aprieta el gatillo. Mientras tanto, las teorías sobre qué intenciones tienen unos y otros tratan de ofrecer algo de luz, al tiempo en que alimentan dos perspectivas enfrentadas. Otra de las especulaciones occidentales sobre por qué Kim Jong-un está lanzando misiles balísticos intercontinentales con capacidad de portar ojivas nucleares apunta a que este año se cumple la primera década del líder norcoreano en el poder y que este tipo de pruebas nucleares son una manera de hacerse notar en el contexto global, de alimentar su ego y de superar sus inseguridades a base de demostraciones de fuerza. 

El corresponsal en Tokio de la BBC, Rupert Wingfield-Hayes, ha indicado que una de las razones por las que Corea del Norte está ejecutando tantas pruebas de misiles debido a la cercanía con las elecciones legislativas de EE.UU, que se celebrarán este martes 8 de noviembre. “El líder norcoreano, Kim Jong-un, espera que la exhibición de sus capacidades militares centre la atención en la capital estadounidense”, menciona. También cita a analistas que opinan que las amenazas de Pyongyang podrían significar que se está preparando para “algo más grande, como una prueba nuclear, una prueba completa de misiles balísticos en el Pacífico o las dos cosas”, añade. 

“Todo este ruido tiene un objetivo político. Es un patrón que Pyongyang utilizó en 2010 y de nuevo en 2017. Primero, aumentar las tensiones hasta un nivel aterrador, y luego pedir el compromiso y las concesiones de Corea del Sur, Japón y Estados Unidos. Es casi seguro que Pyongyang está haciendo lo mismo ahora”, agrega Wingfield-Hayes.

Otras hipótesis sobre las intenciones de Kim Jong-un aluden a la necesidad de perfeccionar su tecnología después de varios intentos fallidos en pruebas anteriores que le “obligan” a seguir experimentando con el objetivo, además, de reforzar su imagen de liderazgo a nivel doméstico. Sin embargo, la amenaza no es hacia Japón o Corea del Sur, sino a EE.UU., que está al alcance de los misiles balísticos intercontinentales. De esta manera, el Ejército norcoreano podría estar rumiando el séptimo ensayo nuclear para intentar amedrentar a Washington con el objetivo de rebajar las sanciones impuestas contra ellos. Corea del Norte lleva años incumpliendo la Resolución 2356 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que desde 2017 les prohibe el desarrollo de armas nucleares y pruebas con misiles con misiles balísticos. La medida adoptada por la ONU fue la de “congelar los fondos, otros activos y recursos económicos en sus respectivos territorios que fueran propiedad o estuvieran bajo el control de las personas y entidades (…) por participar en el programa relacionado con la energía nuclear de Pyongyang o prestarle apoyo”. Por el momento, el efecto está siendo precisamente el contrario.