Los 30 años en la sombra del mafioso más buscado de Italia

  • Messina Denaro, el último gran capo de los años de plomo de la Cosa Nostra, fue arrestado este lunes

  • Está entre los organizadores de algunas de las masacres de la mafia contra el Estado en los 90

  • La nueva mafia siciliana tendrá que volver a sus negocios tras estas décadas pagando un precio muy caro por su violencia

En Campobello di Mazara, las calles están desiertas, parece una ciudad habitada por carabinieri, policías y periodistas. Algunos jubilados, todos hombres, están en los bares. Fuman, toman café. Apenas ven que algún forastero se acerca se alejan. Uno incluso evita decir hola, se tapa la boca con el dedo haciendo una cremallera y no dice nada más. Una imagen vale más que mil palabras, la omertà sigue presente en el interior de la Sicilia occidental, en la provincia de Trapani donde Messina Denaro fue dueño y señor mafioso y luego prófugo sin perder su poder. En los tres escondites encontrados en este pueblo, que forman un triángulo, el gran boss guardaba objetos de lujo, papeles, teléfonos, apuntes, libros de cuentas… Hasta incluso tenía la nevera llena, la percepción de que hacía, casi, una vida normal aprovechando que de él no se conocían casi fotos es la conclusión que sacan las fuerzas del orden. Sin embargo en este lugar nadie dice haberse encontrado con él, no quieren hablar, aunque no tengan nada que esconder, solo para evitar exponerse. El poder de la mafia sigue siendo en los pueblos pequeños el de la intimidación. Se repite la frase fatti gli affari tuoi (piensa en tus asuntos), como un gran eufemismo de esta niebla espesa de silencio en este pequeño pueblo de 10 mil habitantes donde todo el mundo se conoce.

Los que “osan” responder son todos de mediana edad, unos 30 o 40 años, hablan con más soltura, pero el tono sigue siendo un poco en susurros. Dicen estar sorprendidos pero no tener miedo, se desvinculan de la imagen de Messina Denaro y se lamentan, eso sí, de que sus vecinos, el chófer, y el hombre al que el mafioso confiscó la identidad, Andrea Bonafede, se dejasen llevar por la corriente de la mala vita. Por un río de lodo. Ellos no lo definen así pero sus expresiones hablan de “ese otro lado”, esa línea que separa sus vidas normales y “esa otra vida”. Así es como se convive con la presencia de la mafia, como si la vida llevase dos ritmos paralelos, dos mundos. El alcalde de Campobello, Giuseppe Castiglione, sin tapujos, espera que se demuestre la absolución del tercer implicado, un médico jubilado que sirvió a muchos de estos vecinos durante años y que, al parecer, ayudaba a Messina Denaro. Esa es la misma percepción de Emilio, que vive a dos pasos de la casa búnker, y se siente, sobre todo, decepcionado al conocer la implicación de sus vecinos de siempre. “Sobre Messina Denaro no hemos sabido nunca nada, pero los otros eran buena gente, estamos en shock”, explica.

En su pueblo de origen, Castelvetrano, a solo 9 km de aquí y donde aún viven sus tías, el ambiente es de liberación. “Ha sido como una cruz que hemos llevado siempre colgada, solo porque por el hecho de que Messina Denaro haya nacido aquí, ahora nos sentimos liberados”, explica un trabajador del ayuntamiento. Durante días se han organizado manifestaciones en la plaza del pueblo, que cuenta con unos 30 mil habitantes, pero el jueves Giuseppe Cimarosa, sobrino del capo que renunció al destino mafioso de su familia, está acompañado solo de una decena de personas en la plaza para celebrar el arresto. “He puesto en peligro mi vida y he convencido a mi padre, que ya no está, para que colaborase con la justicia. Arriesgo cada día mi vida con la decisión de quedarme en Castevetrano pero los que tienen que irse son ellos, no nosotros”, dice. La omertà está aún muy latente, la gente evita exponerse para evitar represalias. La convivencia durante décadas con un poder tan enraizado como la mafia, la Cosa Nostra, que tiene orejas en todos lados y ejerce su amenaza especialmente en sitios pequeños, te hace convertirte en desconfiado por naturaleza.

“Es normal tener miedo, la gente quiere vivir tranquila. En una metrópoli como Palermo las cosas han cambiado, se ha ido generando una cultura antimafia que ha acogido a mucha gente desesperada. En los pueblos la cosa no es tan fácil”, así lo explica Leonardo un taxista de Palermo que reflexiona sobre la noticia de la semana y sobre el silencio de la Sicilia más profunda. En la capital la situación es diferente. En 2004 el 80% de los comerciantes pagaban el pizzo, el impuesto a la mafia, según datos de la asociación que se ocupa de apoyar a las víctimas de extorsión, AddioPizzo. “Ahora muchos menos la pagan, se ha creado una red de apoyo y la gente tiene la opción de decir que no, enfrentarse a la injusticia y poder seguir su vida incluso en ese mismo sitio. Con los años la Cosa Nostra ha entendido que cuando más usase la violencia peor era, menos margen de actuación para sus negocios quedaba”, explica Daniele Marannaro de la asociación. “Ahora el pizzo es más un intercambio. La gente que lo paga busca algo de la mafia, protección, preferencia en los mercados, arreglar problemas internos…”, añade. 

La mitad de los bienes confiscados por el Estado italiano a la mafia están en territorio siciliano. El signo de un tiempo donde la Cosa Nostra no solo era poderosa, sino que había sido la que había conseguido tener las relaciones más poderosas con la política. Camaleónica, ahora intentará volver, recuperar el tiempo que la estrategia del plomo, fallida con todos sus representantes muertos y en la cárcel tras el arresto final de Messina Denaro, les robó. Piensan en los despachos de la fiscalía que volverán a la estrategia del silencio, tras décadas donde han entendido que es sólo ahí donde se pueden hacer los negocios. La ‘Ndrangheta, la mafia calabresa, les ha robado protagonismo y es desde hace años la que mueve la droga por toda Europa y el mundo. “La Cosa Nostra continúa en una episodio de crisis que comenzó tras la era de los corleonesi, en los 90. En esos años, con el río de sangre, muertes y drama que crearon en toda Italia perdieron poder económico y tiempo. Y perdieron la batalla”, explica uno de los mayores expertos en mafia, Francesco Forgione, expresidente de la comisión parlamentaria antimafia. 

Ahora la mafia siciliana intentará recuperar terreno en la venta de estupefacientes, seguir con el juego online y mantener la red de burguesía mafiosa que durante 30 años facilitó las cosas a Messina Denaro. Abogados, médicos, empresarios con los que ha construido negocios y que sus sucesores tendrán que saber mantener. Eso sí, la época de los grandes jefes parece que, por ahora, ha llegado a su fin.