Peter Thiel en el origen de la crisis bancaria: el patrocinador del trumpismo que busca la vida eterna

  • Peter Thiel retiró sus fondos de golpe del Silicon Valley Bank y realizó un envío masivo de mensajes antes de la quiebra del banco

  • Thiel es uno de los inversores más influyentes de Silicon Valley. Ha financiado a Trump y a los candidatos republicanos más radicales al Senado

  • También financia investigaciones para prolongar la vida o proyectos para crear ciudades flotantes en aguas internacionales

“Esquiva la ley, apuñala a tu socio” es, según un biógrafo no autorizado, la norma del grupo. Parecían salidos de un capítulo los Soprano. Trajes de rayas, chaquetas de cuero, cadenas de oro, fichas y cartas de póker, puros y vasos de licor. Así se hicieron fotografiar en 2007 en el restaurante Tosca de San Francisco varios de los actuales magnates de Silicon Valley. El centro de la escena lo ocupa el ‘don’, con mirada de Michael Corleone. No es el más rico de todos, pero sí el más influyente. Algunos se han referido a él como el canario en la mina del capitalismo. Su papel en el origen de la actual crisis que afecta a los bancos de Estados Unidos y Europa es una prueba. O un aviso.

Es Peter Thiel. Hoy tiene 55 años, unos 7.000 millones de dólares, a los candidatos más trumpistas bien financiados y varias compañías bautizadas con nombres sacados de El señor de los anillos. No es como los demás tecnólogos millonarios de California. Ni salió de un garaje lleno de ordenadores ni ha alumbrado productos revolucionarios como Mark Zuckerberg, Steve Jobs o Bill Gates.

El fundador de PayPal con Elon Musk y primer inversor de Facebook es filósofo. Ha dejado su impronta en la ideología de Silicon Valley, donde abominan de cualquier regulación de sus tecnologías, a las que atribuyen una trascendencia clave para la humanidad. En el caso de Thiel, no es una exageración. “Dios trabaja a través de nosotros en construir el reino del cielo aquí y ahora en la Tierra”, escribió en 2015, en un libro que mezclaba referencias bíblicas con una defensa de la aceleración del desarrollo tecnológico.

El estratega de los secretos

Estos días se trata de determinar cuánto influyó en el origen de la actual convulsión financiera. La quiebra del Sillicon Valley Bank ha sido calificada como la primera fuga de depósitos de la historia fraguada en redes sociales. Thiel contribuyó, precisamente, con un envío masivo de mensajes en los que llamaba a retirar sus fondos del banco. Difundió lo que era un secreto a la vista de todos: el banco apenas tenía asegurados los depósitos de sus clientes y había invertido demasiado en bonos a largo plazo, que perdían valor a toda velocidad por la escalada de los tipos de interés. Sólo faltaba que alguien influyente diera el primer paso.

Thiel sacó todo el dinero de su fondo de inversión, aunque asegura que dejó 50 millones de dólares de su fortuna personal. Su movimiento precipitado y sus mensajes llamaron la atención de otros que lo imitaron. El llamado “banco de las startups” no resistió tantas órdenes de retirada de efectivo y los últimos en moverse se quedaron atrapados.

El secreto se había roto. “Todo gran negocio se construye sobre un secreto que está escondido al exterior (…) Un secreto es una información importante sobre el mundo que otras personas no perciben”, ha dicho Thiel en algunas ocasiones.

Lo que no le gusta es que revelen los suyos. Por eso acabó con el medio Gawker. Sus dueños publicaron que Thiel era “totalmente gay”, así como datos de su fortuna y lo describieron como “un ejecutivo que invierte en sueños raros sobre una raza superinteligente”. Él se vengó cuando Gawker publicó un vídeo sexual del popular luchador Hulk Hogan. Financió con varios millones de dólares la ofensiva legal de Hogan y arruinó a la web de noticias.

Financiador del trumpismo

“Estoy orgulloso de ser gay”, diría tiempo después ante la Convención Nacional Republicana que consagró como candidato a Donald Trump. Formó parte del equipo de transición del expresidente, después de haber aportado fondos para su campaña de 2016, y comparte con él su aversión al multiculturalismo, a la globalización y a lo que llaman “corrección política”.

Thiel nació en Alemania en 1967 y emigró con su familia de niño a Estados Unidos. Brillante desde la escuela, quedó hechizado en su juventud por Ronald Reagan y las historias libertarias de Ayn Rand. Desde entonces ha defendido y financiado candidatos trumpistas al Senado. También varias causas consevadoras, incluidas algunas tan utópicas (o distópicas) como crear, junto con un nieto de Milton Friedman, ciudades libertarias flotantes en mitad de aguas internacionales.

El credo de un libertario

“Ya no creo que la libertad y la democracia sean compatibles”, escribió en 2009. Adivinen, puestos a elegir, con cuál se queda este hombre que considera que el voto de las mujeres convirtió la democracia capitalista en un oxímoron y que detesta la expansión del estado del bienestar. “Creo en la libertad humana auténtica como precondición del mayor bien. Me opongo a los impuestos confiscatorios, a los colectivos totalitarios y a la ideología de la muerte inevitable de cada individuo”.

Han leído bien. Que todos morimos para él no es un hecho, es una ideología. Thiel le está echando un pulso multimillonario a la muerte invirtiendo en investigaciones para prolongar la vida. Uno de esos proyectos investiga cómo rejuvenecer mediante trasfusiones de sangre de gente joven. Como los vampiros. Ha dicho en entrevistas que tiene planeado vivir 120 años.

Thiel es uno de los apóstoles de la ideología neorreaccionaria del largoplacismo, que gana adeptos en Sillicon Valley. Hay que dejar la mayor huella en el mundo para que la humanidad siga desarrollando su potencial en el futuro. Las condiciones de vida de los billones de humanos con los que conviven importan menos. Aunque parezca contradictorio, tampoco el cambio climático es una preocupación. Basta con que una elite se salve para que lo mejor de la humanidad continúe. Y Thiel ya ha comprado terreno en Nueva Zelanda para este tipo de contratiempo.

Si alguien debe ponerse a salvo, que sea él. Así ha sucedido con el Silicon Valley Bank. También defendió en 2022 que las criptomonedas sustituirían al dinero mientras vendía todas las que tenía en cartera. Son las ironías de ‘la mafia de Paypal’, los libertarios que aborrecían los impuestos y al gobierno, pero ahora acuden al dinero del contribuyente para su rescate. ¿Lo hará Thiel con sus 50 millones atrapados? “Nadie es mejor que un capitalista a la hora de explicar lo esencial que es su riqueza para la salud de la economía”, decía en el Financial Times Martin Wolf. Peter Thiel se salvó de la quema y dejó a otros en la hoguera. Ha vuelto a ser el ‘don’ del grupo, el canario en la mina. “Esquiva la ley, apuñala a tu socio”.