El estricto protocolo para decretar la muerte del papa Francisco: del camarlengo al toque ritual

Papa Francisco
Imagen de archivo del Papa Francisco. CORDON PRESS
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El papa Francisco ha fallecido a los 88 años de edad en su residencia de la Casa Santa Marta y tras 12 años como pontífice de la Iglesia católica y jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano después de la histórica renuncia de Benedicto XVI en 2013.

Con su muerte, el Vaticano inicia un estricto protocolo para determinar su deceso y definir los pasos a seguir desde su fallecimiento hasta la elección de su sucesor.

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El papa Francisco en una imagen de archivo.

Un equipo de médicos del Vaticano examina al pontífice y certifica su fallecimiento basándose en criterios clínicos estándar, como la ausencia de respiración, latidos cardíacos y actividad cerebral.

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Después de elaborar un informe médico con la hora y causa de la muerte, ahora es el cardenal camarlengo, cargo que ocupa Kevin Farrell desde 2019, quien temporalmente administra la Iglesia en sede vacante, siendo el encargado de confirmar oficialmente el fallecimiento del papa, tal y como ha hecho y como recoge la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996. Aunque ya no se utiliza el martillo de plata con el que se golpeaba la frente del papa tres veces, el camarlengo aún puede llamar al papa por su nombre de bautismo tres veces como parte del toque ritual.

Una vez confirmado el deceso, se elabora un acta oficial que es firmada por los médicos y el camarlengo. Este documento se registra en los archivos del Vaticano y se informa al Colegio Cardenalicio, al pueblo de Roma y al mundo, destruyendo a su vez el 'anillo del pescador' para evitar falsificaciones de documentos papales. Tradicionalmente, el camarlengo anunciaba la muerte con la frase en latín: "Papa mortuus est". Ahora, el Vaticano emite un comunicado oficial.

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A partir de ahí, se inicia el protocolo de luto, exposición del cuerpo y preparación para el cónclave. Generalmente el luto dura nueve días (novemdiales), durante el cual se celebran misas y ceremonias en honor al pontífice fallecido y su cuerpo es expuesto para que los fieles puedan rendirle homenaje.

El cuerpo del difunto lo visten con los hábitos papales: sotana blanca, alba blanca, amito, estola, una casulla de color rojo -el color rojo es el color del luto papal- y mitra episcopal blanca.

El papa Francisco en una imagen de archivo.

Modificaciones

Hay que tener en cuenta que el pasado mes de noviembre el sumo pontífice modificó algunos de los ritos del funeral de los papas, buscando simplificar y adaptar las ceremonias para reflejar mejor la fe en Cristo resucitado y destacar el carácter pastoral del papa.

Tal y como se observa en la nueva edición del 'Ordo Exsequiarum Romani Pontificis', antes, la constatación del fallecimiento del papa se realizaba en su habitación privada. Con la nueva normativa, este acto se lleva a cabo en la capilla privada.

Tradicionalmente también el cuerpo del papa era enterrado en tres ataúdes: uno de ciprés, otro de plomo y un tercero de roble. Sin embargo, el papa Francisco dispuso que se utilizase un único ataúd de madera con interior de zinc, simplificando así el ritual y eliminando elementos considerados ceremoniales.

Ahora, en lugar de exponer el cuerpo del papa sobre un catafalco elevado, será presentado directamente dentro del ataúd abierto para la veneración de los fieles en la Basílica de San Pedro.

Otra modificación es la introducción de las indicaciones necesarias para una posible inhumación en un lugar distinto de la basílica vaticana, como adelantó Francisco, que aseguró que quería ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor de Roma.

El papa Francisco en una imagen de archivo.

Asimismo, durante las ceremonias fúnebres se emplearán títulos más sencillos como "papa", "obispo de Roma" y "pastor", eliminando denominaciones más formales como "Romano Pontífice". Además, se ha suprimido la figura de la "Cámara Apostólica".

Estas reformas reflejan el deseo del papa Francisco de enfatizar la humildad y el servicio pastoral del pontífice, alejándose de tradiciones que podrían considerarse ostentosas y acercando las ceremonias a las prácticas habituales en los funerales de otros obispos.

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