Guerra Israel - Gaza

El plan de Donald Trump para Gaza firmado en Egipto: “paz duradera” y “derechos humanos”, pero sin mención a un Estado palestino

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, con la firma del acuerdo de paz para Gaza en la cumbre en Sharm El-Sheikh, Egipto. Europa Press
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Donald Trump continúa centrando la atención mediática internacional tras haber encabezado ayer la histórica cumbre que selló en Egipto la declaración de paz para la Franja de Gaza. Tras el acuerdo de Israel y Hamás sobre la primera fase del plan estadounidense para el fin del conflicto en el enclave, –que tuvo también ayer su mayor representación con la liberación de los últimos 20 rehenes vivos israelíes y en la excarcelación de cerca de 2.000 presos palestinos–, la situación avanza hacia lo que Trump define como una nueva era en Oriente Próximo. Un futuro ante el que, no obstante, elude hablar de una solución de dos Estados.

“No voy a hablar de un solo Estado, ni de un doble Estado o dos Estados. Nos referimos a la reconstrucción de Gaza”, dijo Donald Trump a los medios junto al avión presidencial, dejando todo en un “habrá que ver” antes de poner rumbo a Washington para regresar a la Casa Blanca en el Air Force One.

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El plan de Donald Trump para Gaza firmado en Sharm el Sheij, Egipto

El mandatario estadounidense, que antes de partir a Israel primero y a Egipto después, ya había asegurado que “la guerra ha terminado”, llevó este mismo discurso a la cumbre internacional, donde volvió a reclamar protagonismo erigiéndose como el conseguidor de la paz; el ‘peacemaker’ que, tras siglos de conflicto, ha conseguido acabar con él, pese a que esto todavía está por ver y no son pocas las voces que lo discuten, al margen del avance.

"Han hecho falta tres mil años para llegar a este punto, ¿lo pueden creer?", decía Donald Trump siguiendo su línea, reivindicando el cierre de disputas ancestrales en Oriente Próximo.

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Este mismo martes, y tras asegurar el presidente estadounidense que la segunda fase de su propuesta ya ha comenzado, la Casa Blanca ha difundido precisamente el plan del magnate y su Administración para el futuro en la Franja. Firmado ayer en Sharm el Sheij, Egipto, tanto por él como por los mediadores que han contribuido al acuerdo entre Israel y Hamás, –los dirigentes de Qatar, Egipto y Turquía–, contempla la protección de los derechos humanos de israelíes y palestinos, pero omite el establecimiento de un Estado para estos últimos; la llamada ‘solución de los dos Estados’.

"Juntos, implementaremos este acuerdo de manera que se garantice la paz, la seguridad, la estabilidad y las oportunidades para todos los pueblos de la región, incluidos tanto los palestinos como los israelíes. Entendemos que una paz duradera será aquella en la que tanto palestinos como israelíes puedan prosperar con sus derechos humanos fundamentales protegidos, su seguridad garantizada y su dignidad respetada", han asegurado las partes en la propuesta firmada.

Los términos del texto firmado tras el acuerdo entre Israel y Hamás

En un texto que Washington ha denominado ‘Declaración de Trump para la paz y la prosperidad duraderas’, los países implicados reconocen los “sinceros esfuerzos” del presidente estadounidense de la paz y se comprometen a velar por “trabajar colectivamente” para preservar un legado de paz.

“Los abajo firmantes acogemos con satisfacción el compromiso verdaderamente histórico y la aplicación por todas las partes del Acuerdo de Paz de Trump, que pone fin a más de dos años de profundo sufrimiento y pérdidas, y abre un nuevo capítulo para la región definido por la esperanza, la seguridad y una visión compartida de paz y prosperidad”, reza el texto, que cuenta desde ayer con la estampa de Donald Trump, su homólogo egipcio, Abdelfatá al Sisi, el presidente turco, Recep Tayip Erdogan, y el emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Thani.

Todos ellos, en ese sentido, han aplaudido los “avances” en los acuerdos de “paz integrales” en Gaza, aludiendo también a la "relación amistosa y mutuamente beneficiosa" entre Israel y sus vecinos regionales, pese a no existir mención alguna al establecimiento de un Estado independiente y soberano para los palestinos.

En lo que sí inciden y reiteran es en la preservación de la convivencia y la paz entre las partes, declarando en lo firmado: "Nos comprometemos a trabajar colectivamente para implementar y mantener este legado, construyendo bases institucionales sobre las que las generaciones futuras puedan prosperar juntas en paz".

Defendiendo para ello la “cooperación y el diálogo sostenido”, prometen además que la protección de los lugares de culto serán una prioridad "en (su) compromiso por la coexistencia pacífica".

En esa línea, el documento manifiesta el "profundo significado histórico y espiritual" de la zona para las comunidades cristiana, musulmana y judía, y defienden  "la tolerancia, la dignidad y la igualdad de oportunidades para todas las personas, garantizando que esta región sea un lugar donde todos puedan perseguir sus aspiraciones en paz, seguridad y prosperidad económica, independientemente de su raza, religión o etnia".

"Perseguimos una visión integral de paz, seguridad y prosperidad compartida en la región, basada en los principios del respeto mutuo y el destino común", sostienen en el texto.

Sin mención al Estado palestino y con un contundente aviso a los extremismos

Por otro lado, en la declaración firmada dejan patente su “determinación” contra el extremismo "en todas sus formas", lanzando un aviso al respecto: "Ninguna sociedad puede prosperar cuando la violencia y el racismo se normalizan, o cuando las ideologías radicales amenazan el tejido de la vida civil". Frente a ello, han prometido "promover la educación, las oportunidades y el respeto mutuo", algo que consideran fundamental para combatirlo.

Además, ante posibles conflictos al respecto, hacen otra promesa: “Nos comprometemos a resolver las disputas futuras mediante el compromiso diplomático y la negociación, en lugar de recurrir a la fuerza o a conflictos prolongados".

Finalmente, los cuatro firmantes han incidido en que "Oriente Próximo no puede soportar un ciclo persistente de guerras prolongadas, negociaciones estancadas o la aplicación fragmentaria, incompleta o selectiva de los términos negociados con éxito". Así, han considerado que "las tragedias" de los dos últimos años, –en los que han muerto más de 67.800 gazatíes por la ofensiva israelí sobre el enclave–, "deben servir como un recordatorio urgente de que las generaciones futuras merecen algo mejor que los fracasos del pasado en la región".