Trump absuelto, demócratas y republicanos más divididos que nunca

  • Este juicio se recordará por el cambio de estrategia de los demócratas, a última hora, para acortar un juicio que podría traer más inconvenientes que ventajas

Se acabó. Ayer terminó el histórico segundo juicio político a Donald Trump con su absolución del cargo por “incitación a la insurrección”, tras una votación de 57 senadores a favor y 43 en contra. Para ello han hecho falta seis intensas jornadas en las que tanto los fiscales demócratas como los abogados defensores, centrados en la acusación unos y en la defensa otros, han ido adaptándose a las características que iba tomando el impeachment.

Sólo dos presidentes antes antes habían sido juzgados políticamente en la historia de Estados Unidos. Nunca condenados. En un juicio político lo que cuentan son los votos del partido. Y en este, como en los anteriores, el partido acusador no contaba con la mayoría suficiente. El segundo caso de impeachment a Trump además no ha contado con el Presidente del Tribunal Supremo como "juez". Se negó, también por primera vez. Al final 7 senadores republicanos votaron a favor de condenar al expresidente por incitación a la rebelión. No eran suficientes, hacían falta 17 votos. Los demócratas sabían que, salvo milagro, perderían el segundo intento de una condena política. Nada más llegar a la Casa Blanca, en 2017, Trump se enfrentó a su primera investigación. Tampoco salió culpable.

Especialmente durante el último y extraño día de ayer, en el que los acontecimientos se sucedieron de una forma descontrolada. En pocos minutos el Senado pasó de aprobar con una votación la presentación de testigos y querer alargar el segundo juicio a Trump, a la decisión de incluir una sola declaración y votar finalmente la culpabilidad o inocencia del expresidente.

Siete republicanos votan en contra

Y así se hizo. Siete de los 50 legisladores republicanos se unieron a los demócratas para condenar a Trump pero no consiguieron alcanzar la mayoría de dos tercios que necesitaban para cumplir su objetivo. Burr (Carolina del Norte), Cassidy (Louisiana), Collins (Maine), Murkowski (Alaska), Romney (Utah), Sasse (Nebraska) y Toomey (Pennsylvania) pasaron automáticamente a convertirse en traidores al Partido Republicano tras votar contra su líder.

Si bien el primer impeachment al que fue sometido Trump pasó a la historia por ser el primero en el en el que un senador votaba para condenar a un presidente su mismo partido (como hizo Romney también en esa ocasión), este se recordará por la decisión de última hora que hizo cambiar la estrategia de los demócratas para acortar un juicio que podría traer más inconvenientes que ventajas, en caso de haberse alargado.

Cambio de planes

Las razones para dicho cambio de estrategia se basaron básicamente en preservar la agenda del actual presidente, Joe Biden, quien se ha mantenido al margen del juicio hasta ahora para focalizarse en la recuperación sanitaria y económica del país. Pero también porque los demócratas dependen del consenso de los republicanos para alcanzar acuerdos clave en los próximos días, como la aprobación de un paquete de ayudas para mitigar los efectos del covid.

Además, la imprevisibilidad del desarrollo del juicio, el tiempo que podría alargarse y el resultado incierto del mismo, hicieron desistir a los demócratas de seguir adelante con un proceso que, como se vio, casi no hizo mella en los republicanos. Estos volvieron a arropar a un Donald Trump que nada más conocer el resultado de la votación emitió un comunicado.

Declaración de Trump

“Es triste que en esta época un partido político de Estados Unidos tenga la posibilidad de denigrar el estado de derecho, difamar a las fuerzas del orden, animar a las multitudes, excusar a los agitadores y transformar la justicia en una herramienta de venganza política y perseguir, incluir en la lista negra, cancelar y suprimir a todas las personas y puntos de vista con los que no están de acuerdo”, escribió Trump.

Siempre he sido y siempre seré un defensor del imperio de la ley inquebrantable, los héroes de la aplicación de dicha ley y el derecho de los estadounidenses a debatir de manera pacífica y honorable los asuntos del día, sin malicia ni odio”, añadió el exmandatario al tiempo que agradecía la labor realizada a su equipo legal y los miembros del Senado y Congreso.

Divergencias entre los republicanos

Sin embargo, no todos los miembros del partido del expresidente, a pesar de haber votado ayer a su favor, estuvieron de acuerdo con él. En un discurso pronunciado poco después de que acabara el juicio, el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConell, admitió no estar totalmente de acuerdo con Trump, llegado a decir que este era “práctica y moralmente responsable de provocar” el ataque al Capitolio.

“Los juicios políticos son una herramienta principalmente de destitución y, por lo tanto, carecemos de jurisdicción”, dijo explicando por qué no voto a favor de la constitucionalidad del juicio pero expresando su adhesión a la idea de que “las personas que irrumpieron en ese edificio creyeron que estaban actuando según los deseos e instrucciones de su presidente”.

La cuestión está en qué harán los republicanos ahora. Las bases del partido están con Trump, o estaban hasta ayer, y la "élite del partido" parece que también. En un año hay elecciones de medio término en Estados Unidos en donde se renueva el Congreso completo y un tercio del Senado. Y los aspirantes a la reelección saben que el resultado electoral de noviembre está en la memoria de todos los votantes de Trump.

Reacciones del otro lado

Por su parte los demócratas, que empezaron la jornada de ayer solicitando testigos para intentar dar la vuelta al previsible resultado una vez que se supo que también McConell votaría a favor de la absolución, acabaron acordando insertar solo la declaración de Herrera Beutler en el registro del juicio.

La intención fue que constara la tensa llamada de teléfono que se produjo entre McCarthy, el líder republicano de la Cámara de Representantes y Trump durante la invasión del Capitolio, en la que este llegó a recriminarle que los asaltantes parecían “más enfadados por el resultado de las elecciones” que él mismo, mostrando simpatía por la reacción de la turba.

Tras esto, los fiscales realizaron sus últimas proclamas antes de empezar la votación. “Nuestro legado estará inexcusablemente unido a lo que hagamos aquí”, se escuchó decir a Jamie Raskin, el líder de los gerentes demócratas, antes de dar por terminada su intervención y dar paso a la votación decidió finalmente la absolución de Trump.

En ese momento retumbaron en la sala otras de las palabras del Raskin que resumían el sentir de su compañeros: Será “así como la historia lo recordará. Podría no ser justo. Realmente podría no ser justo. Pero ninguno de nosotros puede escapara a las exigencias de la historia y el destino en estos momentos”.

Los Demócratas aspiraban a invalidar a Trump políticamente hablando. Pretendían que no se volviera a presentar a cargo público de ningún tipo el resto de su vida. Y las violentas e insólitas imágenes del asalto al Capitolio creían, les daba la razón. Y de paso, dividían al partido Republicano lo que facilitaría las cosas en las elecciones del 2024 a Kamala Harris, ya que el presidente Joe Biden ha anunciado que no se presentará de nuevo. De momento no lo han conseguido.