Argelia rompe las relaciones diplomáticas con Marruecos

  • La decisión de Argel de romper relaciones diplomáticas con Rabat llega menos de una semana después de que el Alto Consejo de la Seguridad argelino vinculara a Marruecos con los incendios forestales que han golpeado duramente al norte de la república norteafricana

  • Marruecos había defendido el mes pasado ante la ONU el derecho de autodeterminación de la Cabilia argelina en respuesta al apoyo de la representación argelina de la secesión de los saharauis

  • Estados Unidos, aliado tradicional de Marruecos, ya no se ve en Argelia como amenaza

Una decisión anunciada, aunque no por ello menos preocupante. Argel ha decidido en la tarde de este martes romper relaciones diplomáticas con Rabat. El encargado de anunciar la ruptura ha sido el ministro de Exteriores argelino Ramtane Lamamra, quien en rueda de prensa lo ha constatado: “Argelia ha decidido romper sus relaciones diplomáticas con Marruecos a partir de hoy”.

El máximo responsable de la diplomacia argelina ha denunciado a Marruecos por erigirse en plataforma de potencias extranjeras para criticar a Argelia. “Desde 1948 ningún responsable israelí había hecho una declaración hostil a un país árabe desde otro país árabe”, ha aseverado el veterano titular argelino de Exteriores.

La decisión llega menos de una semana después de que el Alto Consejo de Seguridad argelino denunciara que “actos hostiles incesantes perpetrados por Marruecos contra Argelia hayan requerido la revisión de las relaciones entre los dos países y la intensificación de los controles de seguridad en las fronteras occidentales”, recogía esta tarde la web de la agencia estatal de noticias argelina APS.

La nota de la entidad argelina el pasado miércoles instaba a la “detención de todos los miembros de los dos movimientos terroristas que amenazan la seguridad pública y la unidad nacional, principalmente el Movimiento por la Autonomía de la Cabilia (MAK, por sus siglas en francés)”. La Cabilia es una región del norte del país de cultura bereber tradicionalmente hostil al poder argelino. Recordemos que la participación en las últimas elecciones generales en la región cabileña no alcanzó ni el 1%.

La organización, según el Alto Consejo de Seguridad argelino, “cuenta con la ayuda de elementos extranjeros, entre ellos Marruecos y la entidad sionista”. Argel atribuye al citado MAK, entidad nacida en 2001, con sede en Francia y favorable a la secesión de la región septentrional de mayoría bereber, haber causado los incendios forestales que costaron la vida a más de 90 personas y arrasado miles de hectáreas de monte. Y a Marruecos el apoyo al colectivo.

“La decisión del régimen argelino de cortar las relaciones con Marruecos es un reconocimiento oficial de su derrota diplomática en relación con la cuestión del Sáhara marroquí y su derrota además a la hora de reforzar el frente interior”, asegura a NIUS el experto argelino en relaciones bilaterales Oualid Kebir.

“La decisión de romper relaciones diplomáticas con Marruecos es una mala acción que no sirve a los intereses argelinos y que supone un revés mayor para la región del Magreb. Tampoco ayuda al proceso de Naciones Unidas para solucionar el conflicto del Sáhara. El régimen argelino confirma al mundo su agresividad y acentúa el aislamiento del país”, lamenta el periodista y politólogo instalado en la ciudad fronteriza de Uchda, en Marruecos.

Por su parte, el politólogo argelino Abdel Ourabah recuerda que “de manera práctica las relaciones están interrumpidas desde 1994, y desde esta fecha no ha habido nada nuevo en las mismas”. “A pesar de todo, hemos intentado salvar las apariencias desde las dos partes, y si se ha llegado a esta decisión extrema ello sugiere que los problemas son verdaderamente profundos y se ha alcanzado un punto de no retorno”, constata a NIUS el especialista argelino.

“Sobre las consecuencias, la escalada no va a detenerse probablemente aquí, sobre todo si las relaciones entre Marruecos e Israel se refuerzan más. Argelia ve con malos ojos la presencia israelí en su vecindad inmediata y aparentemente el affaire Pegasus ha precipitado la decisión argelina”, advierte Ourabah. “En el terreno económico, hay que recordar que el contrato sobre el transporte del gas argelino hacia España a través de Marruecos expirará en octubre y hay altas posibilidades de que Argelia no lo renueve. En el ámbito interno de los dos países, el clima envenenado va a ser instrumentalizado por los gestores de las reivindicaciones de cambio que prevalecen en ambos países. En el multilateral, esta ruptura diplomática representa un golpe de gracia a la Unión del Magreb, que corre el riesgo de desaparecer completamente”, avisa a NIUS el investigador.

Un verano de alta tensión

La ruptura entre los dos vecinos culmina un verano de alto voltaje –al menos en lo verbal- entre ambos países. La penúltima disputa entre los dos países se remonta al pasado mes de julio, cuando en en una reunión de los países no alineados, el embajador marroquí ante la ONU, Omar Bilale, invitaba a sus vecinos a garantizar el derecho a la autodeterminación de la Cabilia. Una llamada que enfadó mucho a Argel, que había designado como “organización terrorista” al MAK en mayo y que el 18 de julio llamó a consultas a su embajador en Rabat –y no regresó nunca- por la injerencia de Bilale.

Antes, en su estreno como ministro de Exteriores argelino, Lamamra defendió en el citado foro de los países no alineados el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, lo que había molestado, como no puede ser de otra manera, a las autoridades marroquíes. Argel apoya la autodeterminación saharaui pero se irrita cuando desde Marruecos se anima a los cabileños a buscar la suya. Rabat anima a los cabileños a perseguir su independencia, pero le disgusta que desde Argel se anime a los saharauis a invocar al derecho a la autodeterminación.

La crisis entre los dos países se acentuaba aún más al estallar el caso Pegasus. Un consorcio formado por 17 medios de comunicación internacionales –entre ellos los franceses Le Monde o Radio France y los alemanes Süddeutsche Zeitung, Die Zeit, entre otros- denunciaban que los servicios secretos marroquíes habían empleado el programa Pegasus –de fabricación israelí- para espiar a políticos, activistas, militares o periodistas de distintos países. Entre ellos, Argelia.

Según la denuncia del consorcio de medios, Marruecos habría espiado con el programa informático al menos 6.000 números de teléfono de ciudadanos –militares, periodistas, políticos- del país vecino. Desde Argelia se denunció “el inadmisible atentado sistemático a los derechos del hombre y a las libertades fundamentales” y “una violación flagrante de los principios y normas que rigen las relaciones internacionales”. Era la gota que desbordaba el vaso.

De nada han servido las llamadas –por dos veces- del rey de Marruecos, Mohamed VI, a la reconciliación entre los dos vecinos malhadados del Magreb en sus últimos discursos públicos; el último el pasado viernes, cuando lanzaba un guiño a Argel al tiempo que acusaba –veladamente- a Alemania de querer dividir interesadamente al Magreb. El rey pedía en el Discurso del Trono, pronunciado el 31 de julio pasado, la apertura de las fronteras terrestres entre los dos países, cerradas desde 1994. Argel rompe relaciones con Rabat el mismo día que hace 27 años cerró el paso fronterizo con sus vecinos del oeste: el 24 de agosto, y justo cuando Estados Unidos, el gran aliado de Marruecos en la zona abandona Afganistán ante críticas de sus socios europeos y en la OTAN. Difícil darlo por mera coincidencia.

La ruptura con Argelia culmina un año –por ahora- turbulento para la diplomacia marroquí. Espoleado por el reconocimiento estadounidense de la soberanía sobre el Sáhara y por la nueva alianza con Israel, Rabat ha tenido desencuentros con los países europeos más reticentes a cambiar de posición respecto al conflicto en torno a la ex colonia española, Alemania y España, y vio cómo la Eurocámara aprobaba el 10 de junio una declaración de rechazo a la actitud de las autoridades marroquíes en la crisis migratoria de los días 17 y 18 de mayo.

Más allá de las rondas de cruces de acusaciones, el problema de fondo, a nadie se le escapa, es el conflicto del Sáhara Occidental, que emponzoña las relaciones bilaterales entre Marruecos y Argelia desde hace décadas y el desarrollo político, económico y social del conjunto del norte de África. “Con un Magreb que ya estaba afrontando dificultades sociales y económicas, esta decisión empeora las cosas para todos”, deploraba esta tarde en Twitter el investigador del think tank Middle East Institute Michael Tanchum.