Di Maio dimite como líder del Movimiento 5 Estrellas en plena crisis del partido

  • El partido exige una refundación ante el momento más crítico de su existencia

  • Di Maio ha sido un líder sin carisma, víctima de su indefinición y su falta de autoridad

La parábola del Movimiento 5 Estrellas (M5E) ha llegado a su momento más crítico, el punto en el que sólo cabe cambiar de rumbo o morir. La grave crisis por la que atraviesa el partido, la peor desde que se fundara hace una década, ha terminado provocando la caída de su líder, Luigi Di Maio, que este miércoles ha anunciado su dimisión.

“Ha llegado el momento de refundarse. Se cierra una era, pongo fin a mi mandato”, dijo Di Maio en un acto en Roma, donde fue aclamado por una serie de dirigentes que en los últimos tiempos pedían su cabeza. “Los peores enemigos están dentro. Son aquellos que trabajan no por el grupo, sino para su visibilidad. Basta ya de puñaladas por la espalda”, lanzó el hasta ahora mandatario.

En las últimas semanas, cerca de una veintena de diputados han abandonado el grupo parlamentario, lo que ponía en riesgo la mayoría de Gobierno. Con su paso a un lado, Di Maio -que continuará en el partido-, intenta así frenar esta sangría.

El encargado de anunciar su dimisión fue el propio Di Maio, pero en una fuerza en la que las decisiones las toma el órgano central, el principal responsable del cambio es el fundador del movimiento, Beppe Grillo. Una gestora guiará la formación hasta que se defina claramente una nueva línea, mientras que Di Maio seguirá como ministro de Exteriores en el Gobierno que el M5E mantiene junto a los socialdemócratas del Partido Democrático (PD).

Un líder débil

Luigi Di Maio no se ha caracterizado nunca por tener un gran carisma ni una línea ideológica clara. Entró en ese experimento de la “antipolítica” capitaneado por Grillo y, tras ocupar la vicepresidencia de la Cámara Baja, el aparato lo ungió como jefe político en 2017. Tras casi una década de férrea oposición, el M5E quería centrar su discurso para llegar al poder y en las elecciones de marzo de 2018 se presentó como candidato a primer ministro.

Hacía falta un rostro alejado de los guerrilleros de la primera hora. El joven, que cumplirá próximamente 34 años, encarnaba esa figura dúctil, más de administrador que de guía. Su corte de pelo siempre perfecto y la corbata de la que no se ha desprendido nunca le conferían un aspecto amable, como de jefe de planta de un centro comercial. Su única ocupación antes de entrar en el Cinco Estrellas fue trabajar como acomodador en el estadio del Nápoles, por lo que fue criticado por falta de preparación.

El partido arrasó en esas elecciones de 2018. Pero al discurso de cabreo contra toda la clase política, fuera de izquierdas o de derechas, hacia falta darle una línea coherente con la que guiar un Gobierno. Eligió como compañero de viaje al líder de la Liga, Matteo Salvini, cuya carga ideológica terminó por convertir a los diputados del M5E en simples comparsas.

Di Maio nunca pudo hacerle frente a Salvini. Si bien, era partidario de mantener la alianza con la Liga, con quienes compartía un discurso populista, antes que cambiar de bando y aliarse con el PD. El pasado verano Salvini rompió con el M5E, con la intención de provocar elecciones anticipadas, pero entonces Grillo volvió a saltar por encima de Di Maio para crear una nueva mayoría de gobierno con los socialdemócratas.

Un experimento fallido

El liderazgo de Di Maio quedó en entredicho, en detrimento de una línea más institucional, guiada por el primer ministro, Giuseppe Conte. El premier es un abogado independiente, nombrado a dedo por la cúpula del M5E, pero sin carné del partido. En la nueva hoja de ruta parece que su línea se impondrá para tratar de reforzar los lazos con el PD.

Porque, de momento, la alianza entre ‘grillinos’ y socialdemócratas está resultando una experiencia infructuosa. La unión formada con el único pegamento ideológico de frenar a Salvini no ha conseguido sacar adelante ninguna propuesta de calado. El PD se mantiene estable en los sondeos, cerca del 20%; mientras que el M5E sigue cayendo, por debajo del 15%.

Elecciones determinantes

Además, este domingo se celebran elecciones regionales en Calabria y Emilia Romaña. Unos comicios que son especialmente importantes en esta última región, gobernada siempre por la izquierda y donde el bloque de derechas intenta acabar con esta tradición. El líder de la Liga, Matteo Salvini, lleva un mes haciendo una campaña incansable por todos los pueblos y rincones de Emilia Romaña.

Una victoria de la derecha, que Salvini se atribuiría como suya, amenazaría de nuevo al Gobierno nacional. Sobre todo, porque el M5E no ha querido concurrir junto al PD y, con las encuestas muy igualadas, los pocos votos que puedan arañar los ‘grillinos’ a los socialdemócratas pueden decantar la balanza del otro lado.

Las previsiones estiman que el M5E quedará reducido prácticamente a la nada en estos comicios. El debate se abrirá a partir del próximo lunes, en todos los partidos. Pero antes de someterse a la avalancha pública, Di Maio ha preferido dar antes de tiempo un paso atrás.

Un nuevo rumbo

El rumbo más factible para el M5E sería asumir un rol centrista e institucional que lo acerque al PD, de modo que el Gobierno nacional pueda seguir en pie. La voz preponderante sería la de Giuseppe Conte, aunque no será fácil contener a todas las corrientes internas. Otra opción sería intentar situarse a la izquierda de los socialdemócratas, algo que tampoco ha sucedido hasta ahora.

Los cambios de tendencia han sido tantos que sus electores han terminado por perderse. Quienes votaron al M5E procedentes de la derecha y los que apostaron por acabar con el sistema ya se han pasado a Salvini. No obstante, resulta significativo que la implosión absoluta del Movimiento 5 Estrellas haya llegado ahora que comparten habitación con los socialdemócratas y no cuando convivían con la extrema derecha.