El drama pandémico de Calabria, la región más pobre de Italia

  • Con la región tutelada, tres comisarios para la Sanidad han dimitido en 10 días

  • Los contagios no son muchos, pero los ínfimos recursos dejan a Calabria al límite

Decenas de alcaldes, con sus bandas tricolores al pecho, se presentaron esta semana delante del Parlamento. Una pancarta encabezaba su protesta: “Tutelados y endeudados por el Estado”, se leía en ella. Una delegación de cinco ediles se reunió con el primer ministro, Giuseppe Conte, a quien le pidieron asumir de nuevo el control de su Sanidad pública. Ante un enorme déficit, en 2010 el Gobierno intervino el sistema sanitario de Calabria, cerró 18 hospitales para ahorrar costes y nombró a un comisario que debía asumir la gestión de forma transitoria. Han pasado diez años y lo temporal se ha convertido en permanente.

Lo peor ya no es quién tiene el mando, sino que el puesto se encuentra vacante tras dos semanas que superan todo sainete. El primer comisario, Saverio Cotticeli, fue cesado fulminantemente por el Gobierno después de la difusión de un vídeo en el que demostraba que no era consciente de que tenía que realizar un plan para afrontar la covid ni cuántas camas había disponibles en los hospitales. “Eh, no me había informado, pero la semana que viene lo tenemos todo”, decía. Después explicó en televisión que no sabía qué le ocurrió, si estaba bajo la influencia de alguna sustancia o tuvo una indisposición, pero que no era él.

Fue sustituido por otro gestor, Giuseppe Zuccatelli, protagonista de otro vídeo en el que afirmaba que las mascarillas sirven de poco o nada. “Para pillar el virus, si yo fuese positivo, me debería besar con lengua durante 15 minutos, de lo contrario no lo pillas”, afirmaba. Duró unos pocos días. Aunque ya fue más que el tercero en cuestión, Eugenio Gaudio, quien horas después de ser nombrado por el Gobierno rechazó el cargo porque su mujer no estaba dispuesta a irse a vivir a Catanzaro, en el empeine de la bota italiana.

Con un PIB de unos 17.000 euros per cápita, Calabria, al sur, es la región más pobre de Italia. La separan de la industria del norte 1.000 kilómetros de distancia y una brecha económica oceánica. Hace un par de semanas, cuando el Ejecutivo diseñó un plan para establecer restricciones según los niveles sanitarios de cada territorio, Calabria entró directamente en zona roja con poco más de 300 contagios diarios, veinte veces menos de los que registraban en el norte. La diferencia es que en el sur basta un soplido para tirar la casa abajo.

Tres hospitales para dos millones de personas

Dos millones de habitantes, repartidos en una vasta superficie dominada por las montañas y carreteras indignas, deben conformarse con tres hospitales para covid. “El plan del Gobierno fue centralizar todos los casos en estos tres grandes centros y dejar el resto de hospitales pequeños para otras especialidades”, señala al teléfono Domenico Minniti, anestesista del servicio de emergencias de Reggio Calabria. Actualmente la región tiene a medio centenar de pacientes ingresados en las UCI, una de las cifras más bajas de toda Italia. Sin embargo, “el problema es que la oferta sanitaria es tan sumamente escasa que con cualquier mínima alteración, colapsa”, añade Minniti. Esta semana los contagios se han triplicado en cuestión de cuatro días y nadie quiere pensar qué ocurriría si esas cifras se mantienen.

Los hospitales deberían contar con 240 camas en las terapias intensivas y ahora mismo no tienen más que la mitad. El listado de aberraciones vuelve a ser enorme. Hay centros médicos que cierran por vacaciones, otros en las que las unidades de digestivos sólo están abiertas por las mañanas, oncólogos no disponibles de noche y comarcas enteras con una sola ambulancia. Sin embargo, reabrir esos 18 hospitales cerrados en la última década, como piden los alcaldes, tampoco es una opción para el anestesista. “Eso es propaganda política. Tenemos una deuda sanitaria de 2.000 millones de euros, ¿cómo se pagaría al personal? La apuesta fue potenciar los ambulatorios por el territorio, pero el error ha sido dejar que sólo los grandes hospitales asuman pacientes covid”, opina.

Porque, en el hipotético caso de que hubiera más centros, tampoco habría personal sanitario para atenderlos. “Ya en una situación normal, tenemos que hacer virguerías con los turnos para cubrir todas las horas del día”, afirma al otro lado de la línea Vincenzo Pasquale, presidente de la Orden de Médicos de la misma provincia. Con menos de medio centenar de ingresados por covid, “todas las divisiones de los hospitales están en tensión”. “Hace años prometieron que construirían más centros y no han puesto ni la primera piedra”, agrega.

Tierra de mafia y explotación laboral

Al lado de playas de aguas cristalinas, al extremo sur, en la costa bañada por el Tirreno, se encuentra el puerto de Gioia Tauro, el principal punto de entrada de la droga en Italia. Y en los campos cercanos de Rosarno y San Ferdinando cientos de personas, en su mayoría inmigrantes subsaharianos, recogen fruta por 2 euros a la hora bajo el control de la mafia. Muchos de ellos viven en campamentos improvisados de lonas y plásticos. Allí no hay Sanidad que valga. Por eso, la única atención posible es la que prestan organizaciones como Emergency, una ONG con amplia experiencia en países en conflicto.

Mauro Destefano, coordinador del ambulatorio fijo que tiene la ONG en Polistena, a pocos kilómetros del triángulo formado por Gioia Tauro, Rosarno y San Ferdinando, explica que su trabajo “es la única alternativa para cientos de personas que viven en condiciones inhumanas”. “Nuestros pacientes, inmigrantes o indigentes, viven en tiendas de unas seis personas, en campos con 400 o 500 individuos y seis baños. Con la covid la emergencia se ha multiplicado, pero nosotros sólo podemos ejercer de puente con una Sanidad que ha sido masacrada en los últimos años”, asevera.

Pues bien, a falta de un nuevo comisario de Sanidad para la región, lo único claro es que el Gobierno se ha encomendado a Emergency para que colabore en la gestión de la epidemia. Estamos en la tierra de la ‘Ndranghetta, la mafia más poderosa de Europa. Esta semana también fue arrestado el presidente del Consejo regional de Calabria, Domenico Tallini, acusado de haber pactado con los clanes la creación de una sociedad en Catanzaro que debía suministrar medicinas a toda la región. La mujer del último candidato a guiar el sistema sanitario calabrés no quería vivir allí. Unos denuncian su abandono y muchos la dan por perdida. La llaman la región ingobernable.