Elon Musk, desmontando el mito del ídolo que maneja las Bolsas a su antojo y a millones de personas

Elon Musk es puro espectáculo, solo necesita su tribuna virtual en redes para hacer caer o subir los valores de las criptomonedas o lanzar al vacío en un sentido o el otro a Twitter, tras anunciar su compra y después titubear. El multimillonario, que fabrica el Tesla, el coche eléctrico más caro del mundo y representa el más puro neoliberalismo cautiva a los desempleados, a la clase media y a todos en general. El profesor adjunto en Fordham University, Nueva York, Vicente Rubio-Pueyo y el filósofo, Pep Tesoro, editor del Instituto de Estudios Culturales y Cambio Social desmontan al mito Elon Musk.

Elon Musk ¿Genio o fanfarrón?

Elon Musk, al que muchos define como el nuevo Bill Gates, se presenta como empresario, físico, inventor, magnate financiero, pero por momentos parece también un personaje sacado de una caricatura: fanfarrón y ambicioso: lo mismo se erige en salvador de la Humanidad que visionario; pionero en los viajes turísticos al Espacio, gran entusiasta de las criptomonedas.

"Musk es casi un fenómeno pop, una celebridad aclamada por su supuesto humor y apertura pública en las redes, su vida personal, su matrimonio, ahora terminado, con la artista electrónica Grimes. Por otro, Musk funciona como modelo de un cierto empresario emprendedor, hecho a sí mismo, supuestamente preocupado por la ecología, y estandarte de un supuesto capitalismo verde (los coches eléctricos de Tesla como símbolo de ese capitalismo responsable, sostenible). Todo esto converge en esa imagen fácil de genio, innovador, personaje polivalente, una suerte de “Leonardo da Vinci” que de alguna manera resulta muy atractiva para los medios - que, conviene recordar, han jugado una parte activa en la construcción de ese personaje", explica Vicente Rubio-Pueyo.

¿El empresario de éxito que parece irle todo bien es un revolucionario, un innovador, un genio o un manipulador de masas? En principio, sus propuestas son loables: avances tecnológicos en sistemas de IA, llegar al espacio como vía para la preservación de la raza humana ( su meta llevar una nave tripulada a marte para el 2030) y el desarrollo de la energía renovable para superar la etapa de los combustibles fósiles.

Sin embargo, los analistas y bróker lo han criticado por meter las narices en las criptomonedas y lo han ocuparse de sus empresas, en vez de desestabilizar el mercado de esta divisa con análisis sin pies ni cabeza. Los economistas hablan de que sus fábricas de coches Tesla hubieran cerrado si no fuera por las subvenciones estatales por no decir, que los científicos lo califican como un vendedor de humo cuando habla de los avances de su empresa neurolink, que aspira a conectar el cerebro humano con los ordenadores.

Elon Musk: hiperactuación mediática

Su carácter voluble, impredecible, lo ha llevado a una hiperactuación mediática que termina por lo general con Musk insultando a quien cuestiona sus ideas e iniciativas. Cuando una decena de niños quedaron atrapados en una cueva inundada en Tailandia, Elon Musk, se erigió en el héroe que los iba a rescatar con un submarino, que fabricaba alguna de sus empresas. Al final, después de tanto bombo, los niños fueron salvados por los buzos y uno de ellos, el submarinista británico Vernon Unsworth, criticó al millonario por lo que dijo no era más que una "treta publicitaria". Musk, al estilo de Trump, le respondió llamándolo "pedófilo".

En redes también ha tenido sus exabruptos al llamar idiota a un experto en transporte Jarret Walker, que salió en defensa del transporte público. Elon Musk maldijo en Twitter, su plataforma preferida, el tener que viajar en grupo con "un montón de extraños , que alguno podría ser un asesino en serie". Por eso que a la gente le gusta el transporte individual, que va a donde quiere, cuando quiere”. El millonario, después de que Walker lo acusara de elitista, lo insultó llamándolo idiota. Como esa vez, la gente no le siguió y comenzaron a publicar historias positivas de viajar en transporte público, se disculpó con un "lo siento", quise decir que era un "idiota mojigato".

Elon Musk arrastra multitudes, los que lo siguen lo idolatran como a un Dios y atacan a los críticos acusándolos de envidiar los millones que este hombre de 50 años que presume de trabajar 80 horas a la semana. Sin embargo, los que han trabajado con él hablan de un adicto al trabajo, que traslada ese método a todos los empleados. Así no quiere sindicatos en sus fábricas de Tesla, donde rige la ley de la selva y muchos trabajadores han denunciado largas jornadas que rozan un sistema de esclavitud con una escasa remuneración, porque como precisa el profesor Rubio Pueyo este hombre solo "representa a sus intereses personales y a los beneficios de sus compañías".

Para Musk, la libertad de expresión no conlleva ninguna responsabilidad. Por lo tanto, la libertad consiste para él en la pura expresión de cualquier idea, por peligrosa que pueda ser para otras personas

En realidad, como subraya Rubio-Pueyo su tirón entre millones de jóvenes se debe "quizás a que ofrece una historia de éxito individual que reúne diferentes corrientes ideológicas: las ideologías del emprendedor capitalista; un cierto “libertarianismo” de costumbres y discursos; la genialidad y la innovación del universo Silicon Valley.

Ambos investigadores coinciden en esta mutación del discurso neoliberal que se filtra a todos los sectores y públicos. Un fenómeno como el de Mark Zuckerberg, Jeff Bezos que han surgido en el marco de un periódico histórico en el que la evolución de la tecnología se presenta como "un proceso real de creación constante y creciente de desigualdad" del que algunos estudiosos se refieren un ”neofeudalismo”, o incluso “tecnofeudalismo”, "donde la innovación tecnológica no serviría para democratizar las relaciones económicas, políticas y sociales, sino más bien, al contrario, para generar un mundo social marcado por la acumulación y concentración brutales de riqueza."

La fórmula de Donald Trump: antisistema y neoliberalismo

Elon Musk se presenta como un guerrero que se enfrenta al sistema y nos ofrece el suyo, que es bastante parecido al que 'vende' Donald Trump: Empresario con éxito que se hizo a sí mismo y a costa de cualquier cosa, la llamada libertad, que tanto gusta últimamente. Su lenguaje imita al de la gente de a pie y supera al de cualquier buscabroncas, pero en realidad "Musk no tiene compromiso alguno con ningún proyecto que suponga un cambio radical, como apunta el filósofo Pep Tesoro, sino que "es un personaje que ante todo sirve para apuntalar y legitimar el sistema existente"; para ello se vale de fumar marihuana en público , insultar a quién lo contradice y mucha fanfarria. La fórmula nos suena y muchas veces resulta muy eficaz.

"Musk es ciertamente un personaje con notable gusto por la simplificación. Esto es patente en todo el asunto de su compra de Twitter y su total falta de comprensión de los problemas y complejidades de la “libertad de expresión”. Su actitud de garante del “free speech” no parece hacerse cargo de cómo esa expresión es a día de hoy un mensaje codificado en el lenguaje de la extrema derecha. Para Musk, la libertad de expresión no conlleva ninguna responsabilidad. Por lo tanto, la libertad consiste para él en la pura expresión de cualquier idea, por peligrosa que pueda ser para otras personas, subraya el politólogo Rubio-Pueyo.

¿Qué pasará con Twitter?

Tras su compra de Twitter prometió convertirlo en un espacio para la libertad de opinión obviando que las redes sociales se convirtieron en la pandemia en la autopista de la desinformación impulsando a base de algoritmos y del miedo las teorías negacionistas.

Musk aseguró tras anunciar la compra de Twitter que su intención era apostar por “la libertad de expresión", como "base de una democracia, y Twitter es la plaza del pueblo digital donde se debaten los asuntos vitales para el futuro de la humanidad". Sin embargo, como recuerdan los investigadores del Instituto de Estudios Políticos y Culturales, este "garante de la libertad de expresión" "ha tratado de impedir todo intento de sindicalización en sus empresas", porque las libertades, sobre todo las de expresión están bien fuera de sus empresas, pero son inadmisibles dentro de ellas."

Desde la UE, ya le advirtieron a Elon Musk que existe la recién aprobada Ley de Servicios Digitales (DSA) que supervisará a las consideradas empresas ‘gatekeepers’ o plataformas muy grandes (VLOP, por sus siglas en inglés), caracterizadas por contar con más de 45 millones de usuarios activos al mes, como Twitter, Google, Facebook, Amazon.

Estas megaempresas tecnológicas tendrán que hacer transparentes sus algoritmos para las autoridades europeas y estados miembros. Además de que tendrán que retirar contenido, producto o servicio que sea considerado ilegal. Asimismo se les prohibirá la publicidad segmentada que emplea datos sensibles, como la orientación sexual, política, la religión, raza, etc; la dirigida a menores de edad; y el uso de dark patterns con el fin de manipular las elecciones de los usuarios.

Elon Musk tiene dinero puesto en negocios de todo tipo: visionarios, pioneros. Cuenta con más de 40 millones de seguidores en redes, que estarían dispuestos a todo por defenderlo. Su cuenta en bancos es grande, tanto que quizá cree que puede comprarlo todo. Aún así, como le recordó el comisario europeo de Mercado Interno, Thierry Breton: Europa está abierta. “Ya se trate de automóviles o de redes sociales, cualquier empresa que opere en Europa debe cumplir con nuestras reglas, independientemente de su participación accionaria”. “El señor Musk lo sabe bien. Está familiarizado con las normas europeas sobre automoción y se adaptará rápidamente a la Directiva de Servicios Digitales”.