Boris Johnson enciende el debate político en Reino Unido tras calificar de “desastre” la autonomía de Escocia

  • Para el Primer Ministro británico, el traspaso de poderes fue “el mayor error de Tony Blair”

  • Este comentario promete beneficiar las ansias de independencia de los nacionalistas

  • La Ministra Principal, Nicola Sturgeon, ha acusado a los conservadores de ser una amenaza para los poderes del Parlamento de Edimburgo

El Primer Ministro, Boris Johnson, una vez más, ha vuelto a generar polémica. Esta vez por un comentario que ha hecho durante una videoconferencia con diputados de su partido que acabó filtrándose al tabloide The Sun. Según publica este diario, el líder conservador ha dicho que “el traspaso de competencias al norte de la frontera fue un desastre” y “el mayor error de Tony Blair.The Sun

La reacción de la Ministra Principal de Escocia, Nicola Sturgeon, y líder de la formación nacionalista SNP, no se ha hecho esperar. Poco después de salir a la luz este comentario ha recurrido a su cuenta de Twitter para contestar a Johnson: “Vale la pena recordar estos comentarios del Primer Ministro para la próxima vez que los tories digan que no son una amenaza para los poderes del Parlamento escocés, o más increíblemente, que apoyan la transferencia de más poderes. La única manera de protegerlo y reforzarlo es con la independencia”.

Unos minutos después ha llegado el tuit del líder de los conservadores escoceses, Douglas Ross, que ha condenado, en parte, la opinión de su jefe: “La autonomía no es un desastre. Lo que ha sido un desastre es la obsesión del SNP por un referéndum por encima del empleo, las escuelas o el resto”.

Palabras incendiarias en un momento clave

Boris Johnson, desde Downing street, donde se encuentra aislado por haber estado en contacto con un diputado que ha dado positivo, ha charlado con unos sesenta parlamentarios conservadores que representan distritos electorales del norte de Inglaterra. Algunos de ellos hasta las elecciones generales de diciembre del año pasado estaban liderados por laboristas, pero sus ciudadanos creyeron las promesas del Primer Ministro, que ahora está en deuda con ellos por brindarle una mayoría absoluta. Esta es precisamente una zona del país que, a menudo, se siente olvidada e incomprendida por los políticos de la capital británica y reclama más inversiones.

Durante esa videoconferencia el Primer Ministro ha admitido que “cuando era alcalde de Londres (2008-2016) le parecía buena idea", pero en la actualidad no considera que "haya razón para argumentar el traspaso de más poderes del Parlamento de Westminster a los parlamentos de dichas naciones”.

¿Tenía intención Boris Johnson de desatar este enfrentamiento? Llama la atención que haya dicho eso nada más arrancar una semana que, según los analistas políticos, el Primer Ministro iba a usar para inciar una etapa marcada por el consenso tras la salida de su principal y polémico asesor, Dominic Cummings. Lo cierto es que en cuanto se filtraron sus palabras, un portavoz de Downing Street las matizó: “Siempre ha apoyado la autonomía pero Tony Blair no predijo la subida de los separatistas en Escocia. La autonomía es estupenda pero no cuando es utilizada por los nacionalistas para romper el Reino Unido”.

El Partido Laborista también ha respondido. Para el responsable de Escocia en el Parlamento de Londres, Ian Murray, “los tories han sido siempre una amenaza mayor para el Reino Unido que ningún nacionalista”.

También ha llamado la atención que Boris Johnson descarte el traspaso de alguna competencia a Edimburgo, en un momento en el que se hablaba sobre ello como una estrategia para contrarrestar el apoyo a la independencia que defiende el Partido Nacionalista Escocés (SNP), que gobierna allí desde 2007.

El comentario de Johnson se produce además en un momento especialmente sensible. El Gobierno británico está tramitando en el Parlamento la polémica ley del Mercado Interno con la que está dispuesto a violar el derecho internacional. Y es que esta invalidaría el acuerdo de salida de la Unión Europea que Londres firmó con Bruselas.

Pero esta legislación no solo ha sido criticada por cinco ex primeros ministros, por la Comisión Europea o por el Presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden. También por el Gobierno de Escocia. Y es que tras el Brexit Westminster asumirá poderes de la UE que, según el SNP, deberían ser transferidos a Edimburgo.

La descentralización de Blair

Durante muchos años Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte eran dirigidas por el Gobierno británico, cuya base está en Westminster (Londres).

En 1995 el Partido Laborista prometió un referéndum para establecer un Parlamento en Escocia. Tony Blair ganó las elecciones generales de mayo de 1997 y en septiembre se celebró esa consulta, en la que el "sí" logró el apoyo de un 74% de los votantes. Tras la creación del Parlamento de Escocia, se transfirieron competencias, como sanidad, educación, transporte, agricultura, pesca, justicia, policía y la recaudación de algunos impuestos.

En Gales se celebró también ese año. Y en ambas partes de Irlanda fue en 1998, como parte del Acuerdo de Paz del Viernes Santo. Desde entonces esas regiones del país tienen también un parlamento propio en Cardiff y Belfast respectivamente.

Relato del ascenso del nacionalismo

Escocia tradicionalmente había sido un territorio laborista. El SNP llegó al poder en 2007, de la mano de su entonces líder, Alex Salmond. En este momento formó un gobierno en minoría, pero en las siguientes elecciones (2011) logró mayoría absoluta e hizo campaña por conseguir que el Gobierno de Londres autorizase un referéndum de independencia.

Lo consiguió y esa consulta se celebró en septiembre de 2014. Un 55 % votó en contra, frente a un 45 % a favor. El SNP, ya sin Salmond (cogió las riendas Sturgeon) siguió en el poder y volvió a ganar las elecciones de 2016, aunque desde entonces gobierna de nuevo en minoría.

Cuenta con 61 diputados en el Parlamento de Edimburgo y, para sorpresa de muchos, tras los pasados comicios, los conservadores se convirtieron en la segunda fuerza con 31 diputados (los laboristas tienen 23). Está previsto que los escoceses vuelvan a las urnas en mayo del año que viene.

Y, aunque tras el primer referéndum se desinflaron las ansias de independencia, la consulta del Brexit en junio de 2016 reavivó las ansias de separación. Los escoceses votaron en contra de la salida del Reino Unido de la UE (62% frente a un 38%). Según las últimas encuestas, si se celebrase un referéndum en este momento ganaría la independencia.