Italia, preocupada por las posibles restricciones al gas ruso

  • Italia lanza un mensaje de alerta debido a su dependencia de Moscú

  • El conflicto pone de relevancia, más si cabe, la crisis energética

  • El 42,5% de la energía que usa Italia proviene del gas y casi la mitad llega precisamente de Rusia

Que finalmente la invasión de Ucrania por parte de Rusia se materialice, o no, el problema energético desbarajusta la estabilidad económica de Europa desde hace meses. La subida de los precios afecta a todos los países, pero el mix energético que tengan -la mezcla de energías diferentes que se usan para proveer cada nación- puede derivar de manera muy diferente en cómo sufren los efectos bilaterales del conflicto. Italia es el país europeo que más gas ruso compra por detrás de Alemania y, si la guerra implicase el freno del suministro -que no tiene por qué ser así-, el Gobierno de Draghi deberá pensar en una estrategia y un mercado de gestión energética que solucione un peligro de desabastecimiento.

Desde mediados del 2021, el suministro de gas por parte de Rusia a la UE ha diminuido con respecto a los ritmos habituales, eso ha causado la subida de precios, hasta cinco veces más altos que los períodos de estabilidad precedentes. ¿Por qué Italia es la más perjudicada de Europa? Por el uso que hace de los diferentes tipos de energía.

Recordemos que el gas es la energía de transición desde el carbón a las energías renovables e Italia es el país de la UE que más recurre a él. Tanto que el 42,5% de la energía que usa Italia proviene del gas y casi la mitad llega precisamente de Rusia. Esta situación pone en compromiso la llegada de recursos y los precios, ya que, al final supone el 20% de la recepción total, según datos del ISPI (Instituto de Estudios de Política Internacional).

No solo puede afectar a las infraestructuras, como el canal de gas que pasa por Ucrania y que Rusia usa para distribuir sus recursos energéticos a Europa, sino que las sanciones que la UE puede introducir ante la estrategia bélica de Moscú podrían tener un efecto en el suministro energético entre países. Es por eso que el papel de Italia, siendo la principal afectada por su dependencia, puede convertirse en relevante en cualquier momento. Lo ha señalado la número dos de la Casa Blanca, Kamala Harris, que reconoce que “Italia no puede negar tener preocupaciones propias”. Además, ha mostrado cercanía con la preocupación declarada por Mario Draghi en las últimas horas, publicado por la agencia Bloomerg, que pedía que las sanciones no se dirigiesen al campo energético. La presencia del país transalpino puede materializarse en cualquier momento, ya que se espera un viaje inminente de Draghi a Moscú.

La vinculación de mercado energético en este ámbito de Italia es histórica, fue el primer país de la UE en recibir gas ruso allá por el 1969. Se han hecho varios intentos de diversificar los proveedores, ante un problema de geopolítica que desestabilizase el mercado, como está ocurriendo en la actualidad, pero nunca se ha llegado a un cambio sustancial. Los primeros en sufrir los daños de la subida de los precios son los ciudadanos, pero la industria y el sistema energético de un país pueden tambalearse ante una situación como la descrita. A pesar de que la UE cuenta con bancos energéticos con los que puede hacer frente a este tipo de impactos, Italia no saldría ilesa del conflicto y puede encontrarse en una diatriba ante sus necesidades ante Putin y la directriz de la UE de mantener una posición de diálogo clara.

Es por eso que el Ministro de Exteriores italiano Di Maio, mantiene la postura de desescalada de tensión defendida en los últimos días, también en sus viajes a Ucrania y Rusia. Pero, se advierte en sus palabras una especie de urgencia. Debido a las complicaciones observadas en el último fin de semana, que muestran una solución pacífica cada vez más lejana, en la jornada del lunes Di Maio, desde Bruselas, ha declarado que están en máxima alerta y que la embajada en Kiev seguirá abierta, pero pide a todos los italianos en territorio ucraniano dejar el país. El objetivo de un punto de encuentro se mantiene en sintonía con la línea de la UE, pero las circunstancias son cada día más inestables y cada país pone de relevancia sus riesgos.