El legado de Trump: un triste final de mandato para la historia

  • Los ánimos de una parte importante de la sociedad estadounidenses seguirán exacerbados, algo que pasará a la historia debido a la actitud de Donald Trump, el presidente que no supo decir adiós a tiempo

Los estertores de la era Trump cierran uno de los ciclos más convulsos de la historia de Estados Unidos. La división creada en el país por la forma de hacer política de un presidente que no ha sido capaz de reconocer la victoria, en las urnas, de su adversario político aboca a un futuro incierto al país del sueño americano y la fe en la democracia. Una nación que, sin embargo, ha sido capaz de dejar de lado la conmoción de las primeras horas tras el asalto al Capitolio y continuó por la noche la votación interrumpida para certificar la victoria de Joe Biden en las recientes elecciones.

“El Senado de Estados Unidos no se dejará intimidar. No seremos excluidos de esta cámara”, dijo alto y claro el líder republicano de la Cámara Alta, Mitch McConnell en la reanudación de la ceremonia que debía haber tenido lugar por la mañana y que quedó interrumpida por la irrupción de una multitud de seguidores de Trump en el Capitolio con graves consecuencias. Como la evacuación de los líderes políticos, el toque de queda en la ciudad de Washington o las imágenes para la historia de la violencia y el caos en el corazón de la capital del país.

Una película americana

Como si de una película se tratara, los estadounidenses asistieron atónitos a la formación de barricadas policiales, la huida de los congresistas y senadores por los pasillos, el ruido de los disparos y la locura de una turba que, espoleada por las palabras del propio presidente saliente en un mitin previo en los alrededores de la Casa Blanca, invadió uno de los símbolos patrios. La rabia de los alborotadores sustituyó a la razón y la furia se impuso a la ley en el edificio que alberga las dos cámaras del país, dando lugar a una situación que nunca antes había tenido lugar.

Mientras, no sólo los ciudadanos norteamericanos miraron estupefactos lo que estaba ocurriendo, el mundo entero reaccionó con estupor a los efectos de la sinrazón provocada por un discurso incendiario. Nicola Sturgeon, primera ministra de Escocia, se mostró “absolutamente espantada”, Justin Trudeau, su homólogo canadiense, señaló su preocupación y dijo “estar siguiendo la situación “minuto a minuto”, mientras que el presidente del Parlamento Europeo, David-Maria Sassoli, definió lo ocurrido como “profundamente preocupante”.

Consecuencias inmediatas

Pero para los Estados Unidos esto es mucho más que una cuestión de imagen internacional. Lo ocurrido, que supera todas las expectativas de lo que podría esperarse tanto de Donald Trump como de sus seguidores más acérrimos, abre una incógnita sobre el futuro de un país sumido en una crisis económica, sanitaria y ahora, también política.

Las consecuencias inmediatas no se hicieron esperar. Algunos de los colaboradores más cercanos del presidente Trump salieron espantados. “Condene esto ahora, @realdonaldTrump”, publicaba en Twitter Alyssa Farah, su directora de Comunicación justo antes de renunciar a su puesto; también parte los republicanos que se habían comprometido a no votar a favor de la certificación de la victoria de Biden en el Congreso, retiraron sus objeciones. Incluso Twitter, Facebook e Instragram cerraron la cuenta de uno de sus más fervientes usuarios.

Todo ello abre un período incierto en un país donde una parte importante de la sociedad apoya a Trump, un mandatario que consiguió más de 74 millones de votos en las últimas elecciones y que, si bien es cierto que se ha convertido en el undécimo presidente con un solo mandato (algo que no ocurría desde la derrota de George H.W. Bush en 1992), su electorado le sigue siendo absolutamente fiel.

El partido republicano de Trump

No obstante, la brecha que esta situación inédita ha creado en el país es tan grande que los hijos de Trump, que también participaron en el mitin previo a los disturbios, criticaron a los legisladores republicanos que no quisieron hacer alegaciones a la victoria de Biden de una forma peculiar. “Este ya no es su Partido Republicano. Este es el Partido republicano de Donald Trump”, dijo Donald Trump Jr., llegando a escenificar la apropiación de un partido que existe desde 1854.

Con este desdén a lo establecido y a todo lo que no siga las consignas de Trump, por una parte de la ciudadanía, el país se enfrenta a un nuevo periodo que debería comenzar el próximo 20 de enero, cuando Joe Biden y Kamala Harris juren y asuman sus nuevos cargos de presidente y vicepresidente de la nación. Pero a estas alturas nadie sabe qué puede pasar en los 15 días que quedan para ello mientras siga Donald Trump en el cargo.

De momento han surgido algunas voces que piden invocar la enmienda 25 de la Constitución de los Estados Unidos para forzar su destitución.

Sea cual sea la solución, los ánimos de una parte importante de la sociedad continuarán exacerbados. Tanto como para no permitir una legislatura tranquila al presidente entrante, que tendrá que usar todas sus energías para levantar al país de una pandemia, una crisis económica y la conmoción ante los últimos acontecimientos. Algo que pasará a la historia debido a la actitud, durante las últimas semanas, de Donald Trump, el presidente que no supo decir adiós a tiempo.