El misterio del mecánico estadounidense que robó un avión en Inglaterra en plena Guerra Fría

  • Dos buzos británicos creen haber encontrado los restos de la nave que desapareció en 1969 en extrañas circunstancias en el Canal de la Mancha

  • La viuda del oficial, que escapó de una base inglesa para reunirse con ella, sospecha que Washington tuvo que ver con su muerte

  • El incidente se produjo en un momento de máxima tensión entre Nixon y Brézhnev y nunca emergió ninguna información clara del caso

Dos buzos británicos, Grahame Knott y Simon Brown, creen estar cerca de resolver el enigma de la desaparición de un avión Hércules conducido por un mecánico estadounidense que pretendía llegar a su país desde una base militar inglesa en 1969, en plena Guerra Fría. Su desaparición se produjo en circunstancias nunca clarificadas. Cincuenta y dos años después, los dos buzos han encontrado los restos de la nave y pistas que podrían probar que fue abatida por cazas norteamericanos y que se produjo un encubrimiento. La viuda del mecánico, Jane Meyer, que reside en los Estados Unidos, espera que se esclarezcan los hechos al fin.

Los hechos se produjeron la madrugada del 23 de mayo de 1969. Paul Meyer era un sargento de las fuerzas aéreas estadounidenses (USAF), un veterano del Vietnam de tan solo 23 años que trabajaba como mecánico de aviones y que había sido destinado a la base aérea de Mildenhall, en el este de Inglaterra. Era el momento álgido de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. Reino Unido era aliado de los Estados Unidos. El sargento Meyer fue destinado a Europa después de casarse. Hacía cincuenta y cinco días que se había comprometido con Jane, que tenía un hijo de siete años de una pareja anterior.

Meyer sentía nostalgia, quería volver a casa con su esposa y su hijastro, y solicitó el traslado a una base militar de Virginia, cerca de ellos. Pero su petición le fue denegada. La noche en la que le denegaron volver a su país, el 22 de mayo, asistió a una fiesta privada de un compañero militar. Bebió de forma exagerada y empezó a comportarse de forma errática y agresiva. Sus compañeros lo convencieron para llevarlo a una habitación a dormir. Nadie lo vio salir por la ventana. La policía lo detuvo mientras caminaba peligrosamente por el medio de la autopista. Fue detenido por ebriedad y alteración del orden público. Le escoltaron hasta la base militar y lo dejaron durmiendo en su barracón.

Nostalgia de un hombre enamorado

Fue entonces cuando urdió el plan para robar un avión y regresar a casa con su añorada esposa. De madrugada, entró en la habitación de un capitán y robó la llave de su camión. Lo condujo hasta el hangar. Se hizo pasar por un tal capitán Epstein y pidió al oficial al mando que llenara de combustible un avión de transporte Hércules C-130. El oficial obedeció a su superior sin hacer preguntas. Llenó el tanque. Meyer conocía perfectamente el funcionamiento de la base militar porque trabajaba allí como mecánico, pero no era piloto de aviones. Sin embargo, le pudo más la añoranza y se subió a la nave y la hizo despegar.

El teléfono en casa de Jane, en Estados Unidos, sonó de madrugada y la arrancó de la cama. Le sorprendió oír la voz de su marido. “Vuelvo a casa”, le dijo exultante. “Qué quieres decir con que vuelves a casa?, le preguntó, confusa. “Estoy en un pájaro en el cielo y vuelvo a casa”, le dijo él. “¿Tú? ¿Estás pilotando el avión?”, exclamó ella. Estuvieron hablando durante más de una hora. Ella le rogó que regresara a la base. En un momento de la conversación Paul se puso nervioso. “Te llamo en cinco… tengo problemas”. La comunicación se cortó. Una hora más tarde, a las 6.55 de la mañana, el avión se estrelló en el Canal de la Mancha.

Teorías conspirativas

Unos días después aparecieron en la costa restos del fuselaje del Hércules. Nunca encontraron su cuerpo. “Cuando me dijo que estaba en problemas, supuse que el problema debió haber sido el envío de aviones para derribarlo. Estoy segura de que no me han dicho toda la verdad”, ha confesado la viuda recientemente a la BBC. El hijastro de Meyer, Henry, que tenías iete años cuando su padrastro desapareció recuerda el día en que el capellán del ejército fue a ver a su madre para decirle que su esposo estaba perdido. “Recuerdo que mi mamá simplemente se derrumbó en el suelo como una muñeca de trapo”, contó. Nunca confirmaron su muerte.

Mientras hablaba con Jane, Meyer bordeó Londres por el este, cruzó el mar hacia Francia. En Dieppe viró hacia el oeste para ponerse rumbo a Estados Unidos donde estaba Jane. Luego, mientras sobrevolaba Cherburgo, desapareció. Nadie sabe lo que le sucedió. Algunos historiadores británicos especularon que fue derribado. Un ex piloto de las fuerzas aérea británicas, aseguró que un piloto estadounidense, en un cazabombarderos F-100 Super Sabre, despegó de la base aérea de Wattisham, a 55 kilómetros de la base de Mildenhall, ese 23 de mayo y regresó sin un misil.

Tensión nuclear

El armero en jefe en Wattisham desmintió este testimonio, pero recordó que un armero de otra base, en Chivenor, le contó que un cazabombarderos había despegado ese día y que su piloto fue interrogado por haber disparado sus armas. Otras teorías incluyen que Meyer se desorientó en una nube, que se quedó sin oxígeno o sin combustible. El ministro de Defensa británico, John Morris, explicó en el parlamento que Washington le informó que detectaron el Hércules de Meyer por el radar. Jane asegura que su marido le dijo que volaba bajo para no ser detectado. La versión oficial estadounidense es que envió dos aviones para ayudarle y no lo encontraron.

El incidente se produjo en uno de los momentos más tensos de la Guerra Fría, en plena guerra de Vietnam, nueve meses después de la invasión de Checoslovaquia por parte de la Unión Soviética de Leonid Brézhnev y los países comunistas del Pacto de Varsovia para frenar la liberalización del país. Unos meses después, en octubre de 1969, el presidente estadounidense Richard Nixon ordenó a un escuadrón de B-52 cargados con armas nucleares sobrevolar los límites espaciales soviéticos para intimidar a Brézhnev. En este contexto de tension nuclear, el sargento Meyer robó un avión y se encaminó por el Atlántico hacia los Estados Unidos.

Obsesión

El caso cayó en saco roto hasta que entraron en escena Grahame Knott y Simon Brown, los dos buzos. Knott trabajó como operador en una compañía de submarinismo durante treinta años y estaba jubilado. Simon Brown es un especialista en la reconstrucción de accidentes automovilísticos. Empezaron la búsqueda en 2015, cuando un pesquero de arrastre le explicó a Knott que recordaba haber encontrado un fragmento de un avión en su red veinte años atrás. Este testimonio les permitió cerrar el radio de búsqueda a 15 kilómetros cuadrados entre la isla inglesa de Portland, en el Canal, y la ciudad francesa de Cherburgo.

Utilizaron el barco Knott para la búsqueda, que costearon de su bolsillo, obsesionados con la búsqueda. Se pasaron un año navegando la zona cada día, arrastrando un dispositivo de sonar hasta que un día de noviembre de 2018 vieron a un grupo de peces reunirse sobre algo inusual. Se sumergieron y encontraron un avión en el fondo. Era el Hércules de Meyer. Les sorprendió que tan solo quedaran partes. De haber sido un accidente habría caído al mar de una sola pieza. En julio de 1969 apareció un cadáver sin cabeza con mono militar no identificado cerca del lugar del accidente. Knott cree que alteraron pruebas durante la operación de rescate.

Reconstrucción en 3D

“Paul era un buen tipo que nos dio a los niños la estabilidad que tanto necesitamos en nuestras vidas. Era realmente maduro para su edad”, lo describe Henry, su hijastro. Su descripción difiere con un informe oficial del Pentágono, que lo describe como una persona “bajo una angustia emocional considerable” que estaba enojado porque lo habían ignorado para un ascenso. Ha investigado durante treinta años lideró la desaparición de su padrastro. Entregó sus hallazgos al gobierno de los Estados Unidos pero, por error, fueron extraviados. Piensa que su gobierno pudo haber tenido algo que ver con su muerte.

Los dos buzos no han terminado todavía su trabajo. No tienen autorización sacar el avión del fondo del mar, así que lo están reconstruyendo los restos y el motor a través de imágenes submarinas y están trabajando con especialistas en 3D. Cuentan que un exmilitar les explicó lo que realmente pasó, que están trabajando en esta hipótesis y están a punto de resolver el caso. Y que, cuando terminen con este enigma, se sumergirán en el caso del padre de la actriz inglesa Kristin Scott Thomas, el teniente Thomas, que desapareció en extrañas circunstancias también en el canal de la Mancha, mientras pilotaba un avión en 1966.