El Movimiento 5 Estrellas o la autodestrucción del partido más votado

  • El partido con más representación parlamentaria y miembro del Gobierno resulta intrascendente

  • Las distintas almas del Movimiento amenazan con una escisión

El Movimiento 5 Estrellas (M5E) nació para agitar el tablero político por tantos flancos que se crearon más corrientes internas de las que un partido normalmente puede soportar. Y sin más ideología que airear la rabia del momento, sople por la izquierda o por la derecha, esos movimientos sísmicos amenazan periódicamente con sepultar a quienes los generan. Los únicos que habían mantenido hasta ahora la unidad eran los guardianes de la jerarquía: el cómico Beppe Grillo y Davide Casaleggio, hijo del empresario informático Gianroberto Casaleggio, con quien Grillo fundó el partido.

Pero ni Grillo mantiene su estrella ni Davide es digno heredero. Y, además, la relación entre ambos está casi congelada. De modo que este fin de semana, uno de los dirigentes de la primera hora y antiguo icono para las bases, Alessandro Di Battista, se saltó la disciplina para pedir la convocatoria de un congreso en el que definir una nueva estrategia. Grillo respondió que “después de los tierraplanistas” creía “haberlo visto todo, pero no”. El dirigente que se rebela y el líder supremo que se ofende. El viento que soplaba esta vez era de escisión.

El M5E fue el partido más votado en las últimas elecciones, hace sólo dos años, con un 33% de los sufragios. Un porcentaje que les permitió gobernar primero con la Liga del ultraderechista Matteo Salvini y actualmente con los socialdemócratas del Partido Democrático (PD). El Cinco Estrellas salió herido de la coalición con la Liga y eligió al PD por simple supervivencia. La decisión fue de Grillo, pero no todos los sectores la respaldaron.

Luigi Di Maio, vicepresidente en el Gobierno con Salvini, presentó meses después su dimisión como líder del partido. En su lugar colocaron al interino Vito Crimi, un hombre de paja que se mantiene en el cargo mientras las demás corrientes toman vuelo propio. La formación ha perdido en los sondeos la mitad de los apoyos, es tan intrascendente en el Gobierno con el PD como con la Liga y, para colmo, en las últimas horas el diario ABC ha publicado un documento que sostiene que en 2010 el Gobierno venezolano, con Nicolás Maduro como ministro de Exteriores, habría entregado 3,5 millones al M5E.

Sus dirigentes aseguran que es falso y amenazan con acciones legales, pero el escándalo podría acelerar un proceso de división que ya está en marcha. Existen demasiadas almas dentro del Movimiento, a las que intentan atraer sus personajes principales.

Beppe Grillo

Era el hombre con carisma que conseguía movilizar a las masas, pero el verdadero ideólogo era Gianroberto Casaleggio, que gracias a su empresa informática desarrolló una estrategia para captar hacia dónde se movía el electorado. En 2009, el año de su nacimiento, el cambio lo representaba Barack Obama y el descontento se gestaba por la izquierda. Más tarde, cuando surgieron los populismos de derechas, el M5E viró también en ese rumbo. Pero Casaleggio murió, se perdieron los sensores del partido, y el cambio dejó a muchos descolocados. Aún así, la alianza con la Liga refrendó el doble salto mortal.

La figura de Grillo como alma máter quedó como único timonel. Apartado formalmente del M5E, sólo aparecía cuando había que marcar la estrategia. Él fue quien eligió a Di Maio como líder y quien propició el acuerdo con el PD. Y ahora que la única vía para seguir en el poder es la senda del institucionalismo, se apoya en Giuseppe Conte, un abogado independiente que fue aupado a primer ministro por el M5E, y que no tiene que rendir cuentas con el pasado del partido. Probablemente Grillo tampoco haya perdido del todo el olfato y haya olido que por ahí se mueve ahora la política.

Di Battista – Di Maio

Se trata de una pareja casi contrapuesta, pero que coincide en su desencanto con la cúpula. Di Battista era el chico guapo que recorrió América Latina siguiendo los pasos del Che, un agitador al que no le importa la izquierda o la derecha sino la confrontación. Hubiera sido el sustituto natural de Grillo. Él era quien mantenía buenas relaciones con los países bolivarianos, aunque esa vía ahora está cerrada. Recientemente también pasó un periodo en Irán. Mientras, Di Maio representaba una figura gris, más conservador y con poca sustancia. Y, sin embargo, Grillo eligió a Di Maio. Probablemente para que no le hiciera sombra.

El resultado fue que el partido se convirtió en una pieza más del aparato y cuando se rompió la alianza con la Liga volvieron a surgir las divergencias. Di Battista defendió siempre el pacto con Salvini, al que veía como el único socio con quien afrontar el asalto al sistema. Los reparos de Di Maio a pactar con el PD, pese a que ahora sea ministro de Exteriores en ese Gobierno, se deben más bien a que perdió la poca autoridad que podía tener. Fueron los perdedores de la última crisis, aunque Salvini nunca ha quemado los puentes con este sector del M5E, que podría aglutinar a un buen número de diputados.

El factor Conte

Ha ejercido como primer ministro plenipotenciario en la mayor crisis de la historia reciente, lo que le ha otorgado una gran popularidad. Lo que no está muy claro es que tenga intención alguna de ingresar en el M5E, pese a deberle su carrera política al aparato. En un partido tan desgastado, su fortaleza se basaría precisamente en no formar parte de él.

Este domingo el 'Corriere della Sera' publicaba una encuesta reveladora. Un M5E con Conte como candidato sería el partido más votado, con un 24%; si la formación presentara a otro líder, pasaría al quinto puesto, con un 12%; y, en caso de que Conte decidiera formar una lista propia, contaría con el 14%. El primer ministro apenas departe con los líderes del M5E, se siente más cómodo en el centralismo del PD. Sin embargo, la alianza es funcional y para él lo ideal sería quedarse como está.

Posibles escenarios

Si se terminan abriendo las aguas, lo natural sería que la corriente que abandera Di Battista vuelva al populismo más exacerbado y ahí se podría encontrar con Salvini y sus socios de la derecha. La gran duda es si arrastraría a Di Maio y una parte sustancial del grupo parlamentario, que se vería privado del poder. Si el partido se rompe en dos, la otra parte podría ser absorbida por los socialdemócratas o quedar como una muleta de estos. Una escisión abriría también una crisis en el Gobierno, porque éste se podría quedar sin mayoría.

La otra hipótesis es que se imponga el pragmatismo y el M5E se agrupe en torno a Conte. La irritación entre quienes querían transformar el sistema es evidente, pero al fin y al cabo ha habido muchos virajes y éste en realidad ya se ha producido. Los ministros y diputados a quienes les quedarían tres años de legislatura también le podrían enseñar la puerta a Di Battista, que ni siquiera forma parte del Parlamento.