La pandemia y la crisis estructural disparan la emigración argelina

  • La ruta argelina de la migración hacia territorio español se ha activado dramáticamente en los últimos meses

  • Al menos 10.000 personas se han echado a la mar para abandonar el país magrebí y varios centenares han perdido la vida o se hallan desaparecidas desde que comenzara el año

Es Argelia, estúpidos, se diría enmendando a aquel asesor del presidente Clinton. Es también el Estrecho, Ceuta y Melilla, y, sobre todo, Canarias, cómo no. La pandemia y sus rigores unidos a una crisis estructural –la economía argelina ha sido incapaz de diversificarse con vistas a reducir su dependencia de los hicrocarburos- han disparado en los últimos meses el tránsito a través de la ruta argelina de la migración, y, con él, el drama y la tragedia. Una cuestión que en España, país al que se dirigen estas personas huyendo de la desesperación, preocupa tanto casi como el suministro del gas con el invierno a la vuelta de la esquina.

Una ruta que recupera viejos bríos. Pero la misma harga (migración clandestina) de los harragas o emigrantes sin papeles –literalmente, ‘los que queman’ (las fronteras) en lengua árabe- de otros momentos. Además de una pandemia y una grave situación socioeconómica, en Argelia ocurre que el Hirak o movimiento de protesta nacido en 2019 se ve incapaz de procurar la democratización del sistema político y que los puentes con el vecino marroquí otra vez están rotos. A finales de agosto, Argel suspendió relaciones diplomáticas con Rabat, a la que acusa de azuzar el independentismo –y el terrorismo- en sus regiones de mayoría bereberófonas, la Cabilia en particular, y de espionaje.

Miles de inmigrantes

A falta de datos oficiales, las estimaciones apuntan a que al menos 10.000 personas se echaron a la mar desde Argelia para alcanzar suelo español desde comienzos de año. Varios centenares de harragas se dejaron la vida en el intento. En su mayoría son varones jóvenes del país, aunque cada vez se ven más mujeres y familias al completo. “Es una clara señal del deterioro socioeconómico, la pandemia ha pasado factura, y hay una parálisis a la hora de adoptar reformas profundas por parte del Gobierno. Y los problemas estructurales son los mismos, empezando por el desempleo y la falta de perspectivas para los jóvenes”, explica a NIUS la profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid Laurence Thieux.

Solo el fin de semana del 18 de septiembre pasado, 1.500 migrantes argelinos alcanzaron suelo español a bordo de 80 embarcaciones; medio centenar de estos harragas perdieron la vida. Según la Organización Internacional para las Migraciones, la ruta migratoria argelina es “la más activa después de la canaria”. La OIM registraba desde mediados de agosto hasta finales del mes pasado 81 muertos y 425 desaparecidos que habían partido de Argelia rumbo a España.

Uno de los supervivientes de esas travesías, de nombre Mohamed, admitía ante las cámaras del canal franco-alemán Arte desde la costa de Almería que “en Argelia no hay ni trabajo ni porvenir. Incluso trabajando no tienes dinero y casi qué comer. Hemos venido para tener una vida mejor. Que Dios nos ayude”. Muchos de ellos pagarán a las mafias cifras desorbitadas, por encima de los 4.000 euros, para subirse a un cayuco y lanzarse a las aguas del Mediterráneo. Llegarán, con suerte, a las costas andaluzas –sobre todo a la almeriense, la más próxima-, murcianas o baleares.

Fracaso del gobierno argelino

“Fundamentalmente el problema es político y está vinculado al fracaso del Gobierno argelino a la hora de ofrecer una perspectiva seria a los jóvenes argelinos”, asegura el politólogo argelino Adel Ouarabah a NIUS. “Efectivamente, el fenómeno se había frenado de manera destacable durante 2019, marcado por el Hirak, que dio un brillo de esperanza a los jóvenes argelinos. Pero la frustración ha sido grande a la vista de los resultados y hay que tener en cuenta igualmente al deterioro de las condiciones socioeconómicas en Argelia tras la caída de los precios del petróleo en 2015. En consecuencia, la harga ha recuperado fuerza este año, principalmente hacia las costas españolas”, desgrana el especialista.

Los puntos de partida de las arriesgadas travesías de los harragas se encuentran en las costas noroccidentales del país magrebí y, en concreto, de wilayas como las de Orán, Mostagán y Tremecén. El investigador argelino Adel Ouarabah apunta a cambios operativos en las mafias domésticas. “Técnicamente, ello se explica en parte por el hecho de que las redes de paso están más activas en el oeste que en el este del país, principalmente gracias a la utilización creciente de nuevos medios de transporte más sofisticados. En particular, los barcos denominados en la jerga de los harragas ‘assariaa’, precisa el doctor en Relaciones Internacionales.

“Además, cuando incluso el Ministerio de Defensa argelino no escatima en medios para los guardacostas, no pueden descartarse las complicidades individuales de ciertos agentes. Si no, ¿cómo se explica que dos millares de personas lograran acceder y partir de una misma playa en espacio de una semana recientemente?”, se pregunta el investigador.

Argelia no hace comentarios

Entretanto, las autoridades argelinas guardan silencio. Somera fue la mención al problema en la rueda de prensa que el ministro español de Asuntos Exteriores José Manuel Albares ofreció tras su encuentro en Argel con el presidente de la República Abdelmadjid Tebboune y su homólogo Ramtane Lamamra el pasado 30 de septiembre. Según el jefe de la diplomacia española, los dos gobiernos han de hacer frente al “desafío común” y Argelia ha asumido el compromiso de “hacer todos los esfuerzos necesarios para recibir a aquellas personas que se encuentren en situación irregular”. Recordemos que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, visitó Argel en agosto de 2020 y que dos meses después haría lo propio el presidente del Gobierno Pedro Sánchez. El objetivo, que Argel aceptase las repatriaciones de sus ciudadanos llegados a suelo español en algunos de estos cayucos.

Precisamente, la falta de cooperación de las autoridades argelinas ha empujado a Francia –enfrascada en período preelectoral- a reducir para el año que viene nada menos que a la mitad las visas a ciudadanos del país magrebí que pretendan visitar territorio galo (una decisión que ha desencadenado un crudo cruce de acusaciones entre París y Argel a costa del pasado). No parece que las autoridades españolas vayan, de momento, a adoptar una medida similar. “En la crisis abierta entre Argelia y Francia, España está tratando de posicionarse. Las autoridades españolas están cuidando mucho a Argelia, como demuestran las varias visitas oficiales a Argelia en los últimos meses, con el contexto de una presión alcista sobre los precios del gas y el problema migratorio”, explica la doctora en Estudios Árabes e Islámicos Laurence Thieux a este medio.

Soluciones "a medio plazo"

Sobre la solución a medio plazo al problema migratorio con el gigante magrebí, la investigadora francesa de la UCM afirma que solo con una “cooperación más ética y basada en el desarrollo” hacia Argelia por parte de la UE podrá avanzarse, porque la apuesta exclusiva por “la securitización no ayuda”. “Es un error por parte de Europa de avalar, subrayando su estabilidad, regímenes como el argelino incapaces de diversificarse y apoyados en pilares frágiles. De hecho, desde 2019 el poder argelino es más frágil y le interesa la cooperación con la UE, de ahí que trate de mostrarse como garante de las fronteras externas”, advierte Thieux.

“A pesar de todas las restricciones en materia de seguridad para resolver el problema, las redes de los harragas se adaptan con rapidez. A falta de reformas económicas serias, la frustración va a empujar cada vez a más jóvenes a jugársela en el mar”, augura con pesimismo Ourabah. Lejana aún la recuperación económica post-pandémica y con las finanzas públicas en situación delicada -y el divorcio con Marruecos comprometiendo una parte de las exportaciones de gas a Europa-, todo apunta a que el descontento social no menguará en los próximos meses. A menudo eclipsado por Marruecos (y las recurrentes fricciones en las relaciones con Rabat), a España y la UE se le abre con fuerza el frente argelino en un momento nada oportuno.