Pekín cambiará la forma de comer de los chinos para evitar enfermedades

  • El gobierno chino prohíbe la venta de animales exóticos para comer

Todavía se desconoce si fue en el mercado de Huanan, en Wuhan, donde se produjo el salto del COVID-19 de animales a humanos. Pero el lugar contaba con el entorno ideal para la mutación y propagación de enfermedades.

En sus puestos se vendían decenas de especies exóticas que de otra manera no habrían tenido contacto ni entre ellas ni con personas. Muchos ejemplares eran recluidos vivos en pequeños espacios, heridos y estresados. Además, la higiene del mercado era muy deficiente, con suelos y puestos cubiertos de sangre y heces.

Los últimos estudios apuntan a que el coronavirus se originó en murciélagos y pasó a los humanos a través de otra especie, que podría ser el pangolín. En 2003, se halló que el transmisor del SARS, probablemente también desde el murciélago, fue la civeta, un mamífero parecido a la gineta que se vendía en un mercado de Cantón. Muchos en China se preguntan cómo no se terminó de prohibir este comercio de fauna antes, conociendo los antecedentes de la epidemia de hace 17 años.

¿Prohibición definitiva?

El dirigente chino, Xi Jinping, lo dejó claro a principios de mes: “Se debe abandonar el mal hábito de comer animales salvajes sin límites”.

Este lunes, el Gobierno decidió suprimir completamente su venta en la sesión bimensual del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional tras aplicar una prohibición temporal el 26 de enero, aunque todavía queda por saber hasta dónde llegará la medida cuando avance su desarrollo.

En principio, parece que se penalizará la alimentación a base de estos animales, la caza y el tráfico ilegal. La industria tiene un valor de cerca de 70.000 millones de euros en China y da empleo a 14 millones de personas, según cálculos oficiales. Hasta ahora existen leyes en China que ya prohíben este tipo de compraventa, pero no han resultado efectivas porque tienen vacíos legales por los que se cuelan toneladas de productos.

Además, en un intento de reducir el impacto sobre la fauna salvaje, las autoridades favorecieron la creación de granjas para la cría de animales en cautividad. Estos negocios se han multiplicado por cinco en la última década y, en muchos casos, siguen obteniendo sus ejemplares de la caza. A partir de ahora, quedarán también prohibidos.

Aun así, según algunos expertos, la lucha contra las enfermedades depende más de las condiciones higiénicas, otro grave problema en China, que de las especies consumidas. Al fin y al cabo, algunas de las epidemias más graves de los últimos años, la gripe porcina (H1N1) y la gripe aviar (H5N1 y H7N9), surgieron de cerdos y gallinas.

“Todo lo que corre, nada o vuela”

A muchos chinos, la ingesta de animales salvajes les es igual de ajena y repugnante que a otras culturas. La mayoría de ellos no come nada más allá de ternera, pollo o carpa.

En las últimas semanas han circulado por internet vídeos de chinos sorbiendo sopa de murciélago. Aunque son reales, en su mayoría se trata de turistas de viaje en el archipiélago pacífico de Palau. De hecho, en China, y en Wuhan, el consumo de carne de murciélago es muy raro y su consumo es mucho más popular en otros países de Asia, África y Oceanía.

Pero la gastronomía china es muy diversa. La provincia sureña de Cantón, por ejemplo, es conocida por el consumo de animales atípicos. Un conocido dicho local reza que allí se come “todo lo que corre sobre la tierra, nada por el mar o vuela por el cielo”.

En esta región, la serpiente es un plato habitual y se suele comer frita. También es popular el caparazón de tortuga en sopa, la rata del bambú o el escribano aureolado, un pequeño pájaro que ha visto descender su población en un 90% en los últimos 30 años.

En China también se comen ciertos insectos, en especial crisálidas de gusanos de seda, ciertas orugas y cigarras fritas. La salamandra gigante, en peligro de extinción, se cría para su consumo, al igual que ciertas especies de rana y de cocodrilo. En leyenda se queda, sin embargo, la ingesta de cerebro de mono.

Aunque indignante para la gran mayoría de chinos, en algunas regiones es tradición comer gato y perro. A pesar de las protestas dentro del país, el famoso festival de Yulin se sigue celebrando cada junio y en él se comen cerca de 10.000 canes.

Folklore, bilis de oso y soft power

De momento parece que la nueva regulación no afectará al comercio de animales salvajes para la medicina tradicional china, o no del todo. El Gobierno promueve esta multimillonaria industria, no solo en China sino también fuera de sus fronteras, como parte de la promoción de su soft power.

Estas prácticas, especialmente las que no están reguladas por las autoridades y que se basan en antiguas tradiciones populares, otorgan propiedades curativas sin base científica alguna a infinidad de órganos de animales. Muchos de ellos están incluidos en la lista de CITES, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas.

Es el caso del pangolín, el animal más traficado del mundo. Este mamífero también se come como producto de lujo, pero lo más demandado son sus escamas por sus supuestos beneficios para multitud de dolencias, como la fiebre o la sordera.

China ha prohibido el comercio de ciertas especies amenazadas y la Federación Mundial de Medicina Tradicional China las ha sacado de su farmacopea, lo que ha ayudado a su protección. Pero, aunque no se prescriban en hospitales, el folklore sigue pesando y este tipo de productos todavía se pueden conseguir.

El tigre, por sus huesos, y el rinoceronte, por sus cuernos, son dos de los grandes perjudicados por la medicina china, que considera que curan la artritis o reducen el dolor. El caballito de mar, la piel de burro o las branquias de manta raya también tienen todo tipo de supuestos beneficios medicinales y su demanda en China está llevando a estas especies a la extinción.

Quizá una de las prácticas más crueles es la extracción de bilis de oso malayo o de oso negro para la curación de enfermedades de hígado. Los animales son cazados y mantenidos vivos en jaulas con catéteres permanentes para drenar el preciado líquido. Pero, por supuesto, los productos más demandados son aquellos para la disfunción eréctil. Algunos siguen creyendo que la ingesta de pene de tigre, lobo marino, toro o serpiente ayuda a mitigar la impotencia.

Muchos vieron en la comercialización de la Viagra en China una oportunidad para la reducción de su consumo. Y, aunque sí ha supuesto una alternativa para millones de chinos que no se pueden permitir los elevados precios de los remedios animales en el mercado negro, estos se han convertido en un objeto de lujo y un símbolo de estatus, algo contra lo que es difícil luchar.