El Trigésimo Primer Juzgado Especializado en lo Penal con Reos en Cárcel de Lima (Perú) ha condenado a 20 años de prisión por trata de personas a Félix Steven Manrique, el líder de la secta que captó a Patricia Aguilar, una chica ilicitana de 19 años que estuvo durante un año y medio en una selva peruana.
Así se explica en una información que publica el periódico peruano 'El Comercio', que ha reproducido una sentencia leída en una sala de audiencias en un tribunal penal del distrito de San Juan de Lurigancho (Perú). Además, al ahora condenado se le ha impuesto una reparación civil de más de 88.000 soles peruanos (unos 23.600 euros), que tendrá que pagar a seis víctimas, entre las que se encuentra Aguilar.
El líder de la secta se encuentra actualmente en una cárcel de este distrito a las afueras de la capital peruana.
El doctor José Miguel Cuevas que trata a Patricia desde que regresó a España elaboró un informe psicológico de la joven que fue aportado como prueba ante la justicia peruana. El documento recoge que Patricia padece un "trastorno de estrés postraumático" tras sufrir "una intensa manipulación sectaria" por parte de Steven Manrique con el que su relación se basaba en "la sumisión, el sometimiento, el control mental y la dependencia".
Manrique la aisló de su familia y de la sociedad en general en la selva peruana, le prohibió escribir cartas y consiguió su "debilitamiento psicofísico". Para conseguir manipularla, Manrique le hacía tomar ayahuasca (que produce alucinaciones) y hojas de coca.
Además el psicólogo añade que Patricia defendió a su gurú al ser rescatada porque es frecuente que las víctimas "utilicen estrategias de simulación para intentar proteger a su grupo, basándose en el miedo y en la distorsión ocasionada por la manipulación del grupo" por esto concluye con que "el testimonio de Patricia resulta más objetivo en el momento actual que en el momento inmediato a su liberación".
Patricia Aguilar conoció al líder de la secta a través de Internet cuando tenía 16 años. Félix Steven Manrique o el príncipe Gurdjeff la convenció para que al cumplir 18 años abandonara a su familia. En 2017, la joven partió a Perú.
Un año después, su padre voló al país para reanudar el caso de su hija, que las autoridades habían paralizado. Gracias a ello, encontraron a la joven, aislada en una cabaña en el Amazonas junto a varios niños y su propio hijo recién nacido.
La familia explicó en su momento que la joven había vuelto por propia voluntad y que no le iban a reprochar nada.
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