Rebelión contra Boris Johnson

  • El Primer Ministro británico pide apoyo a su grupo parlamentario para que “logremos que la UE retire sus amenazas de la mesa”

  • Alrededor de 30 diputados tories están dispuestos a boicotear el proyecto de ley que viola el derecho internacional al invalidar detalles del Acuerdo de Retirada firmado con la UE

  • Los ex primeros ministros Tony Blair (laborista) y John Major (conservador) acusan a su sucesor de avergonzar al país y poner en peligro el proceso de paz de Irlanda del Norte

El Primer Ministro, Boris Johnson, ha puesto toda la maquinaria en marcha para apaciguar a su partido, pero de momento no está surtiendo efecto. Desde que esta semana reconociese que está dispuesto a violar el derecho internacional para salirse con la suya, no solo han lanzado el grito en el cielo tres ex líderes conservadores, Theresa May, Michael Howard y John Major, sino que a medida que avanzan las horas se suman más diputados tories a una rebelión que pretende evitar que se manche, aún más, la reputación del Reino Unido.

Esta revuelta no es una simple pataleta; lleva días sumando adeptos entre las filas conservadoras y cuenta incluso, según el diario The Times, con un grupo de whatsapp en el que los parlamentarios intercambian sus impresiones. Su título, traducido de forma educada, vendría a decir: “¿Qué puñetas está pasando?”.

En un intento de convencerlos, Downing Street decidió celebrar una videoconferencia con sus diputados. En ella, Boris Johnson les pidió que voten a favor del proyecto de ley del Mercado Interno, porque es “vital si queremos prevenir que un organismo internacional extranjero tenga el poder de romper nuestro país”. Sin embargo, la cita virtual no ha logrado su objetivo, y ha generado más enfado. Y es que no hubo espacio para todos y ni si quiera se les permitió formular preguntas.

Según la prensa británica, hay unos 30 diputados tories dispuestos a votar en contra si no se enmienda este proyecto de ley, que se debate este lunes en la Cámara de los Comunes. El texto, que ha publicado esta semana el Gobierno británico, invalidaría detalles del Acuerdo de Retirada que firmó el año pasado con la Unión Europea. Sin embargo, según Downing Street, es "necesario para posibilitar que las cuatro naciones que forman el país puedan comerciar entre sí sin barreras una vez acabe el periodo de transición el próximo 31 de diciembre".

La marca Reino Unido por los suelos

Uno de los últimos en unirse a los rebeldes es Tobias Ellwood, Presidente del Comité de Defensa del Parlamento, tradicionalmente leal y muy respetado: “Garanticemos el Brexit, pero no nos olvidemos de lo que representamos. Este proyecto de ley está dañando la marca Reino Unido, disminuyendo nuestro estatus como modelo de la defensa de los estándares globales. Ahora que llegamos a la línea de meta, veamos más arte de gobernar y menos teoría demente nixoniana (en referencia al polémico ex Presidente de Estados Unidos, Richard Nixon)”.

El columnista estrella de The Times, Matthew Parris, afirma que “despedazar tratados no es algo que el mundo asocie con el Reino Unido, así que asumamos que esa nueva ley es una mala idea”. Este ex parlamentario conservador, que fue secretario de Margaret Thatcher, piensa que este proyecto “podría sobrevivir inicialmente pero después probablemente solo si es enmendado”.

Ese acuerdo del Brexit, que cerró en su día con la UE, se aprobó en el Parlamento y se convirtió en un tratado internacional. De ahí que cualquier intento de cambiarlo suponga un quebrantamiento del derecho internacional que ha llevado a la Comisión Europea a amenazar con ir a los tribunales si Londres no da marcha atrás, mientras que el Parlamento Europeo ha asegurado que, incluso si se llegase a alcanzar un acuerdo con Bruselas, lo vetaría.

Irlanda del Norte vuelve a ser un obstáculo

Este Acuerdo de Retirada contiene el llamado Protocolo para Irlanda del Norte, que se aplicaría solo si no se llegase a un compromiso antes de final de año. Según este, esa región británica quedaría dentro del mercado único europeo y su frontera con la República de Irlanda seguiría siendo invisible. Por tanto, la frontera con el bloque comunitario se situaría en el mar de Irlanda, a unos kilómetros de Escocia.

Boris Johnson asegura ahora que estas últimas semanas le “ha preocupado la diferente interpretación” que hacen ambas partes de dicho protocolo. Sin embargo, el Financial Times echa por tierra la excusa del Primer Ministro. Y es que, según este periódico, ya fue advertido el año pasado de las consecuencias que podría suponer para el Reino Unido dicho protocolo.

¿Qué pretende realmente Downing street?

Hay mucha confusión sobre la estrategia que están siguiendo en este momento los asesores de Johnson, especialmente porque en su día este repitió una y otra vez que se trataba de un buen acuerdo y convenció a los suyos para que lo aprobasen en el Parlamento. Ahora, sin embargo, ha llegado a decir que hay una “grave anomalía” en ese Protocolo de Irlanda del Norte.

Lo primero que ha tuiteado este fin de semana ha sido este mensaje: “Logremos que la UE retire sus amenazas de la mesa. Y aprobemos este proyecto de ley, apoyemos a nuestros negociadores y protejamos a nuestro país”. Y adjuntaba el artículo que ha escrito para el diario conservador Daily Telegraph, en el que afirma que Bruselas podría usar una “interpretación extrema” de ese protocolo para imponer “una frontera a gran escala en el mar de Irlanda" (que podría parar el transporte de alimentos). Eso pondría "en peligro la integridad del país, la paz y la estabilidad de Irlanda del Norte”.

Ofensiva de Tony Blair y John Major

Sin embargo, dos ex primeros ministros se han unido una vez más este domingo para firmar un artículo conjunto en The Sunday Times, en el que denuncian que lo que está haciendo su sucesor es “chocante” y cuestionan su “el compromiso” con el proceso de reconciliación de Irlanda del Norte. Tony Blair (laborista) y John Major (conservador), arquitectos del histórico Acuerdo de Paz del Viernes Santo, aseguran que Johnson en realidad “lo está poniendo en peligro”. Estos dos políticos anti Brexit lo acusan además de “avergonzar al país”.

Mientras tanto, el tiempo corre. El 31 de diciembre acaba el periodo de transición y el 15 de octubre es la fecha que ha impuesto el Primer Ministro británico para alcanzar un acuerdo. A pesar de este rifirrafe que parece hacer imposible que ambas partes logren un compromiso, está previsto que las negociaciones continúen esta próxima semana en Bruselas. De hecho, en las últimas horas, y aunque resulte difícil de creer, Boris Johnson ha vuelto a insistir en que “aún es muy posible sellar un acuerdo al estilo del de Canadá”.