Cuatro sesgos cognitivos que nos empujan a jugar lotería casi sin darnos cuenta
Los sesgos cognitivos son distorsiones sistemáticas del pensamiento racional
Nos empujan a sobrestimar nuestras posibilidades de éxito, a crear patrones donde no los hay y a justificar decisiones económicas
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MadridCada diciembre, millones de personas en España adquieren con entusiasmo su participación en la Lotería de Navidad. Pero, más allá del ritual colectivo y del folclore que envuelve al Gordo, ¿por qué seguimos comprando décimos de este, y otros sorteos, año tras año, a pesar de que las probabilidades de ganar el primer premio son ínfimas? La respuesta no se encuentra solo en la esperanza o la tradición, sino en una serie de atajos mentales o sesgos cognitivos que afectan a nuestra percepción del azar, el riesgo y la recompensa.
Los sesgos cognitivos son distorsiones sistemáticas del pensamiento racional. En el contexto de la lotería, estos sesgos nos empujan a sobrestimar nuestras posibilidades de éxito, a crear patrones donde no los hay y a justificar decisiones económicas que, desde un punto de vista puramente estadístico, no tienen sentido.
Falacia del jugador (o del apostador)
Este sesgo nos lleva a pensar que ciertos resultados aleatorios están influidos por lo que ha ocurrido antes. Por ejemplo, si un número no ha salido en los últimos sorteos, creemos que “ya le toca”. O, al contrario, evitamos repetir combinaciones recientes por creer que es improbable que se repitan.
En realidad, cada sorteo es independiente. La probabilidad de que salga cualquier número es siempre la misma, independientemente de lo que haya ocurrido en sorteos anteriores. Como explica el matemático y divulgador Santi García Cremades: “El azar no tiene memoria. Pensar que un número tiene más posibilidades porque no ha salido últimamente es un error común y peligroso”.
Ilusión de control
Creemos —equivocadamente— que elegir personalmente los números del boleto, comprarlo en una administración específica o seguir determinados rituales aumenta nuestras posibilidades de ganar. Es lo que se conoce como ilusión de control. Este sesgo, identificado por primera vez por la psicóloga Ellen Langer en los años 70, nos lleva a pensar que podemos influir en resultados puramente aleatorios.
Como señala el psicólogo Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología en la Universidad Autónoma de Barcelona: “La ilusión de control es muy poderosa. Nos da seguridad y reduce la ansiedad. Pensamos que si hacemos las cosas a nuestra manera, tendremos más suerte, aunque no haya ninguna base lógica que lo justifique”
El sesgo de optimismo
El sesgo de optimismo nos hace sobrestimar la probabilidad de que nos ocurran cosas buenas y subestimar la probabilidad de que nos ocurran cosas malas. En el caso de la lotería, significa que creemos tener más posibilidades de ganar que el resto, aunque objetivamente todos tengamos las mismas.
Este fenómeno ha sido estudiado por Tali Sharot, neurocientífica y autora de The Optimism Bias. Según sus investigaciones, el cerebro humano está cableado para esperar resultados positivos, incluso frente a evidencia estadística en contra. De ahí que pensemos que “algún día nos tocará” aunque hayamos jugado sin éxito durante años.
Heurística de disponibilidad
Cuando recordamos fácilmente un suceso, tendemos a pensar que es más frecuente o probable de lo que realmente es. En psicología, este atajo mental se conoce como heurística de disponibilidad. Los medios de comunicación juegan un papel clave: constantemente vemos historias de ganadores de la lotería, entrevistas emocionadas, reportajes con cava y confeti. Pero rara vez se habla de los millones de personas que no han ganado nada.
Como indica el divulgador científico José Ramón Alonso en Naukas, “la lotería es un ejemplo perfecto de cómo nuestra mente confunde notoriedad con frecuencia. Al estar tan presentes en el imaginario colectivo los casos de ganadores, creemos que nos puede pasar también a nosotros”.
Comprender estos sesgos cognitivos es esencial para tomar decisiones más informadas y racionales respecto a la participación en juegos de azar. Reconocer que factores psicológicos influyen en nuestro comportamiento nos permite reflexionar sobre nuestras motivaciones y fomentar una actitud más crítica y consciente al jugar a la lotería.