Pablo Chiapella, la comedia y la vida

  • Al actor que da vida a Amador en 'LQSA' la llamada a la actuación le llegó cuando estaba a punto de presentarse a unas oposiciones para ser profesor de educación física

  • Acaba de estrenar la película 'Llenos de gracia', tiene pendiente 'De perdidos al río' y está trabajando en un nuevo proyecto cinematográfico

  • "No tengo miedo a encasillarme, tengo miedo a no currar", afirma Chiapella

Nos citamos en estos días de julio, en plena ola de calor, el mercurio de los termómetros parece haber puesto en fuga a las buenas sombras, mucho me temo que se hayan ido ya de vacaciones. Pese a ello, Pablo Chiapella (Albacete, 1976) aparece como siempre: simpático, risueño, generoso en el hablar. Comienza contándome que iba para maestro especializado en educación física y que, a punto de afrontar unas oposiciones, descubrió de manera intuitiva otra vocación que yacía adormecida y que de repente y como un chispazo le conectó con la atracción: “En realidad yo diría que fueron un par de llamadas de telefonillo porque cuando iba al cole hice un par de cositas para la semana cultural y ahí noté de repente que me salían las cosas muy bien".

"En el colegio mis hermanos eran muy avanzados y yo el más despistado de todos. Sin embargo, cuando hice esta muestra de teatro me di cuenta de que la profe y todo mi entorno me decían que algo se despertó en ellos más que en mí. Decían: "Pero si lo hace muy bien". Eso no me encendió una llama pero sí que noté que había un mundo por descubrir, aunque lo olvidé porque eran otros tiempos y yo no pensaba que aquello pudiera ser mi profesión definitiva. Seguí mis estudios sin tener en cuenta esta opción. Terminé mi carrera de Magisterio en Educación Física hasta que un día tuve que acompañar a mi amigo Ernesto Sevilla a Madrid porque a través de un amigo suyo, Santi de Lucas, le habían comprado un texto para una productora de jóvenes talentos".

"Yo estaba a punto de presentarme a una oposición que tenía muy bien preparada y esta sí que fue la llamada, y de telefonillo, porque fue así como me llamó Ernesto y me dijo: “Este tren no lo puedes perder”. En efecto me vine a Madrid en tren… Me matriculé en un academia que todavía existe, se llama Réplica, y ahí me di cuenta que ese era mi lugar. Eso fue en el 2000 y un año después ya estaba trabajando y desde entonces no he parado. Al igual que te he dicho que en el cole era un despistado en esta etapa de mi vida esa niebla desapareció y fui consciente de que aquí estaba mi sitio, que quería leer, aprender, estar activo… Se me abrió el mundo y decidí quedarme en Madrid y abandonar todo lo relacionado con el magisterio. Sucedió todo en 3 días: un chispazo, una llamada y… “.

La escena y los escenarios fueron desde entonces su mundo y su espacio, el lugar en el que quedarse a vivir, ponerse a crecer profesionalmente. Llamo a Ernesto Sevilla, amigo desde la infancia de Pablo para que me ayude desde el principio en este relato: “Le conozco desde hace más de 30 años. Desde el colegio. En mi primera impresión recuerdo pensar que no podía haber una persona más graciosa en el mundo. Siempre ha tenido una personalidad arrolladora. Durante mucho tiempo no podíamos estar juntos porque acabábamos en el suelo de la risa. A nuestros profesores no les hacía tanta gracia. Más tarde tuvimos la suerte de convertir nuestras chorradas en una profesión y seguimos muriéndonos de la risa pero ya no nos echaban de clase sino que nos pagaban por ello".

"Los años han pasado y hemos seguido siendo amigos aunque para mi, tratándose de Pablo, la palabra “amigo” se me queda muy corta. Lo considero mucho más que eso. Pablo es alguien que solo entrando en una habitación puede cambiar la energía de todas las persona que se encuentren en ella. Y a mi solo le hace falta mirarme para que me descojone vivo porque sé perfectamente lo que puede estar pensando. Y esto siempre ha sido así. Conocer a Pablo Chiapella es uno de golpes de suerte más grandes de mi vida. Lo admiro y lo quiero muchísimo”.

Su apellido italiano fue otra de mis primeras curiosidades, saber que es lo le que queda, lo que lleva de Italia consigo: “Pues quedan bastantes cosas, mi abuelo se vino de allí en 1911, de Chiapella tengo el atrevimiento que él tuvo. Mi abuelo tenía un buen puesto de trabajo en Madrid, vivía en la zona del Retiro, venía de Turín, era muy cultivado: tocaba la guitarra, pintaba, cantaba, esculpía… En uno de sus viajes conoció Ayora (Valencia), donde nacieron mis padres y lo dejó todo, se cogió a mi abuela María, que era cordobesa, y la convenció para comprar una pareja de vacas e irse a La Mancha, donde solo se bebía leche de cabra, a montar una vaquería. Se convirtió en el vaquero del pueblo. Era un cachondo, esquiaba cuando había nieve para asombro de los paisanos, montó un coro, dio clases de francés y bebía vino".

"También me queda de mi padre, que ya que esto se llama Palabra de Vino te diré que también le gustaba el vino, de él me quedó ese atrevimiento de tener todo organizado y revuelto (así de contradictorio) y apostar por otra cosa y otra alternativa totalmente distinta. Ese impulso de seguir a un impulso es muy Chiapella”.

Como decía el poema de José Martí: “Hay que tener el atrevimiento de salir a pintar en la tela del viento”.

Actuar es un oficio de inquietos y Pablo llegó a Madrid y al poco se puso a encadenar trabajos como si quisiera mandar postales a su futuro. Su entrada artística fue en la ciudad, en la comedia, en la televisión. “Todo fue muy progresivo, enseguida me di cuenta de que lo primero era aprender. Tenía de forma innata bastantes herramientas pero muy desubicadas, no sabía aprovecharlas".

"'La Hora Chanante' empezó a funcionar y coincidió con el comienzo del auge de YouTube por lo que enseguida empezó a notarse en la calle, veíamos que la gente nos conocía, yo no tenía el alcance que tenían Ernesto, Joaquín o Raúl pero sí que empezaba a notar cosas, personajes que la gente reconocía: recuerdo un personaje que hacía que se llamaba el “Bombas” que fue el primero por el que empezaban a reconocerme, era un macarrilla, ya solo recordarlo da risa. El caso es que empecé a notar aquello y fue muy satisfactorio, llevaba muy poquito tiempo en Madrid y de repente ver que la gente ya veía algo que estabas haciendo que creías que era para una minoría y gracias a YouTube empezó a hacerse popular sobre todo para una generación. Fue como una señal que tenía que dejar el chándal de profesor en el armario, ja, ja, ja”.

'Aquí no hay quien viva' y 'La que se avecina'

Decía Oscar Wilde que “en la escritura no existen más que dos reglas: tener algo que decir y decirlo”, en la escena también ocurre: encontrar un papel en un proyecto adecuado y encajarlo, bordarlo. Pablo andaba entre proyectos “chanantes” que luego fueron 'Muchachada Nuí' y 'Museo Coconut' y en esos trabajos tan divertidos iba zurciendo su felicidad y su futuro hasta que otros proyectos fueron cruzándose en su camino: 'Aquí no hay quien viva' (Antena 3, 2003-06) y 'La que se avecina' (Telecinco, 2206-actualidad) pero antes tuvo algunas experiencias episódicas y una de las más determinante fue para TVE en 'Al filo de la ley' (2005). Así me lo cuenta: “Fue donde tuve mi primer personaje fijo y además tenía que darle la réplica nada más ni menos que a Emilio Gutiérrez Caba. Tenía tan poca idea que empezamos a grabar y Emilio, que es muy serio, dijo: “¡Cortad, cortad!” Y me pregunté: ¿Qué habré hecho mal? Todo me sonaba fatal… Y fue porque él quería una pequeña peana a la que subirse porque yo era más alto (se ríe, recordando la anécdota). ¡Que alivio! Aquella era una serie de abogados muy chula, muy bien realizada. Recuerdo que hacía de novio de Natalia Verbeke porque se la levantaba nada más ni menos que a Leonardo Sbaraglia (se ríe de nuevo). El proyecto no llego a cuajar a pesar de que como te he dicho estaba bien hecha pero eran otros tiempos y las series estaban yéndose hacia otro lugar. Me fastidió porque para una vez que había pillado un personaje fijo… Tuve suerte y enseguida me llamaron para 'Aquí no hay quien viva', en la quinta temporada, cuando ya se había convertido en un éxito sideral, superaba los 40 por ciento de share. Al sexto capítulo me dijeron que se cancelaba y yo no daba crédito que sucediera con un producto con éxito tan grande y empecé a creer que era un “tumba series”, pero de repente lo que me parecía un drama profesional apareció 'La que se avecina' y cambié el personaje de Moncho Heredia por el de Amador Rivas que fue ganando protagonismo. Encontré mi lugar y ya con enorme serenidad me dije: Esta es la mía”.

'La que se avecina' se ha convertido en un clásico de referencia, la serie más multidifundida de la televisión que ha pulverizado los récords que ostentaban 'Los Simpson' y alguna vez me he preguntado si esta es una serie que le pertenece de verdad o viceversa.

Antes de proseguir en la conversación llamo a Alberto Caballero, productor ejecutivo y creador de la serie para que participe también este devenir de sábado: “Pablo es básicamente un cachondo mental, un tipo sano con un talento especial para sacarle partido a una situación cómica pero viene de su naturaleza, de su personalidad esencialmente gamberra. Tiene un punto de vista muy gamberro de la vida y eso lo que más admiro de él. Luego con el tiempo se le ha ido mezclando con una evolución personal hacia la madurez que consigue lo bueno, a nivel profesional, de un actor responsable y formal que hace muy bien su trabajo con el hecho que no ha dejado de ser un cachondo mental, ni perder al gamberro que lleva dentro. Esta es su principal característica. Es muy difícil decir una chorrada y que él no entre al trapo con otra. Es de lo más ocurrente que conozco”.

'La que se avecina' es ese vecindario trapisonda, tejido sobre la comedia y sobre la risa. La vida publicada en balcones y descansillos, en un bar estrecho y una pescadería esperpéntica. Seres de barrio convencidos de que el mundo no tiene mucha importancia fuera de Montepinar.

Pablo, como ha subrayado Alberto, es un tipo especialmente dotado para la comedia a la que ha dedicado días enteros de su vida. Le pregunto si no teme encasillarse en la comedia, si también alberga el temor a quedarse detenido en el personaje de Amador: “En esta profesión a lo que de verdad tememos es a no trabajar. Estar en activo te hace superar estos miedos pero también es verdad que a veces te planteas el riesgo de no avanzar. Yo tengo mucha confianza en el largo recorrido. Esta profesión es a veces una maratón y me digo que ya llegará el momento. Tengo cualidades para vestirme de otros personajes y además. ¿Qué voy a hacer?, ¿Renegar de algo que está siendo un éxito, que gusta mucho al público y además me divierte y aprendo? Sería absurdo irse de un lugar cuando no tienes otro que te asegure estar en el que te gustaría estar en algún momento. Soy paciente, disfruto de lo que tengo y tengo la oportunidad que no tienen muchos actores. Haber cogido un personaje a los 30 años seguir haciéndolo con 45, ese recorrido no lo ha tenido ni Al Pacino. Además este trabajo me permite ir compatibilizándolo con otros cinematográficos. He estrenado hace pocas fechas 'Llenos de gracia', me queda otra por estrenar 'De perdidos al río' y estoy trabajando en un nuevo proyecto".

"No tengo miedo a encasillarme, tengo miedo a no currar”.

Dice un poeta contemporáneo que en la vida hay momentos en que se casan todas las piezas.

A pesar de no parar de subir y bajar las escaleras del vecindario de Montepinar, Pablo ha ido construyendo muchos yoes y ensamblándolos ordenadamente en su camino artístico. Una manera de conversar con la profesión, de poner en marcha el motor de la actuación.

En el teatro descubrió el encanto de iniciar una historia y terminarla en dos horas, en la televisión el vértigo de lo trepidante y en el cine a trabajarse sus personajes con tiempo. Nuestra conversación se detiene en el cine, le recuerdo su trabajo en 'Perdona si te llamo amor' (Telecinco Cinema, 2014), la adaptación del best seller de Federico Moccia y me paro para dar cabida a su director Joaquín Llamas: “Nunca tuve ninguna duda que el personaje de Pedro en 'Perdona si te llamo amor' era para Pablo Chiapella. No había trabajado nunca con él, pero me parecía que tenía el talento, la comedia y la ternura suficientes para hacer grande al personaje".

"Recuerdo que el primer día de rodaje tenía una escena, supuestamente desnudo, en las duchas de un polideportivo y con un simple movimiento de cejas hizo reír a todo el equipo. En cada toma, en cada secuencia daba algo que aportaba ternura a un personaje que en su aspecto mas visible era un despreciable caradura, pero él lograba que resultara entrañable y simpático".

"Generoso con sus compañeros también hacía que los demás personajes crecieran a su lado. Terminamos la película y siempre he pensado que me queda una asignatura pendiente con él. Hacer algo dramático. Porque un actor de comedia de su talla es seguro un gran actor de drama”.

Despido muy agradecido a Joaquín y le pido a Pablo que me hable de su último trabajo estrenado recientemente: 'Llenos de gracia', es una película muy bonita, una historia real y de superación de un futbolista que terminó debutando en el Real Madrid. Siendo un niño huérfano tuvo la suerte de encontrarse con una mujer que interpreta Carmen Machi que supo ver en él su talento y ayudarle a alcanzar el éxito. Una historia contada con mucha delicadeza, en la que los niños están maravillosos. Mi papel es el de un entrenador que en realidad es el bedel del orfanato que ha tenido una historia romántica con el fútbol pero se lesionó y vio truncado su futuro y que en el fondo vive en una realidad paralela, en una vida de mentira. Estoy muy contento con este trabajo”.

Un vino manchego

Sé que a Pablo le interesa el mundo del vino. Antes que esta hemos mantenido otras conversaciones alrededor de una botella: ”En mi casa siempre ha estado muy presente el vino - me señala-, precisamente por lo que te he contado: en el Piamonte siempre se ha bebido vino y por tanto mi abuelo y los Chiapella celebraban banquetes en los que el vino animaba a hablar, a comentar, abrirte… El vino y su permanente presencia. Mi padre siempre ha sido muy aficionado al vino y al queso, en mi casa siempre se cerraban las comidas con fruta, queso y vino. Por tanto ha habido siempre una transmisión de esta afición de padres a hijos, con el vino hemos cantado, sacado la guitarra, contado chistes. Nos ha acompañado toda la vida. Es la suma de mi parte manchega”.

El vino que nos acompaña se llama Volver 2019 y procede del noreste de esa comunidad autónoma, de la mano de un gran enólogo, Rafael Cañizares, reconocido internacionalmente y de un prestigio envidiable. Le llamo para que sea él quien nos los cuente: “Mis bisabuelos, abuelos y padres fueron viticultores, por tanto soy el producto de una tradición que viene desde hace casi 100 años. A propósito de esto, mi hija Sofía estudia enología y sumará pues la quinta generación".

"Bodegas Volver nacieron en el 2004 y en el 2005 lanzamos nuestra bandera, un cien por cien tempranillo procedente de un viñedo único plantado en 1957 en la Finca Los Juncares, en una zona alta de La Mancha que dan uvas de excelente calidad".

"Nuestro esfuerzo siempre ha ido encaminado a la recuperación de variedades autóctonas y a la búsqueda de viñedos viejos que por su bajo rendimiento o por falta de relevo generacional se hubieran perdido. Mantenemos una obsesión por la calidad y por la viticultura ecológica y sostenible. Una visión integral de la tierra y el medio ambiente con el mayor respeto. Queremos que nuestros vinos sean el mejor reflejo de su procedencia y que muestren el carácter de sus parcelas, de su terruño”.

El vino es goloso, tiene cuerpo y sabe a fruta madura, concentrada. Tiene un final largo, muy equilibrado. Para disfrutar de verdad.

En la mirada de Pablo existe un horizonte, el latido y la alquimia de ese personaje familiar, a la vez que estrambótico y cercano que se pasa la vida volando por ese vecindario sin precedentes en la televisión. En nuestra se despedida se dibujan las sonrisas que albergan la alegría de este buen momento de vino y palabras.

Como en el verso de Lorenzo Oliván: “Comerse la vida, abre el apetito”.

Palabra de Vino.