Baile o cresta: seis ritos de cortejo que le has copiado a los animales y no lo sabías

Elsa Alonso/ Foto: The Cornell Lab of Ornithology 26/04/2017 17:42

Flirtear, rondar, cortejar, insinuarse, declararse, halagar, obsequiar… todo con tal de enamorar al otro o llevarle al 'paraíso del placer'. Los animales lo saben bien.

1. Bailar sexy en la discoteca en torno a tu objetivo

Las aves del paraíso son primas hermanas de los cuervos y, aunque tienen mucho plumaje negro, los machos lo combinan con unos colores sorprendentes que dejan a las hembras anonadadas cuando bailan frente a ellas. Tanto las plumas de la panza como la cola se enseñan en el momento de la coreografía magistral. Estos pájaros de Oceanía son polígamos, pero se trabajan cada hembra con el fin de copular al máximo.

· El macho manakin (o saltarín cabecirrojo) tiene más 'flow' que los anteriores. A lo Michael Jackson, este ave demuestra que el baile es lo suyo y conquista por los pies a su hembra. Son aves autóctonas de América Central y Sur, y suelen vivir en bosques húmedos tropicales. Allí, el fenómeno Jackson jamás llegó, pero se ha encarnado en estos animales al ritmo de 'moonwalking'.

· Los avestruces son más rigurosas en su estilo. Lo que les gusta a estas aves africanas aprovechan su altura y voluptuosidad para realizar movimientos tan sexys como los que hace Rym a sus pretendientes. Giran apoyados sobre una de sus patas, hacia ambos lados, giran su amplio cuello y agitan sus alas como si fuesen los abanicos de 'Loco Mía'.

2. El lenguaje del abanico, tradicional y efectivo

Aunque no de la misma manera que los avestruces, el pavo real deja su 'particular abanico' totalmente abierto para pavonearse entre las féminas… ¡y qué abanico! Su cola ocupa casi el 60 por ciento de su cuerpo y luce un ocelo (u ojo) en tonos rojos, verdes, azules e incluso dorados. Cuando la abren se extiende desde su columna vertebral hacia ambos lados de su cuerpo llegando a tocar el suelo. La hembra al final cae rendida ante el espectáculo.

Es cierto que el abanico y su fantástico lenguaje (diferente en cada país y en cada época) nos queda algo lejano. Desde que Catalina de Médicis dio al artilugio una función más sensual que nobiliaria con su frase: “No se concibe el cortejo ni el amor sin su presencia (la del abanico)”, el objeto ha dado que hablar en las fiestas más glamorosas, desde la edad moderna hasta bien entrado el siglo XX, donde no se concebía una insinuación femenina sin ayuda de estas varillas.

3. Taconazos de infarto y contoneo al andar

Los tacones han servido para parecer más alto, para estilizar la figura, para que la pierna quede tersa… En resumen, estilo en los andares. Los piqueros de patas azules también visten un calzado precioso para lucirse frente a la hembra. Esta ave es de origen peruano aunque también se encuentra en California y en las Islas Galápagos. Las patas azules que dan nombre a este alcatraz son el punto fuerte de los machos. Exhiben sus extremidades inferiores a las hembras, en un baile de cortejo, y acaban engatusándolas en su contoneo tanto como lo hacen las pretendientas de Yera y Fabio.

4. Luchar por el amor dándolo todo

Y hablando de tronistas y pretendientes, Mujeres y Hombres y Viceversa ha tomado el cortejo como su tema estrella desde el principio y es de los programas más exitosos del amor. Pues los delfines tienen su propio trono: las hembras buscan que sus pretendientes demuestren todo lo que sean capaces de hacer para conseguirlas. Durante el ritual de apareamiento, 'tontean' la pareja de delfines iniciando una serie de saltos acrobáticos y caricias esporádicas. La hembra es la que tiene la última palabra, y lo manifiesta haciendo un silbido al delfín más donjuán.

5. Ponerse 'cachas' en el gimnasio para gustar más

No hay más que ver cómo están de llenos los gimnasios de gente, sobre todo en los primeros meses del año. Todos quieren comenzar la operación bikini y lucir palmito en las playas y en las fiestas más veraniegas. Pues el ave fragata no lo necesita porque tiene más 'pectorales' y más 'bíceps' que Rafa Mora y Labrador. Este pájaro tropical llama la atención de su amada inflando sus llamativos buches de un intenso color rojo. Tarda varios minutos en llenar al completo sus pulmones e inflar la bolsa de la garganta como un globo. Además, emite sonidos mientras muestra sus alas y agita su buche.

6. Quitarse las corazas y mostrarse tal y como somos

Es lo que más funciona, y la langosta lo sabe. Estos crustáceos rojos cuando comienza su época de apareamiento se deshacen de su caparazón y dejan su exoesqueleto a la vista. Eso, a la mayoría, acaba enamorándoles.