La lucha de los padres de Kira López continúa: "Si no se llega a matar, su caso habría pasado desapercibido"

Se van a cumplir cuatro años del día que Kira López, de 15 años, decidió suicidarse tras años sufriendo acoso escolar
Hablamos con sus padres, José Manuel y María José, de una lucha que todavía continúa
El padre de Kira pide en el Congreso una ley contra el acoso escolar: "Se ha normalizado el maltrato en colegios"
“Lo de siempre, papá”. Así respondió Kira López la última vez que su padre, José Manuel, le preguntó qué le pasaba. Fue el 18 de mayo de 2021. Esa noche, tras aquella breve respuesta, la niña se fundió con su padre en un abrazo. “Me dijo que me quería mucho y que era el mejor padre del mundo. No sabía que estaba despidiéndose”, relata emocionado José Manuel López a Informativos Telecinco.
Al día siguiente, Kira, de tan solo 15 años, decidió terminar con su vida lanzándose por el hueco de la escalera del edificio donde vivía en el barrio de Sant Andreu, Barcelona. Desde entonces, José Manuel y María José, la madre de Kira, no han vuelto a ser los mismos. “Cuando tu hija se suicida, lo primero que sientes es una tremenda sensación de culpa”, explica José Manuel.
Kira fue víctima de acoso escolar durante casi toda su vida. Desde los cinco años comenzó a sufrir agresiones físicas que, con el tiempo, evolucionaron en maltrato psicológico. Al pasar de primaria a secundaria, el acoso se volvió más sutil pero devastador. “La humillación, el desprecio, el sentirse marginada... Eso fue lo que la destruyó”, relata su padre. “Parecía tímida, pero era miedo lo que tenía”, agrega su madre.
Ella nunca nos quiso contar la realidad, vivía una depresión sonriente. Sufría por dentro y no quería que sufriéramos nosotros
Los signos de maltrato psicológico eran más que evidentes. En repetidas ocasiones, estos padres advirtieron al equipo directivo y al profesorado del colegio de que su hija sufría acoso. "Nos decían que iban a tomar medidas. Nunca hicieron nada", cuenta José Manuel con indignación. Al día siguiente de la muerte de la niña, el mismo colegio decidió no suspender una excursión que tenían programada. "No quisieron reconocer la culpa que ellos tuvieron y siguieron como si nada", denuncia la madre.
Al igual que la gran mayoría de víctimas, Kira sufrió en silencio. Es lo que José Manuel llama “bullying invisible”. “Ella nunca nos quiso contar la realidad, vivía una depresión sonriente. Sufría por dentro y no quería que sufriéramos nosotros”, comenta María José. Este tipo de acoso no deja marcas físicas. Sin embargo, las huellas quedan grabadas a golpe de insultos y humillaciones. "Si mi hija no se llega a matar, su caso habría pasado desapercibido", asegura su padre.
Semanas más tarde de la muerte de la niña, José Manuel y María José encontraron un correo electrónico en el que alguien del entorno escolar le escribía a Kira: “Kira, muérete”. Tras este mensaje, los padres denunciaron a la policía y se descubrió que el remitente era uno de los compañeros de clase de Kira. No hubo ningún tipo de castigo para este alumno.
Un juicio abierto
Actualmente, el centro escolar se enfrenta a un juicio penal por negligencia. El proceso judicial, previsto para el 14 de octubre, ha sido acompañado por la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona, que se han personado como acusación popular. Jose Manuel y María José aguardan con esperanzas el día del juicio. “La responsabilidad es del colegio, quien ha permitido estas situaciones y lo han ido tapando. Ahora falta saber hasta dónde llega la responsabilidad civil del centro”, apunta María José.

La denuncia de José Manuel es clara: muchos profesores, dice, actúan con negligencia o directamente “miran hacia otro lado”. “Me han llegado a decir que no son policías. Yo les digo que se dediquen a otra cosa. Cuando mi hija tenía cinco años y le pegaban en el colegio, la profesora nos dijo que la niña no se sabía defender... Es la profesora la que la tiene que proteger. No saben la responsabilidad que tienen, ellos creen que con dar clase es suficiente”, apunta José Manuel.
“Hay muchos profesores que dicen que es cosa de niños. La mayoría de casos de bullying se producen porque los centros escolares no toman medidas a pesar de que las familias están denunciando una y otra vez”, explica Maria José. “El mobbing en el ámbito laboral ya está tipificado como delito, ¿por qué el bullying no?”, se pregunta José Manuel. “Esto pasa en colegios públicos y en escuelas privadas de alto standing. Si le pasa al hijo de un político, quizá se tomarían otras medidas”, sentencia el padre.
Responsabilidad penal y protocolos antibullying
En la actualidad, el acoso escolar no tiene responsabilidad penal en nuestro país, a diferencia de Francia, donde el bullying está incluido en el código penal. “Si no lo incluyes en el código penal, no puede entrar la Fiscalía de menores, con lo cual, el autor queda impune. De esta manera, el agresor no aprende, hay que educarlo, no digo que haya que meter a un menor en la cárcel pero sí que igual lo tienes que llevar a un centro especial hasta que aprenda a comportarse”, explica José Manuel.
Asimismo, los protocolos antibullying, en la mayoría de casos, no se aplican con efectividad. Además, cada comunidad autónoma tiene unos protocolos diferentes. No existe, a día de hoy, un plan estatal. “Los propios centros escolares son los que deciden si aplicar el protocolo antibullying. Y para que un centro lo active tiene que existir un maltrato continuado, la mayoría de veces físico. ¿Cuántos insultos y humillaciones tiene que recibir mi hija para que alguien lo impida?", expresa José Manuel.
Aún pienso que Kira va a entrar por la puerta. Sólo nos queda luchar para que a otros niños no les pase, es la única forma de devolver lo que no pudimos hacer con nuestra hija
La mayoría de protocolos se fundamentan en separar al acosador de la clase, se divide el patio en dos y se asegura que en las zonas comunes no se van a cruzar agresor y víctima. Incluso puede ser necesario hacer un acompañamiento a la víctima a su casa. De igual forma, el Ministerio de Derechos Sociales, junto con las comunidades autónomas, estableció en 2022 la obligación de que todos los centros educativos —ya sean públicos, privados o concertados— cuenten con un “coordinador de bienestar”. Esta figura tiene como objetivo principal prevenir y abordar situaciones de violencia escolar, así como asegurar la aplicación efectiva del protocolo contra el acoso.
Sin embargo, la falta de recursos y de personal cualificado provoca que no se ejecuten los protocolos de manera óptima. Los profesores denuncian que quienes desempeñan esta labor son docentes que deben asumir esta responsabilidad durante su tiempo libre, sin contar con una formación específica en protección infantil. “Si se aplicasen estos protocolos al pie de la letra, la situación podría cambiar”, lamenta José Manuel.
En este sentido, José Manuel plantea una serie de propuestas añadidas para combatir más eficazmente el acoso escolar. Entre ellas, destaca la necesidad de que tanto en las reuniones con las familias como en las inspecciones educativas, los afectados puedan contar con el apoyo de un asesor legal, algo que actualmente no está contemplado. Además, exige que, en casos de suicidio de un menor en edad escolar, se abra una investigación de oficio de forma automática.

Según un informe del año pasado de la Fundación ANAR, el 9,4% de los alumnos en España son víctimas de acoso escolar y/o ciberbullying. El 6,5% sufren sólo acoso escolar presencial, el 1,1% ciberbullying y en el 1,8% de los casos padecen simultáneamente ambos tipos de acoso. El acoso escolar en grupo sigue siendo mayoritario (49,8%), tanto en educación primaria como en educación secundaria, y es el más frecuente por parte de los chicos (62,4%) que de las chicas (37,1%).
“El miedo dura para siempre aunque aprendas a esconderlo”
Tras estas cifras se esconden unas secuelas psicológicas que pueden durar toda la vida. Las víctimas se vuelven personas introvertidas e inseguras, pierden la autoestima. “Con el paso del tiempo, noté un cambio de personalidad en mi hija. Se volvió más introvertida, le costaba más relacionarse con la gente. Era muy buena persona, pero vivió en un ambiente hostil donde no le dejaron encajar… Quería ser pediatra”, cuenta su padre con la voz entrecortada por la emoción.
Seis meses antes de quitarse la vida, Kira grabó un audio para un trabajo del instituto en el que decía: “el miedo dura para siempre aunque aprendas a esconderlo”. Una frase que, a día de hoy, evidencia el sufrimiento silencioso y profundo que padeció la niña.
Después de cuatro años, el dolor de sus padres no desaparece. “Nunca podremos superar la muerte de nuestra hija. Yo sigo llorando igual que el primer día”, expresa José Manuel. “Es como si tu vida se hubiera acabado. A veces no me creo lo que ha pasado. Aún pienso que Kira va a entrar por la puerta. Sólo nos queda luchar para que a otros niños no les pase, es la única forma de devolver lo que no pudimos hacer con nuestra hija”, concluye María José.
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