Cambio climático

Isabel Moreno, física: "Pensamos que reciclando estamos haciendo mucho, pero dejamos huellas más grandes"

La entrevistada, en una foto reciente. CEDIDA POR LA EDITORIAL
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Los bulos sobre el cambio climático circulan con mayor velocidad —y virulencia— que las evidencias científicas. A Isabel Moreno, física especializada en atmósfera y divulgadora en televisión y redes sociales, le llegan continuamente a su buzón digital y en las conversaciones con su entorno preguntas como “si no podéis predecir el tiempo a diez días vista, ¿cómo vais a saber cómo será el clima del próximo siglo?” o “¿por qué no se han cumplido las previsiones de cambio climático?”, a las que ha querido dar respuesta. 

Acaba de publicar 'Atmósfera de bulos' (Ediciones B, 2025), un libro que desmonta uno a uno los argumentos más repetidos del negacionismo climático con datos, pedagogía y una importante dosis de cercanía. En esta guía, su segundo libro, da además un paso adelante y denuncia el acoso que reciben quienes divulgan sobre cambio climático y alertan sobre la emergencia a la que nos enfrentamos. Responde a Informativos Telecinco por teléfono desde Barcelona, donde participa en la jornada sobre biodiversidad de Naukas, la mayor plataforma de divulgación científica en español. 

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Pregunta: ¿Por qué decidió que era necesario escribir 'Atmósfera de bulos'? ¿Le llegan muchos mensajes con afirmaciones como las que aparecen en el libro? 

R: Muchísimas, sí. Decidí escribir 'Atmósfera de Bulos' porque ya no solamente me las encontraba en redes sociales, sino que a veces gente cercana a mí las soltaba. Y dije: "Ojo, que igual estos comentarios que yo creo que no tienen recorrido, sí lo están teniendo y están generando la duda en muchas personas". En muchos casos, esas dudas son razonables. 

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Por ejemplo, lo de, "¿cómo podéis saber el clima dentro de 100 años si no me podéis decir el tiempo que hará dentro de 10 días?" o "¿por qué el CO2 es tan importante si solo es un 0,04% de los gases que tenemos en la atmósfera?". Escribí entonces este libro como una especie de guía donde apareciesen la mayor parte de los argumentos de este tipo que podemos escuchar por ahí. 

P: En el libro menciona que algunas afirmaciones negacionistas no son técnicamente bulos, sino verdades a medias que necesitan contexto. ¿Es ese el tipo de desinformación más difícil de combatir hoy en día?

R: Es la más difícil de combatir porque estamos en una desigualdad de oportunidades y en una desventaja clarísimas. Nos encontramos en un momento en el que consumimos contenido muy corto en redes sociales, por lo que un mensaje corto llega mejor que uno que necesita ser explicado.

Ojalá dejar de ver los carteles de cerrado por condiciones climatológicas adversas

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Si se cuentan las cosas a la mitad, es más fácil que se difunda ese argumento que si se explica completo, como en el ejemplo de que el CO2 es un 0,04% de la atmósfera. En ese caso, habría que explicar que ese 0,04% está jugando dentro de un porcentaje muy pequeño, que es el tipo de gases que pueden alterar la temperatura que tenemos en la atmósfera. Entonces, eso necesita contexto. 

P: Entiendo al leer su libro que lo primero que hay que hacer para combatir los bulos -ya sean climáticos o de cualquier otro tipo- es tener claros los conceptos básicos, como la diferencia entre clima y meteorología. ¿Considera que falta en la sociedad española educación climática y meteorológica?

R: Este es un debate interno que yo tengo porque, cuando vamos en el coche, nos ponemos el cinturón de seguridad y lo hacemos sin saber qué nos puede pasar exactamente en caso de tener un accidente. Sabemos que nos puede pasar algo grave y nos ponemos el cinturón, tomamos medidas. 

En este sentido, el saber diferenciar tiempo y clima es una cosa básica, pero tengo un debate interno sobre si realmente tenemos que saber tanta ciencia del clima, al igual que tanta información relacionada con la economía u otros muchos temas. No todos podemos saber de todo, pero sí que tenemos que tener claro en quién podemos confiar para que nos cuenten esas cosas.

P: Acudir siempre a las fuentes más fidedignas o fiables y las oficiales. 

R: Eso es. No pido que todo el mundo sepa diferenciar tiempo y clima, aunque me encantaría dejar de ver los carteles de cerrado por condiciones climatológicas adversas. Las personas que tienen que poner esos avisos deben diferenciar tiempo y clima. Hay que conocer cosas relacionadas con el clima, pero tampoco es necesario ser unos expertos para tomar acción climática o para tomar ciertas medidas cuando tenemos situaciones meteorológicas adversas. 

P: Los medios tenemos una misión ética que debería orientarse a educar a la población. ¿Por qué cree que los medios son capaces de enfrentar a un negacionista del clima con expertos reputados, si no lo harían con otras cuestiones, como enfermedades, por ejemplo? ¿Qué tiene el clima para que se respete tan poco a nivel informativo?

R: No sé muy bien qué es lo que tiene el clima para que se trate de esa manera ni los entresijos que hay más allá, pero el cambio climático genera mucha crispación. Cuando se dan este tipo de debates, se hace también porque se sabe que van a tener éxito, que se van a mover bastante en redes sociales y van a tener audiencia. 

No somos conscientes del poder que tenemos como ciudadanos

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Hay otros temas en los que no se plantea: el enfrentar, por ejemplo, a un oncólogo con un negacionista del cáncer. Me gustaría entender por qué el cambio climático genera tantísima polarización y crispación. 

P: ¿Opina que los bulos llegan principalmente por dudas que genera el desconocimiento de la materia o por el instrumentalismo político y de grupos interesados?

R: Quiero creer que en un primer momento las dudas vienen del desconocimiento, pero después hay quien utiliza ese desconocimiento para sus intereses. Sabemos que hay grupos políticos que hacen del negacionismo su bandera. Trump ha ganado las elecciones con un planteamiento contra el cambio climático, diciendo que iba a sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París y ha rebajado el presupuesto de la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, por sus siglas en inglés) y de la NASA. 

Los expertos del clima llevamos muchísimo tiempo de ventaja en cuanto a asentar una ciencia del clima sólida y tenemos muy claro cómo está la situación como para dejar que el desconocimiento o la duda se utilicen como arma.

P: Ha hablado del odio y la hostilidad que ha recibido en redes por divulgar sobre cambio climático. ¿Considera que las plataformas digitales están haciendo lo suficiente para proteger a quienes hacen divulgación científica?

R: Definitivamente, no. He sufrido dos oleadas muy grandes de odio: la primera, por decir que no iba a llover; la segunda, que ha sido bastante continuada y que ha durado en el tiempo, sobre cambio climático. Sobre esta última, estaba participando en una campaña para luchar contra la desinformación y llegamos a hablar con la gente de la campaña sobre tener una reunión con el equipo de esa red social en España para ver cómo se podría mejorar esta situación. 

A día de hoy, sigo sin tener noticias sobre esta reunión. Por otra parte, hemos visto cómo X, desde que la compró Elon Musk, ha dejado que esos mensajes negacionistas, que generan polarización, se difundan muchísimo más. Muchas personas que nos dedicamos a divulgar sobre ciencia hemos dado un paso al lado. Pasamos mucho tiempo al día en las redes sociales, sobre todo los jóvenes, y nos encontramos con esos mensajes y no aparece la información de quienes hacen labor educativa. O no se difunde esa información de la misma manera que los bulos. 

P: ¿Cómo gestiona ese odio que recibe? 

R: Di un paso al lado en X. Hay cosas que no estoy publicando en esa red social porque sé que recibo mensajes que no me gusta leer y me he puesto muchos filtros para no ver esos mensajes. Entonces, es como una calma tensa, porque yo no veo qué es lo que me dicen y no sé si me están diciendo cosas o no me están diciendo cosas, pero al menos tengo la tranquilidad de no ver que alguien me está insultando o que llega incluso a amenazarme de muerte por hablar de cambio climático. 

Hay gente que por reciclar cree que está haciendo muchísimo, pero dejamos huellas más importantes

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P: En el libro señala que muchas veces se culpa a “la gente” de la crisis climática, pero también apunta hacia las grandes empresas contaminantes y a la inacción de los gobiernos. ¿Cree que se está desviando la responsabilidad desde los grandes actores hacia los ciudadanos? ¿Cómo deberíamos equilibrar ese relato?

R: En realidad, yo he apuntado a todo el mundo en el libro. También se está hablando a nivel de empresa y a nivel de gobierno sobre estos temas. Es normal que la ciudadanía tenga la sensación. A veces escuchamos algunos mensajes que son completamente entendibles, como "¿por qué voy a hacer yo ninguna acción para mejorar el medio ambiente si luego Taylor Swift coge su avión para comprar el pan?". Yo entiendo que desanime, pero no somos conscientes del poder que tenemos como ciudadanos.  

Estamos como estamos y consumimos como consumimos. En el libro, también hablo del papel de los ricos, un porcentaje muy pequeño de la población, porque no nos damos cuenta de que, simplemente por vivir en el lugar en el que vivimos, formamos parte del porcentaje más rico de la población. Es una verdad muy incómoda que hay que mostrar. Quien tiene más responsabilidad tiene que hacer más, y cuando las empresas generan algún producto que está muy relacionado con la crisis climática no pueden olvidarse de que ese producto está ahí, no pueden desentenderse porque ese producto tiene su huella. Nos tenemos que hacer responsables de nuestra parcela y, cuando creamos que ya no podemos hacer más y que la responsabilidad ya corresponde a otra persona, pedirle a esa persona que haga la función que le corresponde. 

P: Señala en el libro: “Hay que plantearse muchos aspectos de nuestra vida cotidiana algo más complicados que decidir en qué cubo ponemos lo que nos sobra”. ¿Qué podemos hacer como ciudadanos? ¿La concienciación social con el medioambiente derivará en una exigencia o presión hacia quienes más responsabilidad tienen?

R: Hay una gran diferencia entre el impacto que creemos que tienen nuestras acciones en el medio y el que realmente tienen. Algunas personas creen que, simplemente por reciclar, están haciendo muchísimo, cuando ni siquiera ellos reciclan, sino que separan. Reciclan las empresas que se encargan de gestionar esos residuos.

Aunque reciclar es una pata fundamental para hacerle frente a la crisis planetaria, a nivel climático no tiene tanto impacto como nosotros creemos. Tenemos que seguir separando y orientarnos hacia una economía en la que los residuos sean cada vez menores, pero nadie se plantea, por ejemplo, el impacto que tiene que en las vacaciones nos vayamos sistemáticamente a la otra punta del mundo.

Había un vídeo hace unos meses que se hizo viral de un chaval que se iba a viajar a no sé dónde y se encontraba con que tenía una botella de plástico en su mochila. La botella de plástico viajó por medio mundo e hizo un vídeo muy emotivo cuando llegó a su país tirándola en el contenedor. Aplaudieron a este chaval, pero nadie criticó el viaje. Es una verdad muy incómoda, como el título del documental de Al Gore, porque no se trata únicamente de hacer medidas pequeñas. Necesitamos medidas que realmente transformen nuestro día a día.

No hay que ser un experto para tomar medidas

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La alimentación también tiene una huella muy importante en el medioambiente, pero, cuando mencionamos el tema de la carne, la gente se cierra en banda enseguida, porque eso apunta incluso a nuestra identidad y a cómo entendemos el bienestar. O cuando hablamos de los residuos de la alimentación. Si tirásemos menos comida, se podría llegar a reducir hasta un tercio de las emisiones asociadas a la alimentación.

Otro melón es el trabajo y cómo nos desplazamos al lugar en el que trabajamos. A lo mejor, si cogemos el coche, vamos a tardar muchísimo menos que si optamos por el transporte público. En algunos casos, no hay transporte público que nos lleve hasta ahí. Y esto me recuerda a lo que ocurrió en 2019 con las manifestaciones por el clima, que exigían más compromiso a los gobiernos. Si un gobierno pone unas medidas para reducir la huella en algunos aspectos, la ciudadanía se tiene que sumar. Y también tenemos que tener en cuenta que las empresas no están haciendo determinados productos porque sí, sino para que la gente los consuma, por lo que tenemos parte de responsabilidad.