Raúl Ríos, entre el 5% de hombres con reducción de jornada: "Quería estar más presente en la crianza"

  • A pesar de las medidas de conciliación impulsadas por el Gobierno son muchas más mujeres que hombres las que optan por la reducción de jornada

  • Nius ha hablado con padres y expertos para buscar los motivos y posibles soluciones

Raúl Ríos lo tenía claro. No quería perderse los primeros años de vida de sus hijos y pidió la reducción de jornada para estar más tiempo con ellos. "Tenía un trabajo con jornada partida y eran muchas horas fuera de casa. Suponía estar muy poco presente en la crianza y yo quería participar de una forma igualitaria", reconoce a NIUS.

Raúl forma parte de ese 5% de hombres que opta por la reducción de jornada para cuidar de sus hijos, según datos de una encuesta reciente de Adecco. Las cifras no han variado mucho en los últimos años. En 2020, el INE (Instituto Nacional de Estadística) informaba de que solo el 4,5 % de los padres eligió trabajar a tiempo parcial para afrontar los cuidados del menor, frente al 26,3% de las madres.

"Los datos no engañan. Socialmente queremos vender que hay más igualdad, pero las cifras luego lo desmienten", dice Ríos. A pesar de las medidas impulsadas por el Gobierno y las empresas, la conciliación parece que sigue siendo un asunto de mujeres. "Por desgracia todavía no está igual de bien visto que se acoja un hombre que una mujer", destaca.

Él tuvo suerte, en su empresa no le pusieron problemas, "me dieron la reducción y hasta me cambiaron el turno cuando lo necesité, pero sé de otros casos en los que el entorno laboral es reaccio".

Demasiados obstáculos

Aunque la ley concede el derecho a reducirse la jornada por igual a hombres que a mujeres la realidad es indiscutible. "Solo tienes que ir a los parques y observar, de 10 personas, hay 9 mujeres y solo un hombre", comenta. "Yo no conozco a ningún otro hombre que se la haya cogido, la verdad".

¿Los motivos? "uff, hay muchos factores", dice. "Primero el cultural. Tradicionalmente el papel del hombre era trabajar y el de la mujer cuidar, y es algo que no se cambia de la noche a la mañana", asegura. "Todavía me encuentro con gente que se extraña de que sea yo el que acompañe a mis hijos al médico o de que sea el que los baña, o de que limpie y cocine en casa". "Se resisten a aceptar que los roles pueden cambiar".

Empezando por las propias mujeres. Según un estudio del Club Malasmadres, el 51% de las mujeres están dispuestas a renunciar a su trabajo por cuidar de los hijos incluso antes de tenerlos. "Está arraigado en nuestros valores y creencias, desde pequeñas se nos educa así, en la empatía, el cuidado, el ponerse en la piel del otro, y creemos que solo lo podemos hacer nosotras, si no no va a funcionar", señala la socióloga del Club, Maite Egoscozabal.

Por otro lado, la reducción también implica sacrificios. "Dejas un poco aparcado tu desarrollo profesional", lo sabe por experiencia Ríos. "Ya no estás al 100% y eso al final repercute y hay que estar dispuesto a asumirlo", comenta. "No es que vayas a perder oportunidades de escalar puestos en la empresa, que también, me refiero a que al estar más ausente vas a perder habilidades en tu propio trabajo individual".

Y luego está el perjuicio económico, claro. "Yo he estado dos años y medio cobrando unos 500 euros al mes menos, porque me reduje un 40% de una jornada de 35 horas", explica este padre comprometido con la crianza. "Aunque esto yo no lo he vivido como sacrificio. Mientras que la economía familiar nos lo ha permitido lo hemos mantenido. De hecho, ha habido momentos en los que mi mujer no estaba trabajando, pero recibía alguna ayuda, y yo he seguido en reducción, porque queríamos estar los dos, y sacrificábamos la parte del poder adquisitivo por la crianza, porque esto vuela, y te lo pierdes. El dinero siempre se puede buscar, pero los primeros años de vida de los peques se pasan enseguida, no vuelven, y están para disfrutarlos.

Incentivar la reducción de jornada masculina

"Igual digo una tontería, pero yo propondría que el Gobierno diera ventajas fiscales a las empresas para facilitar la reducción de jornada a los empleados. Me imagino que no será fácil, pero tampoco imposible", sugiere Ríos. "Y en el caso de los autónomos que recibieran algún tipo de ayuda. Ahí hay mucho que avanzar".

"O quizás habría que ir más lejos y pensar que la reducción de jornada no es la mejor medida para conciliar, que sería mejor una flexibilización, una adaptación del puesto, para que se pueda entrar más tarde, salir antes, etc...", propone Ríos.

Esa misma idea defiende la socióloga Egoscozabal, de Malasmadres. "Nosotras apostamos por la adaptación de jornada, porque para empezar no penaliza el salario, y por lo tanto más hombres pueden ver más atractiva esta opción. Muchos no quieren ver mermada su capacidad económica, porque les cuesta desprenderse de ese rol de mantenedor de la familia que el sistema patriarcal impone culturalmente", asegura. "Es verdad que no es sencillo, entre comillas, pero es relativamente ejecutable".

"Las empresas también se tienen que implicar en este cambio de valores, de creencias y fomentar que los hombres hagan uso de un tiempo que enriquece muchísimo, que es el tiempo del cuidado. Y transforma también la sociedad", argumenta Egoscozabal.

"Tampoco hay que olvidar que las empresas son espacios de socialización y una de las labores que podrían poner en marcha es mostrar a hombres referentes que gracias a implicarse en el cuidado, pues están viendo beneficios también en su carrera, en su trayectoria profesional o beneficios personales", proponen desde Malasmadres.

La balanza se equilibra

"Yo la transformación interna que he tenido a raíz de la paternidad es brutal", asegura Ríos. "El máximo beneficiado he sido yo y lo noto en todo. A nivel personal y a nivel profesional", defiende. Antes de tener hijos tenía mucha dificultad para adaptarme a los cambios, y después de las experiencias vividas he aprendido a adaptarme a los imprevistos, a tener más empatía, a reconocer en el otro, en este caso mis hijos, que necesidad tienen en cada momento... Y estoy cien por cien convencido de que esto me va a ser muy útil en mi carrera profesional. Mira, ahora mismo estoy en un cambio laboral, y lo que he aprendido cuidando de mis hijos me está valiendo mucho. No me impaciento, saco lo positivo de cada situación..."

"Y en lo personal ya ni te cuento", continúa Ríos. "Son tantas las experiencias vividas, yo tengo recuerdos imborrables, los primeros gateos, el echar a andar, las primeras palabras, el ir de un lado a otro siempre juntos, los paseos en bici....". "No sé si ellos se acordarán de mayores pero lo que está claro es que estrecha el vínculo, se crean unos lazos fortísimos", defiende.

"Lo pongo en una balanza y lo volvería a hacer sin duda. Es más, lo que lamento es no haberme podido coger una excedencia, hubiera sido lo ideal, pero por economía familiar no me lo pude permitir", explica, "porque al final es verdad que es un poco agotador. El trabajo, la crianza...es muy cansado. La relación de pareja también se resiente, porque cuando uno entra el otro sale, apenas te ves, pero merece la pena".

Padres y expertos parecen de acuerdo en que en esto de la conciliación igualitaria aún queda un largo camino por recorrer. "Pero no podemos esperar a que la Administración o las empresas lo pongan fácil", comenta Ríos. "Si se nos dan facilidades mejor, claro, pero el cambio debe empezar por uno mismo". "Muchos cambios individuales pueden ayudar a forzar un cambio colectivo", insiste.

"Tenemos que decidir qué tipo de paternidad queremos ejercer con nuestros hijos e ir a por ella, y tener la valentía de proponerlo en la empresa o donde sea, y hacer caso omiso a quienes no lo entienden o lo cuestionan. Los hombres también podemos cuidar".