La ‘generación Greta’: los jóvenes toman las calles en un día histórico en la lucha contra el cambio climático

Rubén Fernández 15/03/2019 07:45

Oriunda de Suecia, su nombre traspasa fronteras y resuena hoy en múltiples rincones del mundo. Con tan solo 16 años, Greta Thunberg, se ha convertido en un símbolo mundial de la lucha contra el cambio climático. Fue ella quien, obsesionada con la idea de que nos están robando el futuro y es necesario pasar a la acción para preservar el planeta, se presentó frente al Riksdag, el Parlamento sueco, para protagonizar una protesta que sentaría las bases de lo que hoy se conoce como el movimiento ‘Fridays For Future’, esto es, los ‘Viernes por el futuro’. Aquel agosto de 2018, armada con una pancarta en la que se podía leer ‘Huelga escolar por el clima’, Greta salió a la calle cambiando el pupitre y las clases por las pancartas y la protesta, exigiendo al Gobierno del país reducir sus emisiones contaminantes, respetando lo establecido en el Acuerdo de París, firmado por 195 países que acordaron adherirse a un plan de acción para poner límite al calentamiento global. Lo hizo el 20 de agosto y en aquel momento nadie iba a imaginar siquiera cuál iba a ser su repercusión. Sus compañeros apenas secundaron su causa, que muchos atisbaban como la lucha trivial e irrelevante de una niña por hacerse escuchar, a pesar de que su iniciativa era noble, coherente, justa y necesaria. Daba igual. Para Greta eso nunca fue un problema porque, como ella misma ha dicho, “nunca eres tan pequeño como para no marcar la diferencia”. Por eso, durante los días sucesivos, cada viernes dejó la escuela para continuar con su activismo. Bajo el sol, bajo la lluvia, bajo la nieve… desde aquella protesta frente al Parlamento sueco, Greta salió a la calle, y de pronto todos los ojos empezaron a centrarse en ella; en la niña con síndrome de Asperger que con su empeño, su compromiso y su mensaje ha acabado pronunciando discursos en plena Conferencia de las Naciones Unidas para el Cambio Climático eclipsando a todos los presentes.

El 15M, la mayor huelga por el clima jamás vista

Hoy, la situación es bien diferente a la de ese agosto de 2018. Ahora a su causa se han sumado pequeños y mayores; niños, niñas, padres y madres de todo el mundo unidos por una misma razón: la “justicia climática”. Todos ellos están llamados a protagonizar este viernes 15 de marzo la mayor huelga internacional jamás vista en defensa del medio ambiente. Y al frente, abanderándola, estará Greta Thunberg.

“Si unos pocos niños pueden conseguir titulares alrededor del mundo tan solo por no ir al colegio, entonces imagínense qué podríamos hacer todos juntos si realmente quisiéramos”, planteaba ante la audiencia de la citada cumbre de la ONU celebrada en diciembre en Katowice, Polonia.

“Robáis el futuro a vuestros hijos delante de sus propios ojos”

En aquella ocasión, despojada de todo miedo y firme en sus convicciones, denunció la incapacidad de los políticos y las instituciones para tomar decisiones sin temor, precisamente, a ser tildados de impopulares. “A mí no me importa ser popular, me preocupo de la justicia climática y del planeta. Nuestra civilización está siendo sacrificada para que unos pocos tengan la oportunidad de seguir haciendo grandes cantidades de dinero”, dijo, delante de todos y ante decenas de miradas llenas de expectación.

Nuestra biosfera está siendo sacrificada para que gente rica pueda vivir con lujo”, insistió, lamentando que “es el sufrimiento de muchos el que paga los lujos de pocos”. Su mensaje fue tan claro y tan crudo que, pese a su tono pausado, resonó en toda la sala y más allá de ella, llegando a uno y otro rincón de ese planeta por el que vela, y calando hondo en buena parte de la población solidarizada con su causa: “Decís que amáis a vuestros hijos sobre todas las cosas, y aun así les robáis el futuro enfrente de sus propios ojos”. “Hasta que no empecéis a focalizaros en lo que es necesario hacer, en vez de lo que es políticamente posible, no habrá esperanza”, recriminó a la organización internacional, instando a buscar soluciones y cambiar el propio sistema si éstas no se encuentran dentro de él. “No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Nos habéis ignorado en el pasado y nos volveréis a ignorar otra vez. Os habéis quedado sin excusas, y nosotros nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio viene. Les guste o no. El poder real pertenece a las personas”, sentenció entonces.

Hoy, esas palabras pronunciadas en la Conferencia de las Naciones Unidas para el Cambio Climático son secundadas con la misma fuerza por miles y miles de personas. El mensaje necesitaba un símbolo, pero es la causa la que lo trasciende, porque el futuro es ahora.

El ultimátum de los expertos: 2030, el plazo para frenar la tendencia

‘Es el momento de actuar. Ahora, antes de que sea demasiado tarde’. Es lo que nos repiten por activa y por pasiva científicos especializados desde uno y otro rincón del planeta. La propia ONU lo ha vuelto a advertir esta misma semana, instando a un cambio de rumbo si queremos salvar la tierra. El mundo está a once años de una situación "irreversible" que se escape del "control humano", recuerda Greta, mencionando precisamente un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC).

También la NASA, –a pesar de que en Estados Unidos rige un presidente que parece ajeno a toda crisis permitiéndose el lujo de frivolizar y bromear sobre la cuestión–, se ha sumado a esa alerta. Era el mes pasado cuando nos lanzaban un ultimátum, estableciendo 2030 como el plazo para frenar la peligrosa tendencia del calentamiento global. No en vano, y no por casualidad, precisamente Estados Unidos veía cómo en este invierno en algunas regiones llegaban a pasar de 30 grados bajo cero a casi 20; del frío polar a la primavera cálida y casi sin transición.

También las sequías y la pérdida de cultivos están detrás del éxodo de miles de personas, muchas de las cuales acaban muriendo en el camino. La advertencia es clara y concisa: tenemos que frenar la tendencia o veremos desaparecer ciudades bajo el mar, se extenderán las enfermedades tropicales, tendremos veranos e inviernos insoportables y, además, veremos efectos que ahora no somos siquiera capaces de prever, los cuales ponen en peligro la existencia.

“Los que más van a sufrir son los que menos culpa tienen”

“No vamos a sufrir los impactos por igual”. Es lo que nos explica Pedro Linares, profesor de Comillas ICAI y director de la Cátedra BP de Energía y Sostenibilidad de Comillas ICAI, cuando le preguntamos por el término ‘justicia climática’. Según explica, unos van a sufrir los impactos del cambio climático más que otros, apuntando que “los que más van a sufrir son los que menos culpa tienen”. En este sentido, señala y pone de ejemplo a “la gente que vive en las islas del pacífico o del sudeste asiático”; islas que, de hecho, o han desaparecido o lo están haciendo como consecuencia del cambio climático y sus efectos en el nivel del mar. Lo mismo sucederá con las generaciones venideras, quienes no tienen culpa de que nosotros, los que vivimos ahora, no hayamos puesto soluciones a tiempo.

En este sentido, Linares subraya que, pese a que “las acciones individuales son importantes”, tienen “un alcance limitado”. Por eso es importante actuar desde el conjunto, y “tanto como ciudadanos como votantes”, contribuyendo todos a crear instituciones y elegir representantes políticos que de verdad estén implicados en la causa y verdaderamente apliquen las medidas que se pactan en materia de sostenibilidad. Aunque sean mayoría los partidos que se manifiestan comprometidos, cada uno tiene un “nivel de ambición” diferente, recuerda.

Para todo ello, Linares considera “muy interesante” el movimiento impulsado por Greta, no solo “por lo que defiende”, sino también porque sean “los jóvenes, quienes tienen más ilusión, los que busquen convencer a las otras generaciones de hacer las cosas de otra forma”.

“Todos los ecosistemas están comprometidos por la acción humana”

El cambio climático “es un problema del presente” y es uno sumamente complejo. Afecta a todo, y casi todo está relacionado con él. Es precisamente por ello por lo que para atajar la crisis se ha de dar una respuesta “conjunta” y transversal. “Todos los ecosistemas están comprometidos por la acción humana”, y hay que actuar “ya”, explica a Informativos Telecinco María José Bautista Cerro, profesora de la Facultad de Educación de la UNED, quien moderará –este viernes a las 19:00 horas en las Escuelas Pías del Centro Asociado de Madrid, en el barrio de Lavapiés–, la mesa redonda organizada en el marco de la huelga por el clima de este 15 de marzo.

Reforzando el mensaje a través de un trabajo que vienen desarrollando desde hace tiempo para sensibilizar, informar y colaborar en esa lucha por la ‘justicia climática’ a la que se refiere Greta, María José nos explica la importancia de reconocer en el movimiento ‘Fridays For Future’ el compromiso de las nuevas generaciones con la preservación de la tierra. Nos enseña que “hay muchas formas de ver la realidad y reclamar justicia”, explica, subrayando lo negativo que sería “si no damos respuesta” a ese reclamo que los más pequeños nos están haciendo.

La importancia de la educación ambiental

Destacando las consecuencias derivadas de la “inacción” y analizando la situación de “emergencia”, María José recalca que las soluciones al problema no pasan por “leyes laxas”. Abordarlas precisa introducir cambios en múltiples ámbitos que van desde “ir hacia otro tipo de consumo más respetuoso” con el medio ambiente hasta “facilitar”, desde los distintos mercados y agentes sociales, que así sea. Por ejemplo: si se cambiasen los tipos de envases por otros respetuosos con el entorno caminaríamos hacia un avance significativo. Del mismo modo, si no se fomentase el hiperconsumo, con mareas de productos en los supermercados que exigen ser transportados desde miles de kilómetros, –con la agresión medioambiental que ello conlleva–, y en su lugar se apostase por otros que se producen en la región, o simplemente más cerca, también estaríamos consiguiendo reducir el impacto, entre otros beneficios. “Parar el uso de combustibles fósiles, con todo lo que implica” y “cambiar en la forma de alimentarnos” son otras de las medidas que se deben abordar. Y entre todas ellas hay un elemento clave: la educación ambiental. Educar, concienciar e informar de las consecuencias de determinados tipos de conducta es una cuestión crucial. Es importante trabajar para forjar unos valores y una ética solidaria con el medio ambiente, y los espacios de educación desde los que hacerlo son muchos.

El trabajo de las universidades ante un compromiso global

Comprometidos con esa causa, desde la UNED trabajan precisamente integrando esa educación ambiental a los distintos estudios y másteres, independientemente de la profesión que el alumno vaya a desarrollar. “Ciencia, Tecnología e Innovación desempeñan un papel fundamental parara el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible”, apunta, Rosa María Martín Aranda, vicerrectora de Investigación, Transferencia del Conocimiento y Divulgación Científica de la UNED, quien nos explica algunas de las medidas e investigaciones que están impulsando para sumarse activamente en esa lucha contra el cambio climático.

Entre éstas, se encuentran la creación de un ‘Observatorio de Sostenibilidad Ambiental’ o el desarrollo de un estudio piloto de análisis y cálculo de consumo de agua y energía en todos los centros asociados, en colaboración con la Fundación Aquae y a través de la Cátedra Aquae, dirigida por la profesora Amelia Pérez Zabaleta, vicerrectora de Economía de la UNED. Todo con el objetivo de lograr que en esos centros se haga un uso más eficiente de esos recursos, y poder así establecer un protocolo que pueda extrapolarse y extenderse a todos los demás centros universitarios; esto es, no solo a la UNED, sino a las 84 universidades, –tanto públicas como privadas– que tenemos en España, aplicándolo así en más de 340 edificios.

No es el único ejemplo trasladable a otros centros educativos. Apostar por el uso de las sedes electrónicas, la firma digital, las bibliotecas virtuales, y el voto al rector vía electrónica, –algo en lo que la UNED es pionera–, es necesario para “cumplir la Agenda 2030 y los objetivos del desarrollo sostenible”. Con ello, no solo se consigue un importante “ahorro económico”, sino que se reduce el impacto derivado de las inmensas cantidades de papel que serían necesarias de otro modo, así como del transporte de éstos, cuando viajan de unos centros a otros. Prueba de ello es también la ‘valija virtual de exámenes’, un sistema ecológico, sostenible y seguro que le ha valido a la Universidad Nacional de Educación a Distancia el premio del Gobierno de España accésit a la Innovación en la Gestión.

Los ‘viernes por el futuro’ en España

Este viernes 15 de marzo serán más de 1.000 ciudades de 89 países las que secunden la huelga internacional por el cambio climático. En España se han organizado 45 concentraciones en todas las comunidades autónomas, y son los universitarios los que asumen el mayor protagonismo, como precisa Irene Rubiera, una de las portavoces de ‘Fridays For Future’ en Madrid, un movimiento que en España ha aflorado en los últimos dos meses. Fue un grupo de estudiantes de la Universidad de Girona las que lo visibilizaron plantándose ante la sede de la Generalitat de la localidad catalana. Desde entonces, la movilización se ha extendido por numerosas ciudades que se engloban dentro de la plataforma ‘Juventud por el clima’

“Nos encontramos en un momento clave de nuestra historia. Hemos de escoger entre políticas que no respetan los derechos fundamentales de las personas y que agreden nuestro entorno o bien elegir dar un paso al frente y exigir medidas que mejoren la calidad de vida de la ciudadanía, que respete nuestro medioambiente y que no pongan en peligro nuestro futuro”. “Es el momento de traer esta ola de esperanza a España para que se pongan en marcha urgentemente políticas que cuiden de las personas y del planeta”, recoge el manifiesto de la citada plataforma, llamando hoy a la movilización.

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