Rocío Tovar, madre de acogida: "Estamos dispuestos a recibir a un niño de Ucrania inmediatamente"

  • "Si no sanamos las heridas desde la infancia, esos traumas se van a quedar el resto de su vida"

  • 7.000 familias de la Comunidad de Madrid tienen la idoneidad acreditada

  • En Ucrania hay 90.000 niños en centros tutelados

"Nosotros somos una familia de acogida permanente", cuenta Rocío Tovar. Tiene 44 años y es madre de cuatro niños. Dos residen con ella y con su marido en su casa de Madrid. "La mayor tiene once años. Fue la primera que acogimos, cuando tenía solo 16 meses. Ahora estamos en un proceso de adopción. Después tuvimos a nuestro hijo biológico, de ocho años y luego acogimos temporalmente a un niño guineano de un año y medio. Su madre pasó un tiempo en el hospital con su hermana, por un trasplante de médula y no tenía con quién dejarlo. Ahora además tenemos a otra niña que está en un centro de menores y la traemos los fines de semana y en vacaciones", explica esta trabajadora social.

Es una de las 7.000 familias de la Comunidad de Madrid que han mostrado su disposición para acoger a un niño de Ucrania. Tienen la idoneidad acreditada y pueden recibir de manera inmediata a estos menores. "Tenemos una casa grande y acomodada. Ya me gustaría tener más habitaciones para poder albergar a más. Animamos a otras familias a que lo hagan. Con la pandemia se nos está olvidando la parte humana y solidaria", remarca.

-Pregunta: ¿Qué significa ser una familia de acogida?

-Respuesta: Somos un núcleo familiar, una pareja con unos niños a nuestro cargo. Asumimos su responsabilidad y sus cuidados. En nuestro caso, llevamos más de diez años en esto. Decidimos que hasta que no llegara al mundo un hijo biológico podríamos acoger a otro. Así llegó a nuestras vidas nuestra hija mayor. Ella ahora no concibe otra cosa, ni nosotros tampoco. Estamos en un proceso abierto de adopción. El caso está en los juzgados.

Nuestro otro hijo de acogida ya no vive con nosotros pero estuvo casi dos años. Aún mantenemos una relación. Mi hijo biológico en el colegio por ejemplo, cuando le piden que dibuje a su familia, pinta a su hermano, que es negro. Para él es parte de esta familia, no hay distinción.

Son niños que necesitan una atención puntual, muchos de ellos bebés. Sus padres no pueden cuidar de ellos porque presentan problemas de adicción, por ejemplo. Algunos desaparecen. Nosotros los cuidamos hasta que la administración decida qué hacer con ellos.

Deben garantizar la identificación y el registro

Entendemos que estos pequeños necesitan una ayuda puntual y que nosotros se la podemos dar. Lo que ellos te devuelven siempre es mucho más. Cómo te sientes contigo, es algo que solo sabe el que lo hace. Es muy gratificante. Reparas un dolor con un poco de sacrificio. A la sociedad le falta una fase de crecimiento personal y espiritual. Somos muy egoístas. No hay que esperar nada a cambio.

-P: En el caso de Ucrania este niño llegaría de forma casi precipitada. En el país hay 90.000 menores en centros tutelados. ¿Qué requisitos hay que tener para estar disponibles?

-R: Las familias que ya tenemos la idoneidad estamos siempre disponibles, bien porque ya tenemos a algún menor acogido o porque forma parte de un proceso. Estamos en unas listas. Cada comunidad cuenta con su cartera, aunque hacen falta más familias. Se puede hacer un acogimiento temporal, permanente o de urgencia.

Entendemos que en el caso de los menores ucranianos llegarán de forma temporal, que se suele plantear por un período de entre uno o unos dos años. Si en ese tiempo su situación no se resuelve, pasaría a ser un acogimiento permanente. Es complejo. No sé si estos niños después permanecerían en España o retornarían a su origen.

Para las personas que no lo han hecho nunca y quieran inscribirse tienen que acudir a la Consejería de Familia o Servicios Sociales de su comunidad. Deben garantizar la identificación y el registro de todos estos menores para que entren a formar parte del sistema de protección. Primero hay que delimitar la disposición y las capacidades de cada familia, para después ajustar esa unidad familiar al pequeño que van a recibir. Se estudia el contexto familiar.

En nuestro caso dimos un margen de 0 a 6 años. Si yo ahora quiero acoger, siempre tiene que ser a un niño más pequeño que mi hijo menor. Con esto de la guerra supongo que tendrán que dar una respuesta inmediata y hacer lo que se llaman 'idoneidades exprés'. Las comunidades autónomas tienen las competencias para acelerar esos procesos.

-P: ¿Cómo se consigue esta idoneidad y cuánto se tarda?

-R: Hay que pasar una valoración. Es difícil y piden unos requisitos. Hay que ofrecer una ayuda incondicional, sin tiempo definido, de forma totalmente altruista y mostrar esa disponibilidad. Luego conlleva un coste económico y un esfuerzo personal.

Sin una buena raíz un árbol no crece sano

No se informa a los ciudadanos. No hay campañas para dar a conocer esta figura, esta posibilidad. Faltan familias de acogida. Pero el mayor problema es que a día de hoy, no dan respuesta inmediata a las familias que se presentan, están tardando en torno a los nueve meses o un año. Hay que tratarlo con más mimo.

Yo he puesto en marcha un proyecto en Youtube que se llama" target="_blank" > 'Acogiendo 3, 2, 1 ', donde cuento mi vida, cómo ha sido este proceso desde que empecé, las dificultades con las que nos hemos ido encontrando al hacer los trámites. En España no tenemos cultura del acogimiento. En muchos casos lo asocian con los niños saharauis que vienen en verano, pero no es lo mismo.

-P: ¿Cómo es la integración de estos niños en las familias?

-R: Traen historias de vida muy duras. Vienen con un daño de atrás. Por un lado, aquel por el que se le ha tutelado y por otro, el que tienen después de haber permanecido mucho tiempo en centros de menores, sin referentes familiares.

El otro día celebramos el bautismo de nuestra hija pequeña. Fuimos todos y estaba también su padre biológico. Ella estaba feliz. Me contó que lo que más le había gustado es que estuviéramos allí todos, sentirse tan especial, con tanto amor y tan arropada. Luego solo nos permiten llamarla una vez a la semana por teléfono, cuando no tenemos visitas. Nos dicen que es parte del protocolo, que si no se saturarían las líneas. Cuesta asumirlo.

Es muy bonito lanzar campañas de solidaridad puntuales como esta guerra, pero luego hay que cumplirlas

Si no sanamos las heridas desde la infancia, esos traumas se van a quedar ahí para el resto de su vida. Imagínate un niño que no tiene una persona a la que agarrarse. Sin una buena raíz ese árbol no crece sano. Vienen de familias desectructuradas y necesitan cariño y unos límites para después madurar y desarrollar su vida personal de una manera adecuada. Estamos aquí para darles esa ayuda, pero necesitamos más implicación por parte de la sociedad y de los políticos. Los niños crecen y no pueden esperar. El tiempo pasa muy deprisa.

-P: ¿Cómo crees que podría impulsarse este modelo?

R: Yo he mandado a mucha gente para inscribirse pero luego me dicen que no les llaman. Hay que informar, concienciar, impulsar pero también facilitar los trámites. Enfrentarte a la vía diplomática es complicada. Estos centros reciben grandes ayudas y subvenciones. Cada niño supone un coste de 3.000 euros al mes.

Tienen que mejorar la gestión y agilizar los procesos. Hace falta un acompañamiento. Es muy bonito hacer campañas de solidaridad puntuales, como esta guerra, pero luego hay que cumplirlas. Estos niños vienen de la guerra. Si se ponen a gritar, a llorar, van a necesitar a alguien que esté a su lado para tenderles una mano y habrá que agilizar los trámites.