Un fármaco español ayudó a Conchi a no recaer en el cáncer de mama: "Era un seguro más de vida"
Tras ser diagnosticada en enero de 2020 y tratada con un fármaco español pionero, Conchi suma ya tres años libre de enfermedad
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Concepción Díaz —Conchi, de aquí en adelante—, de 43 años, se notó un bulto en el pecho derecho. "Al principio no le di mayor importancia porque pensé que era un bulto de grasa, pero fueron pasando los meses y el bulto era cada vez más grande", cuenta durante una entrevista con la web de Informativos Telecinco.
Era enero de 2020 y se empezaban a conocer los primeros casos de Covid-19, cuando Conchi acudió a su médico de familia de la sanidad pública. "Me solicitó directamente las pruebas y me derivó a ginecología. Cuando llegó el día de la cita me dieron la terrible noticia: era un tumor maligno en estadio II. Imagínate. Te quedas a cuadros y empiezas a imaginar todo lo que se te viene encima", recuerda Conchi. A partir de ahí, en ginecología le realizaron más pruebas y la derivaron a oncología.
El equipo médico decidió administrar primero quimioterapia para reducir el tumor y facilitar la cirugía. "En un primer momento no vieron en el PET-TAC que los ganglios estuvieran afectados. Fue tras la operación, en la que me hicieron la mastectomía y quitaron los dos ganglios centinela para analizarlos, cuando se descubrió que las células tumorales se habían expandido. El estadio era mayor de lo que se creía y me operaron una segunda vez para extirparme los ganglios".
"Cuando me dijeron que tenía cáncer pensé: 'Ay, Dios mío, no me quiero ir', pero cuando supe que se había filtrado por los ganglios ya era otro panorama. Me temblaban los cimientos y sentía mucho miedo". Aun así, a pesar de ese segundo pronóstico "tan escandaloso", se dijo a sí misma: "Tengo que tirar para adelante y confiar en la medicina, en la investigación y en mi médico". También se apoyó en su familia y amigos.
Un nuevo fármaco contra las recaídas
Tras la radioterapia comenzó la terapia hormonal y entonces su oncólogo le propuso probar "un medicamento nuevo que estaba dando muy buenos resultados en pacientes con riesgo de recaída". "Siempre confié en mi oncólogo y no dudé en decirle que sí. Para mí era como un seguro más de vida para evitar que me volviera a pasar", relata.
Conchi recibió abemaciclib, un fármaco 'made in Spain' —aprobado en 2023 por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios— desarrollado con la participación del centro de I+D de Lilly en Alcobendas (Madrid), junto a hospitales y pacientes españoles.
Los estudios más recientes muestran que, combinado con la terapia hormonal durante dos años en pacientes con alto riesgo de recaída, este fármaco reduce de manera significativa la probabilidad de metástasis (ensayo clínico MonarchE).
La vida después del tratamiento
Es una enfermedad llena de retos, que no termina cuando lo hace el tratamiento. "Menopausia precoz, con lo que eso conlleva en cambios corporales; convivir con el miedo; intentar mantener un estado emocional positivo; mirarte al espejo y ver las cicatrices; el impacto en la sexualidad… Son muchos factores que hacían que a veces no reconociera a la persona que estaba viendo frente al espejo. No somos, ni mucho menos, las personas que éramos antes".
A Conchi le hacía mucho daño cuando la gente que le decía tras el diagnóstico: 'No pasa nada, mujer, ahora hay mucho adelanto, eso solo es un año malo'. "Me temblaban las piernas al oír esas cosas. ¿Cómo podían hacer esa reflexión sin conocimiento ni causa?", expresa.
Otras de las secuelas está en la movilidad de sus brazos. "Hubo una tercera operación para simetrizarme los dos pechos. En el derecho solo me movieron la prótesis porque me estaba dando muchos problemas. Me dolía muchísimo una zona y, aun así, sigo con molestias. A día de hoy mi brazo derecho sigue sin tener la misma movilidad que antes y ya han pasado años. Voy un osteópata de manera privada, no puedo dejarlo, y desgraciadamente esa parte no está cubierta", cuenta.
"Todos los días soy consciente de mi enfermedad. Primero, cuando me levanto cada mañana y siento dolor o cuando no puedo estirar bien el brazo. También cuando me ducho y veo la cicatriz en el pecho... es un recordatorio del cáncer. Son cosas para toda la vida", reflexiona.
"Después de cinco años estoy aquí"
Conchi tiene ahora 48 años y, a pesar de su alto riesgo de recaída, suma ya casi tres años libre de enfermedad. Ha podido volver a una de sus grandes pasiones, la montaña, y a algo tan cotidiano como valioso: "ver a mi hija todas las noches y cenar con ella".
"Cuando te dan ese diagnóstico horrible: 'Tienes cáncer', lo primero que piensas es que te puedes morir, y quiero que otras mujeres conozcan casos como el mío, que vean que después de cinco años estoy aquí. Hay más vida después del cáncer".
"Aquí estás por un tiempo, no sabes por cuánto, y tienes que vivir lo mejor que puedas. Da igual si es verano, invierno, fin de semana o no; lo importante es disfrutar cada día. El tiempo es sinónimo de regalo", concluye.