Negocios

Juan, repara máquinas de coser en uno de los últimos negocios tradicionales del barrio de El Carmen: "Me iré en la caja de madera"

Juan conserva auténticas joyas del siglo XIX. Telecinco.es
Compartir

ValenciaA sus 77 años, Juan continúa acudiendo cada día al taller de reparación de máquinas de coser que abrió su padre en 1960 en la calle de los Borges, en el barrio de El Carmen de Valencia. Empezó con 12 años en el negocio familiar y de aquí no tiene pensado marcharse. "Mi vida es esto, no estoy por dinero, soy feliz aquí. Me jubilaré cuando me lleven en la caja de madera", cuenta Juan Maguan.

Con mucho esfuerzo, llegaron a tener dos tiendas en Valencia, pero la desaparición del tejido industrial del textil valenciano, les obligó a cerrar todo menos el taller, donde sigue recibiendo máquinas de coser de toda la Comunidad Valenciana. "Siguen viniendo porque hago las cosas bien y confían en mí. La semana que viene me traen dos de Gandía y una Cullera, también va a venir un hombre que quiere que le repare la máquina como recuerdo", explica Juan, que en los últimos meses ha visto aumentar la carga de trabajo con la llegada de máquinas de coser provinientes de personas afectadas por la DANA.

PUEDE INTERESARTE

En las estanterías conserva máquinas del siglo XIX, auténticas joyas que teme que acaben en la basura cuando se retire. "Mi hijo es técnico aeronáutico y me hija tampoco va a seguir el negocio, así que todo lo que hay aquí acabará en el contenendor", lamenta.

PUEDE INTERESARTE

Resiste el auge del turismo

Juan es uno de los pocos supervivientes en Ciutat Vella, en las últimas décadas, casi todos los negocios tradicionales han ido cerrando. "Me da pena. Antes todo el barrio estaba lleno de comercios y artesanos. Venía gente de los pueblos a comprar y encontraban todo lo que necesitaba", asegura.

Solo en su calle había un zapatero, escayolista, una fábrica de jabón, una tienda de marroquinería, otra de pájaros, una pastelería, una droguería y un escultor. "Ahora han desaparecido todos", lamenta.

Pero el auge del turismo no solo ha expulsado a gran parte de los vecinos de toda la vida, también ha transformado los negocios del barrio y los locales que están abiertos, se dedican a actividades relacionadas con la hostelería. "Hay muchos bares y restaurantes que también van cambiando de nombre continuamente", afirma.

Pero Juan se resiste al cambio de los tiempos para seguir haciendo lo que más le gusta y mantener el recuerdo de su padre. "Quiero mantener su nombre, Juan Maguan, que sigue en el cartel de la fachada porque él fue el que levantó este taller".