Testimonios DANA

Antonio y Susana salvaron la vida gracias a sus vecinos en la DANA: "Gracias a ellos estamos aquí"

Antonio con sus hijos
Antonio ha aprendido a disfrutar más de sus hijos. Telecinco.es
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Antonio pasa cada día por el lugar donde estuvo a punto de perder la vida. "Miro las ventanas de mis vecinos y pienso que si no llega a ser por ellos no estaría aquí".

Ese día, como otros muchos vecinos que no sabía lo que se les venía encima, salió de casa para sacar el coche del garaje. Cuando iba conduciendo, el agua comenzó a subir rápidamente y decidió abandonarlo. Pero la corriente acabó metiéndolo en el interior de un garaje. Seguro de su muerte, grabó varios vídeos en el móvil despidiéndose de su familia. Cuando el agua estaba a punto de cubrirle, unos vecinos le lanzaron una sábana. "No hay día que no me acuerde de estar sujeto a la sábana, pidiendo ayuda a mi abuelo, que en paz descanse, que parara el agua", relata.

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Durante cuatro horas sacó fuerzas para seguir agarrado a la sábana, hasta que por fin el agua bajó y pudo salvarse. "Nadie está preparado para vivir una situación así", asegura.

De esa trágica experiencia, ya ha pasado un año. 365 días de lucha para recuperar su casa y su estado anímico. "Tenía muchos altibajos. Lloraba continuamente y aún así pensaba que no necesitaba ayuda", explica.

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Al final, su mujer y sus amigos le animaron a ir al psicólogo. "Yo era reacio, pero me ha ido muy bien. No lo he superado aunque me ha ayudado a saber cómo llevarlo".

Con el tiempo ha aprendido a valorar lo que realmente importa. "Disfruto conscientemente de mis hijos".

Ahora se siente afortunado, pero no olvida el sentimiento de abandono que han sentido. "Piensas que las autoridades te van a proteger en un estado de derecho. Darte cuenta de que eso no existe da miedo", afirma, y asegura que no hemos aprendido nada de la tragedia. "Si vuelve otra DANA sé lo que hacer, pero lo que me da miedo son los días de después".

Otro vecino rescató a Susana y otras siete mujeres

Las alertas por lluvias torrenciales de las últimas semanas, han hecho revivir a Susana la tarde del pasado 29 de octubre. "Cuando sonó otra vez el pitido del ES Alert fue fatal, me removió todo", asegura.

Cuando se cumple un año de la trágica barrancada, lo vive con una mezcla de sentimientos. "Hoy celebro mi cumpleaños porque volví a nacer", afirma, pero explica que "la gente está todavía triste, no hay alegría".

Susana en su peluquería

Esa tarde , Susana y las siete personas que se encontraban en su peluquería de Massanassa (Valencia), no eran conscientes de lo que estaban a punto de vivir. "Pasas de estar cortando el pelo a una clienta y de repente estas con el agua al cuello".

En cuestión de segundos, una gran ola de agua comenzó a bajar por la calle. "Intenté tapar los bajos de la puerta para que no entrara, pero el agua no dejaba de subir por fuera".

Asustadas, no sabían como salir de la trampa en la que se había convertido su peluquería, hasta que llegó su salvador. Un vecino las vio atrapadas. Primero intentó abrir la puerta. No lo consiguió. Y subió a su casa a por un martillo. "Comenzó a golpear un cristal durante diez minutos. No lo rompía, parecía blindado, hasta que lo consiguió".

Una a una salieron a la calle, agarradas a lo que podían, hasta que entraron en el patio del edificio y se pusieron a salvo. "Mis vecinos de arriba nos acogieron y nos dieron ropa. Yo me siento una afortunada porque esa noche estuve bien, mientras había gente subida a los árboles y viendo muertos pasar".

Al día siguiente de las inundaciones, se encontró con su peluquería arrasada. Aún así encontró el ánimo y la fuerza para salir adelante. "Abrí el 16 de diciembre con unas sillas y unos espejos. Tenía que trabajar porque los pagos seguían llegando, además necesitaba trabajar".

Desde entonces, en una pared del local ocupa un lugar destacado un marco acristalado con un martillo dentro y las frases "El pueblo salva el pueblo" y "Gracias a este martillo estamos hoy aquí". Es el martillo con el que su vecino rompió el cristal que les permitió huir con el agua al cuello. "Me lo regaló mi vecino en Navidad y va a estar siempre ahí. "Mi vecino es un ídolo para mí", dice agradecida.