Testimonios DANA

Amparo y su hija Giulia sobrevivieron a la DANA después de horas sumergidas en el agua en Catarroja: "Mamá nos vamos a salvar las dos"

Amparo y Giulia se recuperan de la experiencia vivida
Amparo y su hija Giulia se recuperan de la DANA. Telecinco.es
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Valencia“Yo estoy contigo. Mamá nos vamos a salvar las dos”, así animaba la pequeña Giulia de siete años a su madre, Amparo, mientras el agua no dejaba de subir en el bajo en el que se habían refugiado del tsunami de agua que inundaba Catarroja el 29 de octubre de 2024.

Ese día, Amparo, profesora, dejó su colegio en Betxi (Castellón) sobre las 13 horas después de que su marido, David, le pidiera que volviera a casa. “Me dijo que se estaban inundando Requena y Utiel y que mejor que me volviera por lo que podía pasar”, recuerda.

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Ya en su domicilio, la tarde transcurría con normalidad hasta que comenzaron a escuchar voces en la escalera. “Eran los vecinos que bajaban al garaje para sacar los coches porque empezaba a entrar agua, como pasaba en otras ocasiones”.

Sin perder tiempo cogió las llaves del coche y le dijo a su hija que se quedará en casa, pero Giulia se fue tras ella. “Mi marido ya estaba abajo y me dijo que sacara el coche rápido”.

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Amparo y su hija bajaron al garaje, se subieron al coche y cuando salieron a la calle, el agua ya llegaba a la altura de la rueda, aunque podían circular. “Había muchos coches en la calle y me golpeó uno, pero en ese momento no se podían hacer papeles. Decidí seguir y me metí por zona de la Rambleta, donde transcurre el barranco del Poyo, fue la peor decisión porque por ahí discurre el barranco del Poyo”, afirma.

En minutos, la situación empeoró. “Tuve la sensación de que llegaba una ola y cubría el coche. Le dije a mi hija que se agarrara a mi cuello y un hombre que estaba en un bajo salió a ayudarnos, aunque la corriente era muy fuerte”.

A pesar del riesgo, consiguieron llegar al bajo. “Subí a mi hija a un estante y vi como el agua se llevaba nuestro coche. Entonces aproveché que el móvil todavía funcionaba y le envié nuestra ubicación a mi marido”.

Cuando creían que estaban a salvo, el agua comenzó a subir. “De repente estábamos flotando. El agua tiró unas neveras del local y nos subimos. Cuando el agua casi cubría todo el local, rompimos un falso techo y subí ahí a mi hija para tratar de ponerla a salvo. Pensaba que no lo contaría y sobre todo en la niña por haberla metido en el coche. Aún me siento culpable”.

En el locas se encontraban cinco personas, entre las que se encontraba un matrimonio mayor que consiguieron contactar con un hijo que era policía local para decirle dónde se encontraban.

Así, sumergidos en el agua y el lodo pasaron horas, en las que rescataron a una chica que estaba siendo arrastrada por el agua en el interior de su coche.

Amparo no recuerda la hora, pero finalmente el agua comenzó a bajar. “Los dos hijos de la pareja consiguieron llegar y haciendo una cadena humana nos sacaron y nos pusieron a salvo en un edificio.

La angustia de su marido

Mientras su mujer y su hija luchaban por sobrevivir, David estaba atrapado en su casa sin poder salir. “Yo perdí cualquier esperanza de encontrarlas con vida”, asegura.

Aún así, se puso, junto con otros vecinos, a rescatar a personas con los cables colgaban de la fachada de su edificio a personas que estaban siendo arrastradas por el agua.

Después de un primer intento fallido, David consiguió salir a la calle. “Vimos a dos chicas atrapadas en una tienda de telefonía, rompimos el cristal de seguridad del escaparate y las sacamos”.

Con la ubicación que le había enviado su mujer, David fue a por ellas. “Estaban al lado de casa, pero era difícil desplazarse por la calle. Chocaba con coches que no se veían. Tuve suerte de no caer en una alcantarilla”, asegura.

Durante el camino, David iba golpeando las persianas de los bajos y abriendo coches por si había personas atrapadas. “Aunque a esas horas ya habrían fallecido”, señala.

Cuando llegó preguntó a unos vecinos que estaban en los balcones. “Me dijeron que las habían sacado y estaban en un piso. Pensé que las habían salvado después de creer que habían muerto y no sé porqué me fui a sacar a gente atrapada y subida a pérgolas”.

Junto a varios jóvenes rescataron a varios vecinos. “En medio de la vorágine volví a caer en mi mujer y mi hija y me fui a por ellas”.

La familia lucha por salir adelante un año después de la DANA

Eran casi las siete de la mañana cuando por fin se reencontraron. “Mi hija me dijo papá yo me iba a morir y nos pusimos a llorar”, recuerda.

Casa destrozada

Cuando comenzaba a amanecer, Amparo, David y Giulia consiguieron llegar a su casa. A partir de ese momento, comenzó otra pesadilla de la que todavía no han despertado. “El edificio resultó gravemente dañado, con riesgo de derrumbamiento y los desalojaron”.

Después de dos meses, volvieron a su vivienda, pero todavía queda mucho por hacer. “El ascensor sigue sin funcionar y el garaje está inutilizado. En el edificio hay grietas y en algunos pisos también”, explica Amparo.

Tanto ella como su hija han recibido tratamiento psicológico, unas sesiones a las que todavía acude la pequeña Giulia. “Lo pasa mal cuando llueve. Ya es capaz de verbalizar lo vivido, pero no lo sentido aquella noche”, explica la madre.

Ahora luchan por salir adelante. “Dentro de lo malo nos salvamos los tres y eso es lo que importa”.