El infierno de las supermodelos de los 90, contado por ellas: de sus trastornos al "carácter" de Naomi Campbell
En los años noventa nació una nueva cultura de la moda. Las modelos se convirtieron en ídolos de masas y numerosas españolas hicieron historia
Judit Mascó, Laura Ponte, Nieves Álvarez, Verónica Blume, Martina Klein y Laura Sánchez se han sincerado como nunca sobre esa etapa
La web de Informativos Telecinco analiza la cara oculta de su fama por la publicación de 'Supermodelos' de Luis Sala, con quien este medio ha hablado
Los años noventa, la década del auge del minimalismo, de la rebeldía del grunge, de la sofisticación del glamour, de la creciente presencia de la moda urbana en las pasarelas, de la influencia de la cultura pop y de la consolidación de las supermodelos como celebridades globales.
La época de finales del siglo XX estuvo llena de contrastes en la moda: desde las prendas de cortes sencillos y colores neutros hasta las camisas de franela, jeans rasgados, botas Dr. Martens y camisetas desgastadas. Desde Kate Moss hasta Kurt Cobain y Winona Ryder pasando por Tupac, Notorious B.I.G. y Aaliyah. Década en la que las grandes casas de moda también siguieron apostando por el glamour y la opulencia con ejemplos claros como Versace, que trajo sus míticos vestidos de malla metálica que se volvieron icónicos junto a Cindy Crawford, Naomi Campbell y Claudia Schiffer, reafirmando así el poder de las supermodelos.
Las series y películas de la época también dictaron tendencias. 'Friends' popularizó los crop tops y los vestidos de tirantes sobre camisetas. 'Clueless' trajo de vuelta las faldas de cuadros y el preppy style. Las 'Spice Girls' marcaron un antes y un después con su estética divertida y empoderada, dando paso a la moda Y2K que dominaría los años 2000.
Pero si hay algo que definió la moda de los 90 fue el fenómeno de las supermodelos. Estas mujeres no solo dominaban las pasarelas, sino que también eran celebridades de talla mundial. Estrellas que dejaron de ser simples 'maniquíes' para convertirse en mitos de la industria e ídolos de masas. Y no sólo en el panorama internacional, también en el nacional.
Judit Mascó, Laura Ponte, Nieves Álvarez, Verónica Blume, Martina Klein y Laura Sánchez fueron algunas de las grandes supermodelos que hicieron -y siguen haciendo- historia. Ahora, las seis 'topmodels' se han sincerado como nunca sobre cómo fueron aquellos años de la fama. Y lo han hecho más allá de las luces de las pasarelas y los flashes: se han sincerado sobre el otro lado de la fama. La cara oculta que muchas personas desconocen.
Este jueves 6 de febrero sale a la venta el libro 'Supermodelos' (PLAZA&JANES), de Luis Sala, que es una obra en la que, en primera persona, las seis supermodelos hablan abiertamente -en algunos casos, por primera vez- sobre los inicios turbulentos, la presión implacable de la estética y los medios, las intrigas de poder y el precio de la fama. La web de Informativos Telecinco ha analizado sus pasados y ha hablado con el autor de 'Supermodelos'.
Judit Mascó y una de sus peores experiencias
Judit Mascó fue una de las primeras españolas en ser supermodelo. Y lo hizo sola, sin apenas referentes españoles. "Sus compañeras la tomaron de referente", nos asegura el autor del libro.
Para Mascó, aquella época no fue tan increíble como parecía de puertas para fuera. "Hay quienes me dicen: 'Qué guay ser modelo', y eso ya es algo que me ha hecho tirar la toalla. Que sí, que es una pasada, pero solo nosotras entendemos que por cada momento guay y ese subidón cuando ves tu trabajo en cualquier sitio, hay un previo muy duro en diferentes aspectos (...). Muchas veces se puede convertir en algo aburridísimo y pesado, yendo y viniendo. Se nos ha pasado media vida entre aviones y trenes", relata la modelo en el libro.
Ser modelo no entraba en sus planes cuando era niña. "Como era alta y destacaba no me gustaba. Prefería ser normalita, como el resto. Si hubiera podido elegir, me habría puesto algún centímetro menos, porque el hecho de destacar cuando eres pequeña a veces es horrible", narra ahora.
Pese a que llegó a convertirse en un auténtico mito, Mascó ha vivido momentos bastante complicados que marcaron su carrera como modelo. Uno de ellos durante una sesión de fotos con Steven Meisel, considerado uno de los fotógrafos de moda con más éxito del sector.
"Cuando la gente me habla de la mujer objeto, siempre digo que esa es la vez que más objeto me he sentido. El peluquero me dijo que Steven tenía ganas de verme con flequillo. Cogió la tijera y cortó, pero no cuatro pelitos. Cortó de oreja a oreja. La gente corría, se iba, volvía, y llegó mi representante para decirme que se había anulado la sesión. 'Es que Steven no lo ve claro'", cuenta la modelo.
"Yo quería que me dijera que me había hecho cortarme el puto pelo y que ahora no le gustaba', gritaba con mi inglés macarrónico y un tono de voz elevadísimo, y seguro que me oía porque aquello era diminuto y debía de estar en la habitación de al lado... Claro, no he trabajado nunca más con él, pero me indigné. Me sentí un objeto", describe.
A sus 55 años Mascó sigue trabajando como modelo y también en varios espacios radiofónicos y hace programas semanales de televisión. Luis Sala la define como una mujer "imparable".
Verónica Blume y la bulimia
Pese a que no es la primera vez que habla de sus problemas de alimentación, Verónica sí se ha abierto todavía más sobre esa etapa que marcó los comienzos de su trayectoria, cuando estuvo viviendo en un piso con otras modelos.
"Comenzaron a controlarme qué comer y qué no. Ahí empecé a esconder la comida, a desarrollar una bulimia que era más grande que yo y a fumar como un carretero. Y cuando todo parecía estupendo y yo hacía Guess, desfiles, nacía la supermodelo como la conocéis y la gente pensaba que yo disfrutaba, me estaba metiendo en un agujero de autodestrucción que duró diez años. Los trastornos alimentarios quedan para siempre", subraya Blume.
Y es que, al igual que en los noventa nació la cultura pop, también "se nos vendió una delgadez extrema, que es un poco lo que se ha intentado subsanar en las pasarelas", nos detalla Sala, que considera que, tras hablar con Verónica, fue un momento "muy difícil" de su vida. "Se veía sola, estaba en la adolescencia y encima en Nueva York, fuera de su casa, y en un piso en el que llegaba y se iba gente constantemente, eso debía ser muy duro", apunta.
Además, Verónica, mitad alemana y mitad uruguaya, fue la más joven en empezar. Solo tenía 15 años cuando abandonó su hogar. "Todo el mundo creía que estaba viviendo algo increíble, pero para ella fue la etapa más triste", explica Sala.
Ahora está alejada de las pasarelas y abraza el yoga y la maternidad con su hijo Liam, su gran amor, que ya tiene más de 20 años.
Nieves Álvarez, anorexia y chica Saint Laurent
"Yo soy una percha, una maniquí. Creo que ese es el poder de las modelos: saber mostrar que podemos vender el producto de ese diseñador que nos llama, y por eso nos llama", comienza Álvarez en su relato.
La madrileña manifiesta que, a pesar de llevar "media vida dedicada a esto", tampoco quería ser modelo. Pero todo ocurrió sin quererlo. Sin buscarlo.
Después de que una mujer de una agencia de modelos se fijara en ella y ganara algunos concursos, decidió cruzar el Atlántico para probar suerte fuera de España.
"En aquella época compartía un piso con ocho modelos que tenía dos puertas: en una vivíamos nosotras, y en la otra, un agente que era el que nos controlaba. Se encargaba de que todo estuviera bien, pero ni nos medía ni nos pesaba ni nada. Sé que se cuentan barbaridades sobre medidas y pesos, pero yo no las viví", explica.
Lo cierto es que sus problemas de alimentación llegaron mucho antes de su salto al mundo del modelaje. Y ella ha sido de las primeras modelos en hablar tan abiertamente sobre ello. "Yo había tenido un problema de alimentación, tuve anorexia. Fue por problemas que un montón de adolescentes tenemos en la cabeza y no sabemos cómo gestionar, pero nada que ver ni con la estética ni con nada".
Cuando estaba en Madrid "me decían que tenía que estar delgada pero sana, y me hacían comer". Y en Nueva York la medían. "Había salido de un mundo en el que yo me controlaba muchísimo y ahora me iban a controlar a mí. Salí del 'come, que tienes que estar sana' a que me midieran la cadera, la cintura y el pecho buscando unas medidas".
Si hay algo destacable de la carrera de Álvarez es que se convirtió en una chica Saint Laurent tras varios casting y entrevistas. Ella tenía claro cómo debía presentarse ante el diseñador: pelo repeinado, pintalabios rojo, jersey negro, falda negra de tubo y unas medias de cristal negras con el zapato de tacón. Ella y el resto de modelos que se reunían con Yves Saint Laurent. La relación con el diseñador fue una de las experiencias más asombrosas de su vida, tal y como afirma. "El se 'enamoró' de ella y ahí empieza una relación profesional que fue muy larga", expone el autor de 'Supermodelos'.
Laura Ponte y su timidez
Si hay algo que caracteriza a Laura Ponte es su timidez y su naturalidad. "Yo era muy tímida desde bien pequeña. Y a los 14 o 15 años me volví una enferma de la timidez. Me volví tan tímida que me llamaban 'la mudita' (...) Me han llegado a decir a la cara que qué curioso que yo fuese modelo", indica en el libro.
Sin embargo, esa timidez que la acompañó durante mucho tiempo y su personalidad es lo que la hace "más mítica", según Sala. Su gran pasión nunca ha sido desfilar, de hecho "me muero de la vergüenza", y de ahí que su trayectoria se haya centrado más en campañas publicitarias. Eso sí, según demuestra en cada una de sus intervenciones, y tal y como nos explica el escritor, "no se corta a la hora de decir las verdades. Es muy natural y directa".
Martina Klein y los cánones de belleza
Martina Klein también tuvo que convivir con sus miedos. Expone que no terminaba de cumplir los cánones de belleza, que la "maltrataban sin querer" y que "la moda era una máquina de tortura disfrazada de purpurina".
"Había un maltrato hacia mí y hacia muchas compañeras por este motivo. Nos exigían ciertas medidas porque era necesario para formar parte de la maquinaria y que esta funcionara, pero cuando esas medidas están tan cerca de tu salud mental, eres frágil. Por eso hay tantos juguetes rotos en este mundo, que quizá ni lo saben o no lo cuentan. Y no hay un claro culpable", sostiene la modelo.
Klein ha vivido gran parte de su carrera "luchando entre mi sentido común y las exigencias externas". "La moda me pide que adelgace, no lo sé hacer; la moda me pide que cambie algo, tampoco sé hacerlo. Y no hay nada de malo en ello. Cada uno somos como somos, pero entonces era como que yo quería que la maquinaria se disparase, aunque yo no estaba a punto. Por eso la sensación de ir remando y tirando hacia adelante sin parar de remar. Es frustrante", menciona en el libro.
Sala nos explica que, ahora, la 'topmodel' lo cuenta "habiéndolo aceptado" porque, a pesar de ello, "es una de las modelos más importantes que hay en España".
Laura Sánchez, su infancia, diabetes, el edadismo y más allá del modelaje
Posiblemente a Laura Sánchez la conozcan más por su papel en 'Los hombres de Paco' que por su carrera en la moda. Pero su fama nació como modelo y tras vivir humildemente junto a su abuela y sus padres, quienes según cuenta "tenían pocos recursos".
Si algo comparten estas seis modelos es ese inicio de no estar relacionadas directamente con la moda, sino que todas ellas consiguieron abrirse camino por su cuenta.
Laura empezó en Sevilla, de ahí conquistó varios concursos hasta desfilar en países como Francia e Italia para marcas como Yves Saint Laurent, Prada o Miu Miu. Un no parar. Y, de repente, "en medio del caos", se quedó embarazada. "Engordé muchísimo, aunque después lo perdí. Pero en la conciencia de la gente ya había calado esa idea de 'Laura está gorda'. La moda puede ser muy cruel, y si no lo sabes gestionar te deja rota", se lamenta. Y buscando, buscando y buscando, se vio inmersa en el mundo de la televisión.
No fue hasta los 40 años cuando la diagnosticaron diabetes en un control rutinario, y desde entonces "como mucho peor". Otra de sus grandes batallas ha sido la lucha contra el edadismo y dejarse las canas. "Lo del pelo blanco... te cagas. Esto de dejarme las canas ha sido una lucha con todo el mundo. 'No te van a llamar', me decían. ¿Qué problema hay? ¿Un hombre sí y yo no? Pues yo también quiero ir cómoda y me gusto así. Sé la edad que tengo. Y mis compañeras también. Si algo nos une a todas es aceptar la edad que tenemos".
Sánchez sujeta que no está en contra de la cirugía estética, al igual que el resto de supermodelos que protagonizan este libro. "Aparte de aceptar los años, somos muy cagonas y le tenemos mucho miedo a la aguja".
El carácter de Naomi Campbell
El nombre de Naomi Campbell se repite entre las declaraciones de las supermodelos. "Mantuve una buena relación con Naomi, pero he visto cómo trata a la gente de los equipos... y en eso no coincidimos", garantiza Mascó sobre el carácter de la británica.
Por su parte, Blume convivió con "Naomi y su séquito" bajo el mismo techo durante un tiempo, y compartió más momentos con ella. "Naomi me daba pánico. Era una belleza, una pantera, yo era toda suavecita y blandita, que me ponía roja si me miraban, ella todo lo contrario: la diosa de ébano era poco a su lado. Esas piernas, que andaba por casa como en la pasarela... pero una mala hostia que se gastaba la tía... Yo no he conocido a persona más excéntrica ni explosiva en mi vida", defiende Verónica, que añade que "puede que viniese de otro mundo, porque si mi vida era una fantasía, la suya tenía que serlo mucho más".
Blume recuerda uno de los momentos que más le impactaron durante su convivencia con Campbell. "Su estilista la maquillaba con la mano temblorosa porque debía imponerle tanto como a mí, y yo vi un tacón con plataforma volar por el salón y estamparse contra el espejo tras esquivarlo el maquillador. Todo porque no debió gustarle cómo la había maquillado".
Pero si hay algo que todavía no olvida es lo que ocurrió una noche. "No hablamos casi nada. Nunca me atrevía a mirarla, me daba miedo. Una noche fui a la cocina y me encontré a Naomi de cara. Estaba sentada. Solo llevaba unas bragas, ni la peluca. La cabeza al descubierto, un cráneo hermoso. Delgada como ella sola y fumando. Era como si se hubiera quitado la máscara de la fiera y debajo hubiese una niña, como yo, sola en mitad de la noche fumando en bragas en la cocina. Me fui sin beber agua, pero se me ha quedado esa imagen grabada en la memoria. Tras desprenderse del personaje, como hacía yo cuando llegaba a casa y disfrutaba desmaquillándome, aparecía la real. La que debía ser, supongo".
Todas apuntan al carácter de Campbell, pero es algo que "no nos pilla de nuevas", explica Sala. "Ahora ellas lo han contado desde sus vivencias. Y sí, Naomi es como una pantera, tiene mucho carácter y ha habido muchas polémicas alrededor de ella. Es muy arrolladora, en todos los sentidos".
La influencia de Bimba Bosé
Entre las páginas de esta obra tampoco podía faltar la mención a Bimba Bosé, que falleció en 2017 a causa de un cáncer de mama. La moda española y su revolución no podría entenderse sin ella. Sin Bimba y sin David Delfín. "Si siguiera viviendo estaría claro que ella hubiera formado parte de este libro", explica Sala. "Era tan guay, tan divertida... y junto a David Delfín eran inseparables, dos genios que se divertían creando. Ella tenía esa imagen rebelde y unos cánones que a lo mejor tampoco la favorecieron porque era completamente diferente, tenía ese cuerpo tan suyo, ese andar... Era multifacética en todos los sentidos de la palabra, y todas se han sentido alentadas por ella", nos explica.
Laura Sánchez también cree que la hija de Lucía Bosé era "un ser de otro planeta que nos regalaron. Era un ejemplo de la estética que adoraba David Delfín. No entenderíamos a David sin Bimba ni a Bimba sin David".
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