Azul, vintage y llena de recuerdos: así es la librería de Máximo Huerta en Buñol

ROBER SOLSONA…20230110….VALENCIA…..EL PRESENTADOR Y ESCRITOR MAXIMO HUERTA, INAUGURA SU LIBRERIA EN SU PUEBLO BUÑOL (VALENCIA).
Máximo Huerta y su perra Doña Leo. Europa Press
  • Máximo Huerta, colaborador de ‘El Programa de Ana Rosa’, abrió su librería en Buñol en 2023

  • El periodista se inspiró en las librerías francesas y al entrar por la puerta uno se trasporta a París

  • El escritor la bautizó como ‘La Librería de Doña Leo’ en honor a su perra

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Corría el año 2020 cuando Máximo Huerta, colaborador de ‘El Programa de Ana Rosa’, hacía las maletas y se establecía en Buñol para cuidar a si madre. Pueblo que le acogió con los brazos abiertos y donde en 2023, vio cumplido uno de sus sueños: abrir su propia librería. En la calle El Cid, en el número 21, se encuentra 'La Librería de Doña Leo'. Convertida en todo un símbolo del pueblo llama la atención por su fachada azul con grandes ventanales, letras doradas y su banco de madera al lado de la puerta. 

Máximo Huertas enseña su librería a Joaquín Prat y Ana Rosa
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El periodista tomó la decisión de abrir su propia librería en un viaje a París, ciudad que tanto le gusta. La puesta en marcha fue muy laboriosa y como si de un gran libro se tratara, cada rincón es como si fuera un capítulo de su novela más importante. En el interior, una decoración vintage con muebles antiguos, espejos, mesas de madera, estanterías plagas de libros y azulejos en las paredes. 

El escritor tenía claro que al entrar en la librería la gente se tenía que trasportar directamente al hogar de los personajes de las novelas. Las flores frescas y los recuerdos de su madre no faltan en un espacio que invita a la tertulia e incluso a tomar un buen vino con amigos y que toma el nombre de su perra Doña Leo.

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Del horno de panadero a librería con alma

Escritor y periodista, Máximo Huerta es un loco de los libros. No solo de escribirlos, también de leerlos. Durante una de sus visitas a la capital francesa, y mirando por la ventana de una librería, decidió que era el momento cumplir el sueño de abrir su propia librería. En un viejo horno panadero en Buñol, en 2013, el periodista abrió “La Librería de Doña Leo”. 

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“La idea era recuperar el espíritu de las librerías clásicas, que no pareciera un almacén de libros, sino un hogar en el que los personajes y las novelas se muestran bien a los lectores”, aseguraba el propio Máximo Huerta en una entrevista para Vanitatis. El nombre de la librería también tiene un gran significado, Doña Leo es su compañera de vida, su perrita desde hace más de 14 años.

“Doña Leo llegó a casa el diciembre de 2010. Había aparecido, perdida y sin rumbo, por una carretera local. La rescataron unas amigas y pocos días después estaba subida en el sillón de casa. Sonriéndome feliz. Era un cachorro de tres meses, alegre, alocada y absolutamente cariñosa. Empezó a sentarse a mi lado, a mirarme mientras escribía historias y a buscar la caricia en los días grises. La suerte fue mía. La vida es mejor para todos desde que Leocadia llegó a casa”, asegura Máximo Huerta en la web de la librería. 

Cálida, luminosa y con flores frescas

De grandes ventanales y con la fachada en azul con letras doradas, cuenta con un banco de madera en el exterior que invita a más de uno a sentarse y hacerse una romántica foto. 

Nada más pasar la puerta el visitante se traslada directamente a París, madera, libros por todas partes, azulejos en las paredes, lámparas vintage colgando del techo y una luz acogedora incita a pasarse horas entre las páginas de los libros. Al escritor le encanta tener flores frescas en el mostrador “a ser posible, lirios. Su aroma dulce mezclado con el de los libros es un mix perfecto” aseguraba en la entrevista.

Se trata de un lugar de encuentro, un refugio donde navegar entre libros y descubrir a los personajes de miles de novelas. Un espacio en el que el periodista ha plasmado un ambiente parisino lleno de recuerdos cargados de significado como “las fotografías con Luis Landero y Ana María Matute, una nota enmarcada de mi madre con su letra y un deseo precioso que escribió en su momento para que la librería tuviera siempre luz.

También a una alfombra alicantina, jarrones de todo tipo, carteles de chapa de algunas calles de París, acuarelas pintadas por mí, cuadros regalados, fotografías variopintas, un perchero años veinte de la familia… Todo es una extensión de mis fetiches y gustos”, aseguraba el periodista.