El Soro dice que "Yiyo lo tenía todo, estaba tocado por la mano de Dios"

AGENCIA EFE 28/08/2010 11:54

En vísperas del 25 aniversario del fallecimiento de "Yiyo" en la plaza de toros de Colmenar Viejo (30 de agosto de 1985), "El Soro" explica en una entrevista con EFE sus recuerdos e impresiones como único matador que sigue con vida del denominado "cartel maldito" de Pozoblanco, cuya leyenda negra se empezó a escribir la tarde de 1984 en que perdió la vida Francisco Rivera "Paquirri".

"No creo en la mala suerte, sino en el destino. Se habla de un cartel maldito, pero creo que fue simple casualidad o desgracia", explica "El Soro", quien sin embargo reconoce que los percances de sus compañeros pesaron como "una losa" en su carrera mientras se mantuvo activo hasta 1994.

"Yiyo era ya una figura en el momento de su muerte (21 años), lo tenía todo para triunfar, era una persona muy cariñosa y guardo un gran recuerdo de él. El hecho de compartir cartel la tarde de Pozoblanco nos marcó. En América tuvimos ocasión de conocernos bien, pero siempre acabábamos hablando de la tragedia de Paquirri", era algo que le obsesionaba, asegura "El Soro".

El diestro, nacido en Francia, pero criado en el barrio madrileño de Canillejas, actuó la tarde de su muerte en sustitución de Curro Romero, que había sufrido un percance en Linares, aunque "El Soro" recuerda que el empresario de Colmenar le había ofrecido a él esa misma corrida como triunfador del festejo anterior.

"Ese cambio me dio mucho coraje. Recuerdo que me encontré con Yiyo la noche anterior a su muerte y le dije que estaba enfadado porque la corrida que le habían dado a él era para mí. Él, sonriente, me respondió que no fuese así, que dejara algo para los demás y no fuese tan canalla. Al final acabamos charlando en mi habitación y, de nuevo, surgió el tema de Paquirri", recuerda.

"Yiyo era la calidad hecha persona en todos los sentidos. Me gusta pensar que tanto él, como Paquirri, Curro Valencia o Manolo Montoliu y tantos otros que dieron la vida en las plazas lo hicieron para enaltecer más la Fiesta. No fueron ni los primeros ni los últimos en caer, pero si los toros no fuesen así de duros y crueles, pero también fantásticos y mágicos, no tendrían la grandeza que tienen", añade "El Soro".

La tarde en que falleció el diestro madrileño, "El Soro" se quedó en el hotel toreando de salón junto a su hermano Antonio Ruiz, también matador de toros, y la mala noticia le llegó a través de su subalterno David Navalón "El Jaro".

"Mi reacción fue un silencio total, me quedé como si se me hubiese ido media vida, fue trágico", recuerda "El Soro", quien en las horas posteriores se desplazó a la casa del "Yiyo". "Recuerdo que incluso ayudé para amortajarlo con su traje azabache, pero en aquellos momentos no entendía nada, fue un golpe muy duro".

La tarde siguiente Antonio Chenel "Antoñete", que compartió cartel con "Yiyo" en Colmenar, sufrió una cornada en Almería y "El Soro" fue volteado hasta quedar inconsciente en San Sebastián de los Reyes, aunque "afortunadamente todo quedó en un susto", explica el diestro valenciano.

"Una vez me dijo Luis Miguel Dominguín, que estuvo presente en Linares la tarde en que murió Manolete, que siempre debe quedar alguien para contarlo, que simplemente me había tocado a mí quedarme para hablar de aquellos maestros ilustres", añade.

"Fueron experiencias horribles. Recuerdo lo rara que fue la tarde de Pozoblanco y aquel toro, Avispado, que no gustaba a nadie. Pero tengo presente también la gran amistad que me unió a Paquirri y, sobre todo, la entereza y la hombría que mostró hasta el final", añade.

Tanto la tarde de Pozoblanco como su relación con "Yiyo" han dejado una profunda huella en "El Soro", un diestro que se vio obligado a retirase de las plazas en 1994 al sufrir una lesión de rodilla y que desde entonces se ha sometido a 29 operaciones, siempre con la esperanza de volver a vestirse de luces algún día.