Carlos Llanos, el grafitero de Perú que ahora pinta imágenes religiosas en Sevilla: "Una foto me cambió la vida"

Un día Carlos era casi invisible pintando en mitad de la calle con tizas en el suelo... Y al día siguiente lo conocía el mundo entero. Todo gracias a una foto que se hizo viral en 2018 y que le ha cambiado la vida. En la imagen se veía a este grafitero peruano dibujando sobre el suelo la imagen de la Esperanza de Triana frente a la Catedral de Sevilla

"Me dio a conocer fuera de la avenida Constitución", dice Carlos Llanos, de 31 años, "hasta entonces solo me conocían algunos transeúntes". Hoy ya no pinta en la calle, lo hace en su taller, lo hace bajo encargo y para clientes de toda España. Hermandades de Sevilla, Almería o Elche ya le han pedido algunos trabajos y algunas de sus obras han llegado incluso a Estados Unidos.

Pero el viaje de Carlos empezó mucho antes de esa foto. "Yo empecé en el arte callejero sin imaginarme que algún día viviría del arte", dice este artista cuyos inicios están plasmados en grafitis de las calles de algunas ciudades de Perú. "Desde que tengo uso de razón me llamaba mucho la atención el arte en la calle, los colores, las figuras...", explica a NIUS.

Mientras tanto, su pareja se quedó embarazada, pero su hijo apenas vivió diez días. Ni siquiera pudo salir del hospital. Falleció a causa de una hernia diafragmática congénita en el lado derecho que le había sido detectada durante el embarazo. Era su primer hijo. "Quisimos luchar", dice Carlos, "nunca perdimos la esperanza".

Cuando su pareja volvió a quedarse embarazada decidió viajar a España en busca de un futuro mejor. Ya en Sevilla y sin papeles, empezó a pintar en la calle para ganar algo de dinero. Utilizaba el suelo como lienzo para dibujar caricaturas. "No tenían demasiado éxito y no era rentable", recuerda Carlos, que se pasaba casi diez horas en la calle y la gente pasaba casi sin mirarlo.

"Mucha gente me decía que pintara la Macarena o la Esperanza de Triana", recuerda Carlos, Así que empezó a investigar. Miró cuadros, buscó imágenes por la ciudad y finalmente se lanzó con sus tizas sobre el suelo para dibujar el rostro de la Trianera. Diez horas de proceso y el resultado fue todo un éxito. "Era más rentable", dice Carlos, "ese día llegué con más dinero a casa y más feliz".

Y entonces llegó la foto... Su nombre corrió como la pólvora y ni siquiera la pandemia pudo frenar su ascenso. "Una foto me cambió la vida", reconoce Carlos. Hoy su teléfono suena todos los meses y vive únicamente de su arte bajo el nombre de Reys Perú, en honor a su hijo fallecido, Rey Sebastián. "Cuando murió me alejé de la religión", confiesa Carlos. Ahora el 90% de los encargos que tiene son imágenes religiosas y asegura que ha vuelto a creer.

Temas