¿Existía el matrimonio homosexual en la Antigua Roma?: una recreación histórica en Córdoba nos da la respuesta
Dentro del festival Lux Historiae, que se celebra en Córdoba hasta el próximo 12 de octubre, el grupo de recreación histórica Ibidem interpreta un rito romano que unía a personas del mismo sexo
El historiador y profesor de la Universidad de Yale, John Boswell, argumentaba que este rito era una forma de dar legitimidad a parejas homosexuales
CórdobaQue dos hombres o dos mujeres formalizaran su unión mediante un vínculo legal o religioso era una utopía hace menos de tres décadas. El matrimonio homosexual no fue aprobado en nuestro país hasta el año 2005 y fue el tercer país del mundo que lo hizo. Aún sigue habiendo demasiados lugares en los que no sólo no existe, sino que además es considerado delito.
Sin embargo, diferentes tipos de uniones entre parejas del mismo sexo ha habido siempre, aunque en muchos momentos de la historia se ocultaran bajo distintas formas. Una de ellas es la adelfopoiesis o fraternitas iurata. Las fuentes clásicas nos descubren que el mundo romano iba un paso por delante. Ante la necesidad de afianzar vínculos entre hombres y hombres (sobre todo), pero también entre mujeres y mujeres, nació una figura que se conoció como fraternitas iurata, en la Roma occidental, o como "ἀδελφοποίησις" (adelfopoiesis), en la Roma oriental, y que significa “creación de hermanos”.
Este es el rito que el grupo de recreación histórica Ibidem ha representado en la Casa Árabe de Córdoba este fin de semana, dentro del festival Lux Historiae, organizado por Sexto Mario. Los contrayentes, Nikolaos y Demetrios, pronunciaron sus votos, en los que se comprometieron “como hermanos en el espíritu” a “amarse con pureza”. Lo que en teoría (no tanto en la práctica, según algunos historiadores) implicaría que no existe una relación carnal entre ellos, nos explica el historiador Juan Aguilar, miembro de la asociación.
¿Era una relación pura o afectivo-sexual?
El primero que se atrevió a ver este rito bizantino como un matrimonio entre personas del mismo sexo fue el historiador John Boswell en 1994, en su libro “Same-Sex Unions in Premodern Europe”. Doctorado por la Universidad de Harvard y profesor de la Facultad de Historia de la Universidad de Yale, Boswell argumentaba que detrás de este acto no había un simple hermanamiento por motivos económicos o sociales, una forma de unir a familias o de hacer alianzas políticas, sino que era una manera de poder convivir y hacer vida pública con tu pareja, del mismo sexo, y de darle legitimidad ante Dios y, principalmente, ante la sociedad.
No tardaron en aparecer voces dentro del ámbito académico y eclesiástico que consideraron esta interpretación anacrónica, pero lo cierto es que los textos litúrgicos conservados, algunos con estructura muy similar a los ritos nupciales, permiten una lectura compleja y nos llevan a creer que hay mucho más allá de este rito.
“La pregunta de si realmente era un matrimonio entre personas del mismo sexo es difícil de responder sin generar polémica”, apunta Aguilar, pero “no podemos ignorar” que en el Mediterráneo oriental las relaciones afectivo-amorosas “eran muy complejas antes de que llegara el Cristianismo”. La nueva religión tuvo que adaptarse e intentar “regular” esas relaciones de pareja que ya existían y que estaban afianzadas en el mundo romano oriental.
Ibidem, una de las asociaciones andaluzas de recreación histórica con más proyección nacional e internacional
Ibidem nació de la pasión por la Historia de un grupo de vecinos de Puente Genil, Córdoba, liderados por el desaparecido Pepe Montesinos, un pionero en la recreación histórica, que unieron conocimientos y ganas para llevar la cultura más allá. “Buscamos acercar al gran público algo que nos apasiona, el día a día en el mundo romano”, nos relata la presidenta de Ibidem Recreación Histórica, Pilar Berral.
Desde hace más de una década, “trabajamos en la investigación, reconstrucción y difusión de la vida cotidiana romana: queremos que la gente sepa cómo se vestían, cuáles eran sus rituales domésticos, qué papeles tenían la mujer o los esclavos, cómo despedían a sus difuntos o cómo hacían para abastecerse de agua”, y para ello, añade Berral, “sacamos nuestra inspiración para la escenificación y la indumentaria de mosaicos romanos y de textos clásicos”.
El período histórico en el que más ha trabajado Ibidem es la Antigüedad tardía romana, pero también “hemos realizado reconstrucciones de otras épocas como la Roma republicana, el mundo bizantino o el mundo andalusí”, aclara la presidenta de esta asociación de Puente Genil.
Además han estado presente en actividades culturales de diversos museos y yacimientos arqueológicos andaluces como Sevilla, Córdoba, Carmona, Itálica, Antequera, El Ejido o Gilena, cuya musealización fue obra de Pepe Montesinos, y sus actividades se han representado en festivales de recreación histórica nacionales e internacionales como Natale di Roma, Calendas en Cordvba, Emérita Lúdica, Tarraco Viva o Castra Legionis.
Todo en el rito de la adelfopoiesis recuerda a una boda religiosa
A pesar de que no es un sacramento, sí es un acto religioso oficiado por un sacerdote, que bendice la unión de los hermanados. Aquí no hay intercambio de anillos, pero sí de cruces para colgar en el pecho; no hay un “puede besar a la novia”, pero sí “beso fraternal” entre ellos; no hay un “hasta que la muerte os separe”, pero el lazo que los une no puede romperse “ni por miedo ni por injurias”.
Eso sí, no hay mención a los deberes conyugales ni a la posible descendencia, porque no era esa la finalidad de esta alianza, que queda sellada por las manos entrelazadas y un cinturón colocado alrededor de los contrayentes.
Emperadores, reyes, monjes o grandes duques de la época se unieron a otros hombres mediante este rito
Estas alianzas formales estaban tan extendidas que eran algo común en la Antigua Roma oriental. Implicaban no sólo amistad, sino también lealtad, protección mutua e incluso cohabitación. Un ejemplo lo encontramos en Bizancio, con el emperador Basilio I (s. IX).
Las crónicas cuentan que Danelis, una poderosa aristócrata del Peloponeso, favoreció a Basilio en su ascenso al trono. Su hijo Juan fue ligado a Basilio mediante un vínculo que algunos estudiosos han interpretado como una ceremonia de adelfopoiesis.
El caso es relevante porque muestra cómo las alianzas personales y familiares podían reforzarse con un lenguaje litúrgico, dando estabilidad y legitimidad a las relaciones de poder. Además, refleja hasta qué punto estos pactos trascendían lo privado para insertarse en el imaginario político y religioso del Imperio bizantino.
Y aunque la Iglesia de la época insistiera en que sólo se trataba de reforzar lazos de amistad y de que la unión debía ser “pura y sin vergüenza”, la ceremonia era sospechosamente parecida a una boda de la actualidad, con intercambio de objetos (recordemos, cruz en vez de anillo), con besos fraternales (al menos en público) y hasta con un banquete para celebrar que el amor, sea cual sea su modalidad, siempre se sella mejor con el estómago lleno.