Lorena, la gaditana que lleva dos meses viviendo en un coche: "Solo pido un techo para mis hijos"
Lorena, madre gaditana de tres hijos, vive junto a su marido en un coche desde junio por no poder afrontar un alquiler inasumible
Su historia pone rostro a la exclusión residencial en España en el Día Internacional de las Personas sin Hogar
CádizHoy, 10 de octubre, se conmemora el Día Internacional de las Personas sin Hogar, una fecha clave para visibilizar la situación de millones de personas que carecen de un hogar seguro. Entre ellas se encuentra Lorena, una gaditana de 41 años que desde el 22 de junio vive junto a su marido en un coche. Antes, habían pasado un mes viviendo en un trastero. Su historia refleja las dificultades a las que se enfrentan muchas familias que a día de hoy se encuentran en la línea más fina entre la precariedad y la exclusión residencial.
Lorena comparte su historia con claridad y sin añadir dramatismos, aunque el peso de la situación es más que evidente. Tiene tres hijos, uno de 24 años (ya emancipado), y dos menores, de 13 y 8, que actualmente viven con sus abuelos. "Mis niños están agobiados, solo quieren estar con sus padres" asegura, "el pequeño me dice incluso que quiere hablar con el alcalde para que nos ayude, y a la niña le dan ataques de ansiedad constantemente en el instituto", explica cargada de preocupación.
Un desahucio inevitable y una deuda perdonada
El origen de esta situación se remonta a un alquiler que creía cubierto gracias a la ayuda de asuntos sociales. "Tenía un piso de alquiler que asuntos sociales me ayudaba a pagar, pero entonces mi marido empezó a trabajar y me cortaron la ayuda sin avisarme", explica. "Yo pagaba mi parte sin saber que la otra parte no lo estaba haciendo", asegura, así que cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde.
La situación se alargó año y medio, hasta que Lorena recibió una carta que lo cambió todo. El dueño de la vivienda la denunciaba por impago. No llegaron a juicio, hubo una conformidad a las puertas de la sala en la que el propietario del inmueble se comprometía a perdonar la deuda a cambio de que la familia abandonara la casa en 15 días: "tuvimos hasta suerte, se portó bien y al menos no nos hizo pagarle lo que le debíamos".
A partir de aquí empieza la pesadilla: "mi marido cobra 1.400 euros y los alquileres están entre 900 y 1.000, es imposible; si pag alquiler, mis hijos no comen", lamenta. Así que cada día es un reto logístico y emocional. Lorena se levanta a las seis de la mañana, lleva a su pareja al trabajo, va a por sus hijos, los prepara y los lleva al colegio. Se encarga de todo lo que les concierne, pero a las nueve de la noche se topa con la realidad y se vuelve al coche.
"Paso mucho miedo, casi no duermo, cualquier ruido me asusta", así que ha buscado un polígono industrial con cámaras de seguridad que le aportan algo de tranquilidad. Para asearse y comer también acuden a casa de los abuelos, pero no hay espacio para que todos pasen la noche: "es una casa muy pequeña".
La salud de Lorena le impide trabajar
A las dificultades económicas también se suman las físicas. Lorena padece asma, diabetes, hipertensión, depresión y ansiedad, lo que le impide trabajar por ahora y agrava su vulnerabilidad. Por eso esta madre gaditana reclama un alquiler social en su ciudad que pueda permitirse con lo que tiene: "puedo pagar unos 400 euros".
Desesperada aboga porque muchas segundas residencias que están cerradas durante el año, se destinen a familias en situación de vulnerabilidad. "Que se pongan en mis zapatos unos minutos y piensen en mis hijos, que me piden que vuelva con ellos", subraya.
La exclusión residencial en España
El caso de Lorena es un reflejo de la exclusión residencial en España. Según un estudio del Observatorio del Alquiler de la Fundación Alquiler Seguro y la Universidad Rey Juan Carlos, con la aportación de la SOCIMI social tuTECHÔ, unos 8,5 millones de personas, el 18% de la población, sufren este tipo de exclusión. Este término no solo incluye a las personas sin hogar, que rondan las 30.000, sino también a quienes viven en hogares inseguros o inadecuados.
La historia de esta madre que se ve obligada a vivir en su coche mientras sus hijos permanecen lejos, pone rostro a estas cifras, demostrando que detrás de cada número hay familias que necesitan oportunidades concretas para recuperar su estabilidad.