Dos bañistas mueren cada semana de media en Cataluña: “Hay socorristas que se sienten culpables”

  • Diez personas han muerto en las playas catalanas desde que comenzara la temporada el 15 de junio

  • El experto Ramsés Martí recuerda el primer ahogado que no pudo salvar: "Es una mezcla de tristeza y fracaso"

  • Pide corresponsabilidad a padres, jóvenes y ancianos: "Es imposible proteger a quien no se deja proteger"

Diez personas han muerto en las playas de Cataluña desde que empezara la temporada de baño el 15 de junio, ahora hace cinco semanas. El último, un hombre de 86 años que ha perdido la vida en la Platja Llarga de Tarragona tras ser rescatado del agua este 19 de julio.

Una situación que todo socorrista desea evitar, pero que se repite una y otra vez. “Mueren más de 400 bañistas cada año en toda España, un año alcanzamos el medio millar”, lamenta Ramsés Martí, socorrista y experto en seguridad acuática, que matiza que “el 90 % se producen en zonas no vigiladas”.

Por ello, y recordando una de las primeras muertes que no pudo evitar cuando tan solo tenía 18 años, pide prudencia. El responsable de Protecció Civil en el Ayuntamiento de Castelldefels y también instructor, profesor y enfermero, explica cómo evitar conductas de riesgo y recuerda: “Hay socorristas que se sienten culpables a pesar de haber hecho bien su trabajo".

Pregunta: ¿Cuántos años has ejercido como socorrista?

Respuesta: Empecé con 16 como voluntario de la Cruz Roja en las playas de la Barceloneta y de Sant Sebastià (las únicas originales de Barcelona). Ahora, tengo 45. A nuestra generación nos llamaba la atención esta profesión por los Vigilantes de la Playa, que la dio a conocer y me hacía sentir orgulloso de tener un trabajo con tanta incidencia en la vida de las personas siendo tan joven.

P: ¿Cuántas vidas has salvado en tus más de 25 años como socorrista?

R: Habré participado en una cuarentena de rescates. En cinco o seis ocasiones, el rescatado ha muerto en la arena tras ser sacado del agua. Y en una no pudimos encontrar a la víctima hasta que rescatamos su cuerpo al día siguiente.

P: ¿Quién era?

R: Un chaval de unos 16 o 17 años. Yo tenía 18 y él estaba recogiendo moluscos en la playa de la Marbella de Barcelona, hasta que la red en la que los guardaba alcanzó tal peso que lo arrastró al fondo del mar sin poder salir. Recuerdo sufrirlo mucho, hacer apneas para buscarlo en la profundidad y hacerlo ya muy fatigado, la sensación de abatimiento a medida que pasaba el rato y me iba dando cuenta de que seguramente no lo encontraría vivo. También recuerdo la sensación de tristeza y sobre todo fracaso: era una situación en la que no pudimos hacer lo que habíamos venido a hacer en la playa.

P: Debe ser difícil gestionar las emociones en este tipo de situaciones…

R: Y por eso es importante que los socorristas tengan acceso a apoyo psicológico. Es importante detectar que hay socorristas que se sienten culpables, que piensan que han hecho alguna cosa mal. Es normal que, cuando hay un ahogamiento en una zona vigilada, se pueda sentir mal, responsable e incluso culpabilizado. He visto a compañeros con lágrimas en los ojos, lamentándose y diciendo: “No lo he visto, no lo he visto…”. Y, en estas situaciones, necesitan que alguien les ponga una mano en el hombro y les digan: “Aunque el resultado no sea el deseable, has actuado bien”.

Es normal que, cuando hay un ahogamiento en una zona vigilada, se pueda sentir mal, responsable e incluso culpabilizado.

P: No podéis estar en todos lados al mismo tiempo…

R: Siempre hay lagunas. Las víctimas por ahogamiento son víctimas de muy difícil detección. El socorrista no mira al agua, sino que detecta malos comportamientos. Normalmente, los ahogados no gritan y hay situaciones que no son detectables. Y en vez de culpabilizarse, hay que buscar soluciones: quizá el ayuntamiento en cuestión ha externalizado el servicio de socorrismo, o no ha contratado a suficientes socorristas para tanta playa o la construcción de esa piscina no ha tenido en cuenta que alguien la debe vigilar.

P: Una responsabilidad muy grande…

R: Enorme. Los socorristas están en la playa para que la gente no muera ahogada, que es una muerte horrible. Y en la playa (también en piscinas e incluso parques acuáticos) hay menores, mujeres embarazadas, ancianos, padres y madres de algún niño… y normalmente, en zonas muy masificadas. Los socorristas son grandes profesionales, preparados para detectar e intervenir ciertas situaciones, pero es imposible proteger a gente que no es consciente de los peligros y no los previene.

P: …y, por lo general, son muy jóvenes…

R: Estamos exigiendo a gente normalmente muy joven (antes empezábamos con 16 años, ahora con 18) una responsabilidad tan grande que es inaguantable si no hay corresponsabilidad por parte de la población. Hay que ser corresponsable con la seguridad de uno mismo porque hay conductas que comportan peligro, como la de los padres que confían la seguridad de su hijo en otra persona y se piensan que este es responsabilidad del socorrista. Pues no.

Todas las muertes de niños por ahogamiento se pueden evitar

P: ¿Cuál es la causa principal de los ahogamientos?

R: Depende de la edad. En niños pequeños, se producen porque entran al agua cuando no deberían, sin estar vigilados por un responsable (y no me refiero al socorrista, sino a su padre, su madre, sus abuelos o su tutor legal…). Los adolescentes, normalmente, se ahogan por conductas de riesgo como saltar desde donde no toca, pensar que nadan mejor de lo que realmente nadan… Y las personas de edad avanzada, es posible que sufran alguna enfermedad repentina que haga que se ahoguen; si tienen un infarto en el agua, es obvio que también se ahogarán.

P: ¿Y cuántas se pueden evitar?

R: Las muertes de niños, todas. Deben estar siempre vigilados. Y aumentando la corresponsabilidad del resto de colectivos, podemos evitar muchas más. Por ejemplo, bañarse en zonas vigiladas, que los jóvenes no salten de cabeza sin saber qué hay en el fondo o que los ancianos vayan acompañados por alguien que pueda avisar en caso de mareo o cualquier cosa.

P: Diez ahogados en poco más de un mes de temporada en Cataluña. ¿Qué te dice este dato?

R: Que algo falla. Quizás nos deberíamos sentar y pensar qué está pasando para que haya tantas muertes por ahogo. 400 personas mueren por ello a lo largo del año en España, hemos llegado a alcanzar el medio millar alguna vez. ¿Pero cuánta gente se ha ahogado en una zona vigilada? El 90 %. Hay que trabajar la corresponsabilidad. Si alguien se lesiona por saltar desde un acantilado y se queja de que no había vallas, yo le diría que no debería haberse acercado: las administraciones tienen la obligación de protegerte, pero tú también.

400 personas mueren por ahogo a lo largo del año en España, hemos llegado a alcanzar el medio millar alguna vez... Algo falla

P: ¿Qué casos impactan más?

R: Atender a un niño pequeño impresiona más porque a un niño no le debería pasar nunca nada. E impresiona aún más si no sale bien. Intentas crear una barrera emocional y tomártelo de una forma más profesional, pero al principio siempre cuesta. Sueles atender a bañistas que tienen historias con alguna medusa o sufren algún mareo o algún golpe de calor, o heridas, hasta que un día te encuentras que no detectas un ahogo o que no llegas a tiempo en un rescate.

P: ¿El socorrista es consciente de que un día puede rescatar un cadáver?

R: Habitualmente, entramos en esta profesión sin ser todo lo conscientes de la responsabilidad que tenemos, estamos en una burbuja, pero ya nos damos cuenta de dónde estamos con el primer susto. Cuando afrontas la primera búsqueda acuática y el primer cadáver te das cuenta de tus propias limitaciones y de que la gente muere en el agua. Y los bañistas deben ser conscientes también de que hay gente que arriesgará su vida si toman algún tipo de riesgo innecesario.

P: ¿Qué deben hacer los ayuntamientos para mejorar la seguridad en las playas?

R: Este es un trabajo precario por los sueldos, su temporalidad y su reconocimiento social. Los ayuntamientos deberían darle el reconocimiento que se merece, asumir su gestión en vez de externalizarla en empresas y contratar a más socorristas para que vigilen menos espacio cada uno. Y no disponemos de una normativa estatal de salvamento marítimo ni somos considerados agentes de la autoridad, como los sanitarios, cosa que nos protegería de agresiones cuando desalojamos una playa o no permitimos su entrada con bandera roja.