Salvador Macip, genetista: "La persona que se va a tomar la primera pastilla antienvejecimiento ya ha nacido"

  • "Hasta ahora, la medicina lo que ha intentado es curar, pero ahora pensamos en mejorar la vida de las personas sanas, y es la primera vez en la historia que pensamos así", explica el investigador español

  • A este tipo de tratamiento no va a tener acceso todo el mundo, "por lo que se va a ensanchar la diferencia entre ricos y pobres" cuenta el experto en Biología Molecular

  • Macip, investigador y profesor en el Reino Unido, acaba de publicar nuevo libro: "¿Qué nos hace humanos?"

Hablar con Salvador Macip anima y asusta a la vez. El genetista, al que conocíamos en la pandemia como científico y divulgador, acaba de publicar nuevo libro, en el que descubrimos su faceta más filosófica: ¿Qué nos hace humanos? (Ed. Arcadia), se pregunta Macip en el título. Las respuestas son muchas, pero todas parten de esta idea: "Es esencial entender nuestra biología si queremos entender nuestro comportamiento (y diseñar mejores sociedades para el futuro)".

Macip lleva años afincado en Leicester (Reino Unido), en cuya universidad es profesor e investigador en Biología Molecular. Antes, vivió y trabajó en centros tan prestigiosos como la Escuela Icahn de Medicina en el Mount Sinaí de Nueva York. En esta entrevista, hablamos con él de genética, de envejecimiento, de inteligencia artificial... pero también de humanismo, o de racionalismo. Porque Macip cree que es urgente y necesario entender que la ciencia es filosofía, y al revés. Sólo así podremos afrontar las revoluciones que nos vienen. Como la de la genética. O la de la inteligencia artificial, que siempre asusta. "Yo no veo tan difícil que creemos algún tipo de organoide que tenga una cierta actividad parecida al ser humano, y que piense, en un plato de cultivo", advierte. "Ya hemos dado los primeros pasos". Pero antes, plantea, deberíamos entender para qué queremos hacerlo.

Pregunta: Empecemos por el título del libro: ¿Qué nos hace humanos?

Respuesta: Es una pregunta muy compleja. En el libro solo planteo posibles respuestas, porque responderla requeriría años de trabajo. Lo que nos hace humanos está en nuestro cerebro, que funciona de una manera diferente al del resto de los animales. Hablo de sus funciones, y las más obvias son la consciencia y la inteligencia. Los humanos somos los únicos que somos conscientes de estar vivos. Esa es la clave de todo, es lo que nos empuja a hacer cosas que otros animales no hacen, como construir religiones para tratar de entenderlo.

Pero la consciencia hay que verla combinada con la inteligencia, que nos permite hacer cosas que otros animales no pueden hacer. Y es lo que nos da ganas de saber y de inventar herramientas como la ciencia para intentar entender y responder a preguntas sobre nuestra propia existencia. Aunque esta definición de lo que nos hace humanos nos funciona ahora, pero que puede ir cambiando con el tiempo, cuando aparezcan entidades que pueden ser, hasta cierto punto, conscientes.

P: Para explicar todo esto, acuñas un concepto: 'biohumanismo racionalista', que implicaría aplicar el proceso científico al humanismo. Dices que debe basar su discurso en datos contrastables.

R: Es una manera de proponer una herramienta, que no es nueva, sino que es una reformulación de otras que ya existían pero hemos ido abandonando. Lo que planteo es un regreso a corrientes como el empirismo de la Ilustración, rescatar corrientes que ha habido antes y que no separaban humanidades y ciencias o ciencias y letras. Porque en el mundo moderno estamos compartimentando mucho.

En el Renacimiento, o en los primeros filósofos griegos, era normal que filósofos fueran científicos, y los científicos filósofos. Pero esto se ha ido perdiendo, sobre todo a raíz de que la ciencia se ha ido complicando mucho. Y la compartimentación es un problema. Las preguntas filosóficas hay que responderlas con ayuda de la ciencia.

Pongo el prefijo "bio" en humanismo porque, para poder crear una sociedad mejor, hay que entender primero de dónde venimos los humanos, biológicamente hablando. Los humanos somos animales, no hay que olvidarlo ni separarnos de esto. Aunque quizá estamos en un extremo de la evolución, compartimos muchas cosas con otros animales, y entenderlo es básico para entender el comportamiento humano. Tenemos que entender nuestras raíces biológicas, solo así podremos hacer algo para cambiarlo y mejorarlo. Pero esto no se puede hacer si no hay un conocimiento científico. Por eso planteo que hay que explicar ciencias en las facultades de filosofía y al revés, filosofía en las de ciencias. Para poder contestar estas preguntas.

P: La ciencia es filosofía, dices en el libro. Y también que "es la única herramienta que tenemos para conocer la realidad".

R: Yo lo que planteo que hay que volver a algunas corrientes filosóficas del siglo pasado. El mundo no se puede conocer solo con empirismo, después hay que aplicar el racionalismo para entenderlo. Hay que seguir siendo reflexivos y apoyarnos en el empirismo. Por eso, empiezo el libro con una cita de Bertrand Russell ("Whatever knowledge is attainable, must be attained by scientific methods; and what science cannot discover, mankind cannot know"). Yo no digo nada nuevo, esto ya lo han dicho antes, no invento nada. Lo que planteo es que hay que volver a ese punto.

P: Hablas también de que tenemos que "superar la tiranía de la biología, escapar de estos lími­tes que nos predefinen". ¿Qué significa?

R: El esfuerzo máximo que hemos hecho los humanos, en las últimas décadas, ha sido salirnos de esa biología. Si no, seguiríamos teniendo una esperanza de vida de 30-40 años, una gran mortalidad infantil, muchos hijos y muchos que morirían. A eso me refiero cuando hablo de la tiranía de la biología. La biología es violencia, por ejemplo, es usarla como método de interacción social. Hay una serie de cosas de las que aún seguimos siendo esclavos, aunque las hemos intentado evitar y mejorar. Pero eso no quiere decir que tengamos que rendirnos ante esos condicionantes. Ya hemos demostrado que podemos escapar de ellos, pero primero hay que ser conscientes de ellos. El machismo o el patriarcado, por ejemplo, tienen una raíz biológica, vienen de las primeras sociedades de primates.

Que la violencia sea algo eminentemente masculino y propio de gente joven, por ejemplo, es biológico. Siempre ha sido así en nuestra especie. Pero eso no quiere decir que tengamos que tolerarlo, ni mucho menos. Al contrario, debemos hacer esfuerzos para superarlo, y esos esfuerzos deben estar dirigidos sobre todo hacia ese sector de la población. No es un mal de la sociedad moderna, como se plantea a veces, sino que muchas de estas cosas vienen determinadas por la biología. Eso es la tiranía de la biología, que a veces nos lleva por sitios a los que no queremos ir. Primero hay que entenderlo y luego decidir como queremos cambiarlo.

P: Tú eres genetista. Y cada vez parece más claro que la genética es el futuro, que de ella depende, en gran parte, poder "mejorar" la especie...

R: Sí, estamos a las puertas de una revolución genética importante. Estamos en la época posgenómica, una nueva era de conocimiento. Ahora tenemos la posibilidad de manipular los genes humanos, de resideñarlos incluso. La revolución que nos viene es genética. El ser humano tiene la posibilidad de cambiar, incluso, el aspecto de la humanidad.

Esto es una tema filosófico, que viene definido por la ciencia. Necesitamos un debate científico y humanista sobre esto. Con estas herramientas que nos da la genética, tenemos que plantearnos varias preguntas: ¿Qué queremos hacer con ellas? ¿Cómo queremos que sea la sociedad del futuro? ¿De dónde venimos y cómo podemos mejorar? ¿Y para qué? Está claro que la genética estará en el centro de toda esta revolución que está empezando ahora.

P: Hablas en futuro...

R: Estoy pensando a medio plazo, porque creo que veremos cambios importantes, pero la raíz ya esta aquí. Por eso, hay una cierta urgencia en poner estos temas sobre la mesa. Es urgente que haya intelectuales que hablen los dos idiomas, ciencias y letras. Porque ambas son necesarias para poder contestar esas preguntas.

P: Antes apuntabas que aparecerán entidades que pueden ser, hasta cierto punto, conscientes. ¿A qué te referías? ¿La consciencia dejará de ser algo único de los humanos? Asusta un poco pensarlo...

R: Sí, da miedo, porque implica entender qué es el ser humano. Pero en el momento en que podamos reproducir el cerebro, ¿cómo defines al ser humano? Si tienes un cerebro con funciones parecidas, si un robot es consciente de estar vivo, por ejemplo, ¿es humano? ¿entonces dejas tú de ser humano?

Cuando hablamos de inteligencia artificial, hablamos de dos cosas: un cerebro mecánico robótico y la capacidad de generar organoides. Con esto último me refiero a generar cerebros aislados, capaces de pensar o generar algún tipo de pensamiento. Ya hemos creado organoides, con células que se juntan y acaban teniendo una actividad neuronal. Ya somos capaces de recrear en el laboratorio algunas de las partes fisiológicas del cerebro humano. ¿Y en en el futuro qué? Todo esto es una revolución que es posible que veamos, y que puede cambiar lo que entendemos por estar vivo o ser humano. Yo creo que, antes de eso, debemos plantarnos qué es lo que nos hace ser humanos.

P: ¿Y cuánto de lejos estamos de ver ese robot que es consciente de que está vivo?

R: Si hablas con expertos en robótica, te dirán que estamos lejos. Pero yo no veo tan difícil que creemos algún tipo de organoide que tenga una cierta actividad parecida al ser humano, y que piense, en un plato de cultivo. En el futuro inmediato quizá no, pero ya hemos dado los primeros pasos. Y lo que hemos visto es que su actividad neuronal es parecida a la del cerebro de los niños. Los primeros pasos nos dicen que no es imposible esto. Entonces, antes de que llegue, hay que discutir qué queremos hacer con esto.

P: Y habrá que regularlo, entre otras cosas...

R: Claro. La ciencia siempre va por delante. Nos genera problemas éticos, morales y legales que sería mejor afrontarlos antes, y no a posteriori.

P: Otro de los temas de los que más hablamos últimamente, y que abordas en el libro, es el envejecimiento. La ciencia está explorando maneras de vivir más y mejor.

R: Yo trabajo en eso. Y creo que este tema es uno de los componentes básicos del futuro del ser humano. A medio plazo, vamos a ver fármacos para alargar la vida, en calidad y en cantidad. En las próximas décadas, veremos los primeros fármacos antienvejecimiento llegar a los pacientes. Hablamos de envejecimiento relacionado con enfermedades, con la idea de frenarlas.

P: Dices "en las próximas décadas"... ¿Lo veremos tú y yo?

R: Sí, claro. La persona que se va a tomar la primera pastilla antienvejecimiento ya ha nacido, sin duda. Primero trataremos el envejecimiento asociado a la enfermedad y luego el envejecimiento sano. De hecho, ya estamos con las primeras pruebas en humanos. Y todo esto tiene que ver con cómo queremos vivir en el futuro. Pero plantea cuestiones importantes, como ¿quién va a tener acceso a esos fármacos? Primero serán los ricos, claro, como en todo. Pero es algo que hay que pensar, regular. Porque ahora ya hay dos mundos diferentes en esperanza de vida, por ejemplo. ¿Queremos una humanidad de dos velocidades? ¿Una de humanos y otra de posthumanos?

P: ¿Posthumanos?

R: Me refiero a los que tuvieran acceso a todas estas mejoras… Hasta ahora, la medicina lo que ha intentado es curar, pero ahora no pensamos solo en curar también en mejorar. Es decir, pensamos en una persona sana, en cómo mejorar su vida: que viva más tiempo y que esté mejor. Y es la primera vez en la Historia que estamos pensando en esto. Esto plantea una revolución muy importante. Se va a poder ofrecer un tratamiento muy importante a personas sanas, y no va a tener acceso todo el mundo, por lo que se va a ensanchar la diferencia entre ricos y pobres.

P: Cuando hablamos del futuro, tú planteas que saber por qué somos como somos es importante para decidir hacia dónde queremos que vaya nuestra especie. Hace unos días, otra científica, María Martinón-Torres, nos planteaba algo parecido. Tenemos las herramientas para decidir nuestro futuro, pero no sabemos a dónde queremos ir con ellas...

R: Sí, parece que todas estas advertencias están saliendo de la ciencia, que es la que esta reclamando este debate. Pero en el lado humanista racionalista no se está entendiendo esta urgencia. Es importante que los científicos iniciemos el debate, pero hay que tenerlo entre todos, en toda la sociedad. Por eso hay que hacer el esfuerzo de juntar disciplinas, hablar un idioma transversal. Hay que juntar ciencias y humanidades, empirismo y racionalismo. Porque tenemos un reto muy importante por delante, y hay que ver como lo solucionamos con las herramientas que tenemos en todos los ámbitos.