Descubren un aumento de la actividad cerebral relacionada con experiencias cercanas a la muerte

Un nuevo estudio realizado por la revista “Proceeding of the National Academy of Science” deja evidencias de que, en el proceso de la muerte, podría haber actividad de la conciencia.

Muchos son los relatos que hablan acerca de las experiencias cercanas a la muerte. Destellos blancos, apariciones de seres queridos y la escucha de voces son algunas de las vivencias que más se repiten entre aquellos que estuvieron a punto de morir. Una cuestión que dejaba la puerta abierta a que la conciencia no desaparece por completo, sino que continúa en funcionamiento pese a que el corazón haya dejado de latir, rompiendo el vínculo entre cuerpo y mente.

Cinco minutos para revertir la muerte cerebral

Así se confirmó también en un estudio realizado por el doctor Jed Hartings, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati, en el que se especificaba cómo la conciencia puede tener actividad incluso minutos después de haber fallecido y de que se dispondría de cinco minutos para revertir la muerte cerebral.

Ahora, el estudio realizado por la doctora Jimo Borjigin, profesora en la Universidad de Michigan, ha continuado una investigación que empezó con animales, hace casi diez años, en colaboración con el doctor George Mashour, directos fundados del Michigan Center for Consciousness Science.

Pacientes utilizados en la investigación

Para este proceso se utilizó a cuatro pacientes que estaban en coma y que no respondían a ningún tipo de ayuda médica. Todos fallecieron por parada cardíaca mientras estaban monitorizados por electroencefalograma con el permiso de las familias para retirarles el soporte vital.

En el estudio se pudo observar señales de activación gamma tanto en animales como en humanos en momentos donde, después de un paro cardíaco, se pierde el oxígeno. “Cómo puede surgir una experiencia vivida de un cerebro disfuncional durante el proceso de la muerte es una paradoja neurocientífica. La doctora Borjigin ha dirigido un importante estudio que ayuda a arrojar luz sobre los mecanismos neurofisiológicos subyacentes”, asegura George.

Tras la retirada de la respiración asistida, se observó que dos de los pacientes experimentaron un aumento de la frecuencia cardíaca y de la actividad de las ondas gamma, asociadas a la conciencia. También se identificó una zona caliente de los correlatos neuronales de la conciencia en el cerebro, la unión entre el lóbulo temporal, parietal y occipital en la parte posterior. Esta zona se considera la encargada de los sueños, alucinaciones visuales en epilepsia y estados alterados de consciencia en otros estudios.

Estos dos pacientes, aunque tenían informes previos de convulsiones, no se había detectado ninguno en la hora anterior de sus muertes. Así lo ha afirmado la doctora Nusha Mihaylova, profesora clínica del Departamento de Neurología, que ha colaborado con Borjigin desde 2015 en la recopilación de datos fallecidos en la UCI. En cambio, a los otros dos pacientes no se les detectó ningún aumento de la frecuencia cardiaca ni de la actividad cerebral.

Pero sacar conclusiones precipitadas sería un gran error por dos razones. La primera, porque los autores advierten que no se deben sacar afirmaciones globales por ser un estudio con pocas muestras. La segunda, porque es imposible conocer qué fue lo que experimentaron porque los pacientes no pudieron sobrevivir.

Borjigin destaca que “no se pueden establecer correlaciones entre las señales neuronales de la conciencia observadas y la experiencia correspondiente en los mismos pacientes del estudio”. Sin embargo, “los hallazgos observados son definitivamente emocionantes y proporcionan un nuevo marco para nuestra comprensión de la conciencia encubierta en los seres humanos moribundos”, asegura.

Para sacar unas buenas conclusiones se necesitan más investigaciones. "Estudios multicéntricos más amplios, que incluyan a pacientes de la UCI con EEG monitorizado que sobreviven a una parada cardiaca, podrían aportar datos muy necesarios para determinar si estas ráfagas en la actividad gamma son o no pruebas de conciencia oculta incluso cerca de la muerte”, subraya la investigadora.