¿Por qué no somos capaces de dejar de tatarear algunas canciones según la ciencia?

Algunas canciones son tan pegadizas que se quedan viviendo en tu cabeza
Algunas canciones son tan pegadizas que se quedan viviendo en tu cabeza. Freepik
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Probablemente te haya pasado que te hayas encontrado tarareando la misma melodía pegadiza una y otra vez, incluso aunque no quieras. En las siguientes líneas vamos a recopilar los estudios cognitivos que explican por qué tarareamos canciones. Conocidas científicamente como Imágenes Musicales Involuntarias (INMI), las canciones pegadizas afectan a una parte importante de la población y son una experiencia común tanto para los amantes de la música como para los oyentes ocasionales

La ciencia cognitiva detrás de las canciones pegadizas

Un “gusano auditivo” (earworm en inglés) es una canción pegadiza que se acaba repitiendo en tu cabeza en ocasiones sin desearlo, como sucede en casos en los que el género musical ni siquiera nos atrae. Suponen un fenómeno relativamente frecuente, ya que se considera que hasta el 98% de las personas en el mundo occidental tienen estas canciones viviendo en su cabeza sin pagar alquiler. Generalmente, la respuesta es neutra o positiva, sin suponer un gran problema para llevar una vida normal (aproximadamente dos tercios de quienes han sufrido este fenómeno). Sin embargo, para el tercio restante puede ser una experiencia perturbadora o molesta que impide hacer vida normal.

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Si queremos saber a qué se debe este fenómeno, debemos atender a estudios como los de la psicóloga musical Kelly Jakubowski. Analizando los patrones musicales de las canciones más pegadizas, observó que había una mayor predisposición para un earworm cuando se trataba de canciones rápidas y simples en cuanto al contorno melódico, ya que las subidas y bajadas de tono hacen que sea más fácil tararearlas. En cuanto al tipo de melodía, las canciones con música y letra y las canciones con letra representan el 73,7% de los gusanos del oído, la música de anuncios y publicidad (los conocidos como jingles) un 18,6% y solamente el 7,7% de los casos es para música instrumental.

Hay ciertas áreas específicas del cerebro involucradas en el procesamiento de las melodías pegadizas. Principalmente, la corteza auditiva, responsable de la percepción del sonido, desempeña un papel fundamental. Además, la red neuronal por defecto (RND), una red de regiones cerebrales que se activan cuando la mente está en reposo —como en durante la ensoñación o la divagación mental— y se desactivan cuando realizamos tareas que requieren atención tienen un papel que jugar. Básicamente, cuando no estás concentrado en algo, la RND puede traer una melodía almacenada a tu mente consciente, haciendo que la melodía se reproduzca nuevamente.

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De esta forma, estas canciones pegadizas que no puedes dejar de tararear dependen de las redes cerebrales involucradas en áreas como percepción, la emoción, la memoria y el pensamiento espontáneo. También pueden aparecer en fases en las que no estés precisamente ocioso para no estar concentrado en algo, sino todo lo contrario. En fases de estrés tu cerebro se aferra a una idea repetitiva, lanzándote estímulos como las canciones pegadizas. Cuando el cerebro está sobreestimulado o ansioso, puede aferrarse a una melodía pegadiza como una forma de distracción o de autoconsuelo, una forma de regular los estados emocionales.

Hay también una serie de factores que se han estudiado que pueden tener relación en la aparición de este fenómeno según la personalidad de quien los sufre. Personalidades obsesivo-compulsivas, personas ansiosas, cohibidas, vulnerables o predispuestas a nuevas experiencias son presas más difíciles de escapar de las garras de las canciones pegadizas que quieren que las tararees.

¿Cómo deshacerse de las canciones pegadizas?

La ciencia también se ha enfocado en lo que hay que tratar de hacer para sacarte esas canciones de tu cabeza. El neurocientífico José Ramón Alonso, de la Universidad de Salamanca, ha compartido en su blog una serie de técnicas al respecto para sacarse esos “gusanos de oído”. Se trata de una recopilación de diferentes estudios que han tratado, con mayor o menor éxito, encontrar fórmulas para hacer más llevadero ese soniquete en tu cabeza.

  1. Si se nos ha quedado atascado un simple fragmento de una canción, lo que habría que hacer sería tratar de escucharla de principio a fin.
  2. Podemos contrarrestar el estímulo con otros estímulos sensoriales como contar mentalmente, silbar otra melodía... Según el neurocientífico, esto activa el sistema auditivo para deshacerse de imágenes auditivas no deseadas.
  3. Una estrategia similar a la anterior sería tratar de reemplazar la canción instalada en nuestra cabeza con otra. Es una solución que no acaba de raíz con el problema, pero al menos nos da un cambio de tema si nos estamos hartando de tener siempre el mismo estímulo. Si buscas playlists en tu aplicación de streaming musical con conceptos como “earworm” o “unhearit”, te servirá para caza tu nueva canción pegadiza.
  4. Cantar lentamente una canción conocida puede servir, con especial efecto los himnos con letra (así que el de España no sirve).
  5. Distraerse pensando en otra cosa. Como decíamos anteriormente, hay más facilidad para que este fenómeno se presente cuando nos relajamos y el RND te trae esa melodía. Buscando estímulos con los que tener la mente ocupada suele hacer que nuestras redes neuronales prioricen esos estímulos “más importantes” que la canción pegadiza.
  6. La Universidad de Reading realizó un estudio en el que consideró, en línea con el punto anterior, que mascar chicle es beneficioso para reducir el número de pensamientos musicales involuntarios no deseados y también los voluntarios, ayudando a reducir la persistencia de las canciones pegadizas.