Un experto explica cómo se crean las adicciones al juego online: "El problema no es la cantidad de dinero que gastas"

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Las adicciones al juego no sólo repercuten en el estado de salud de las personas que la padecen: también afectan al entorno cercano. Sin embargo, a pesar de los problemas que se derivan de las conductas de juego problemático —que pueden llegar a desencadenar en ludopatía—, los casinos siguen aumentando su número de jugadores y de ingresos.
Consumo estima que los operadores de juegos aumentaron hasta los 8.000 millones de beneficio en el ejercicio de 2024, mientras que el número de jugadores se incrementaba en el 20% respecto al mismo período del 2023. No obstante, más allá de las cifras que esto representa, ¿es posible tener indicadores a la hora de determinar que una persona tiene patrones y conductas problemáticas con el juego?.
Manuel Armayones, quién es catedrático de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), explica cuáles son las claves para identificar esto.
¿Hay alguna cantidad de dinero gastado que se considere como un umbral?
Una de las preguntas que el experto responde a Informativos Telecinco es acerca del dinero que se puede llegar a gastar. En este sentido, el Consejo General de la Psicología de España —Infocop— explica en su último informe que la cantidad media gastada, tanto en juego online como presencial, por jugador y por día se sitúa en el umbral de entre 6 y 30 euros. Sin embargo, ¿se puede tomar una cantidad superior como referencia para afirmar que se tiene un problema de juego?
Armayones explica que “no hay una cantidad específica universalmente aceptada. No podemos decir que a partir de ‘X’ cantidad se tiene —o no— un problema en el juego”. Así pues, enfatiza que “lo relevante desde el punto de vista clínico no es tanto el dinero o el tiempo invertido, sino que son las consecuencias funcionales de la persona”.
“Hay que plantear una serie de cuestiones”
El catedrático pone en contexto esas ‘consecuencias funcionales’ en base a ciertas preguntas:
- ¿Afecta —el juego— a las relaciones personales, al rendimiento académico o laboral?
- ¿Afecta a la salud?
- ¿Hay pérdida de control sobre el tiempo de juego?
- ¿Se utiliza el juego como mecanismo de escape de problemas emocionales?
No obstante, más allá de las preguntas que Armayones plantea, también ilustra el hecho de que “los umbrales son individuales y dependen del contexto de cada persona. Por eso es más fácil evaluar el impacto en la vida diaria que establecer umbrales monetarios arbitrarios”.
¿Cuáles son los patrones más comunes?
Del contexto, a las preguntas. Y de las preguntas, a los efectos: Manuel Armayones también da a conocer cuáles son los efectos más comunes que se presentan en las adicciones al juego. Aunque explica que “varían”, pone encima de la mesa algunos como el “uso del juego para regular la ansiedad, estrés o derivados depresivos”.
También, el factor social es otro de los pilares: “el entorno online como espacio de competencia y de reconocimiento social dentro del juego y, en algunos casos, rasgos de impulsividad, aunque no son exclusivos ni están presentes en todos los jugadores”.
Concluye explicando que “se debe llevar a cabo una evaluación personalizada en cada caso. Además es fundamental entender que la adicción al juego no suele ser un problema aislado, sino que suele coexistir con otras dificultades psicológicas o sociales”.
