{{#section.link.href}}
{{section.link.title}}
{{/section.link.href}}
El cambio climático está modificando el mundo tal y como lo conocemos, con paisajes y climas que cambian, desastres naturales que se multiplican y especies que se ven obligadas a adaptarse a las nuevas condiciones. La última, las arañas. Si te faltaban motivos para temerlas u odiarlas, seguramente su recientemente documentada agresividad sea suficiente. Lo explica un grupo de científicos del Departamento de Ecología, Evolución y Biología Marina de la Universidad de California (EEUU) en un estudio publicado el lunes en la revista 'Nature Ecology and Evolution'. ¿Por qué han alterado su comportamiento las arañas? La clave está en los ciclones.
Después de estudiar informes meteorológicos, los investigadores se desplazaron a las zonas de la costa atlántica de Norteamérica donde estaba previsto que tocase tierra un ciclón para anticiparse a él y muestrear las poblaciones de arañas. Pasada la tormenta, volvieron para hacerlo de nuevo y analizar cuáles y en qué condiciones habían sobrevivido. A su regreso, observaron que las colonias con un comportamiento más agresivo habían sido las menos desfavorecidas durante el temporal.
Además, las más agresivas tenían más huevos y habían protegido mejor a las crías de araña, por lo que se deduce que la reproducción de las colonias con este comportamiento veía menos alterada su reproducción tras estos eventos.
Los investigadores lo achacan a una respuesta evolutiva, un mecanismo de supervivencia tras el paso de huracanes. El motivo exacto se desconoce, aunque teorizan con que pueda asociarse a un menor número de presas después de la catástrofe o a un comportamiento adaptativo para sobrevivir tras la muerte de la madre.
En las regiones donde los ciclones no tocan tierra las arañas dóciles son las más beneficiadas, lo cual ayuda a poner el foco en las tormentas violentas como causante del comportamiento de las arañas. Es decir, la destrucción de hábitats por desastres como los huracanes provoca cambios en las especies.
Para medir el nivel de agresividad de las poblaciones de arañas utilizaron un pequeño trozo de papel y un cepillo de dientes eléctrico. Al hacerlo vibrar, observaban cuáles se acercaban al foco de la vibración y cuáles lo rehuían.
Estas mediciones se realizaron en un total de 211 lugares, lo cual fue determinante a la hora de clasificarlas, ya que las que habitaban en regiones donde un evento extremo había tenido lugar eran claramente más agresivas.
No son pocos los estudios que asocian el calentamiento del planeta a una mayor frecuencia e intensidad de desastres naturales. En 2018 se elaboró un estudio, publicado en la revista 'Science', que determinó que la temperatura de la superficie del océano en la región del Atlántico donde suelen gestarse los ciclones tropicales era 5,4ºC más alta de lo normal para la época del año cuando tres tifones golpearon Centroamérica en 2017. Aquel año fue uno de los más calurosos registrados a nivel global, según publicó entonces la OMM.
La temperatura anormalmente alta del Atlántico Norte se relacionó entonces con la intensidad de los ciclones. Si nos apoyamos en datos oficiales de la ONU, los desastres atribuidos a condiciones climáticas representaban en 2015 un 14% más que en la década anterior y el doble que en el periodo 1985-1995, informaba la Agencia Sinc. En cuanto a las personas afectadas, se calculó que la cifra de víctimas de catástrofes naturales y conflictos armados ascendía a 90 millones.