Las cinco consecuencias del cambio climático que afectan al Cantábrico

  • El nivel del mar aumenta 2mm por año

  • Los ciclos vitales de las especies se alteran por la temperatura del agua

Cinco de agosto de 2018, la boya costera de Bilbao marca un dato inusual, 26,2ºC en superficie, una temperatura más propia de zonas del Mediterráneo. El Cantábrico oriental es el embudo del Golfo de Vizcaya y eso hace que las temperaturas puedan llegar a dispararse con los episodios continuados de calor. Pero en la parte ancha del embudo los datos también son llamativos, 9 de agosto de 2018, Gijón, sus aguas se recalientan hasta sobrepasar los 23ºC, no es un récord absoluto, pero el dato es sorprendente. Un estudio de la revista Nature, revela que el número de días anuales de olas de calor en el mar ha aumentado por encima del 50%. Las consecuencias con estos datos sobre la mesa, son evidentes.

Cada vez menos playas

La preocupación es evidente, el Gobierno de Cantabria tiene incluso un observatorio de cambio climático con el que sigue al detalle los cambios de temperatura (casi siempre al alza) en las aguas que bañan su costa. Según el mareógrafo de Santander, desde la década de los 50 el nivel del mar ha aumentado 2mm por año, la ecuación es sencilla, la desaparición de una de cada cuatro playas.

Se mueren los bosques marinos

¿La desaparición de los bosques cantábricos sería noticia en todos los informativos? La respuesta es clara y rotunda, sí. Pues eso es lo que está pasando con los grandes bosques marinos. Por desgracia es noticia, pero no tanto. Nos estamos quedando sin los grandes bosques de laminarías, un alga endémica que comienza a desaparecer. Según José Luis Acuña, ecólogo marino y catedrático de la Universidad de Oviedo, con cada planta la pérdida es grande, con su ausencia desaparecen más de 100 especies de invertebrados que viven asociadas a sus sustratos. Acuña también pone el foco en lo que en Asturias se conocen como 'Marfoyos', una especie de alga que se deja ver cubriendo las rocas durante las bajamares: "Están desapareciendo poco a poco".

Llegan especies invasoras

Raro es el día que nuestros pescadores no ven en sus capturas especies provenientes de aguas templadas. Este es el caso del pez ballesta, una especie procedente de Canarias que cada vez es más habitual ver en estas latitudes. Sucede lo mismo con el cangrejo azul, que todavía llega más lejos, su espacio habitual es la costa atlántica de América, pero las temperaturas cada vez más altas del Cantábrico están sirviendo como polo de atracción.

Más anchoa

La anchoa ha adelantado su puesta de huevos unos 5 o 6 días por década desde hace 30 años y el calentamiento del agua en el Golfo podría beneficiarla al ser una especie que se mueve entre aguas tropicales y templadas. El aumento de anchoa este año ha llevado a cabo a los pescadores a suspender las ventas en el tramo final de la temporada los viernes y los lunes, lo han hecho para evitar que los cupos de captura se agotaran antes de tiempo.

La costera del bonito, cada vez más al norte

Las olas de calor en verano son cada vez más frecuentes, hay especies que no sobrellevan los cambios de temperatura prolongados en el tiempo, por lo que sus ciclos tienden vitales tienden a alterarse. El del bonito por ejemplo está muy ligado al agua, viene a reproducirse entre junio y septiembre, cuando en teoría el agua está a temperaturas más bajas, pero eso está cambiando. La costera se localiza cada vez más al norte, con aguas más frías. Según investigadores del centro tecnológico AZTI, dependiente del Gobierno vasco, el hábitat de los atunes se ha desplazado hacia los polos a una velocidad de 6,5 km por década en el hemisferio norte y 5,5 km por década en el hemisferio sur.