Arnold Schwarzenegger es detenido en un aeropuerto de Alemania por entrar con un reloj que pretendía subastar

Arnold Schwarzenegger fue retenido en el aeropuerto de Múnich, en Alemania por no declarar un reloj de lujo que pretendía subastar para reunir fondos para la protección del medio ambiente. El popular actor aterrizó con su Audemars Piguet en la maleta, ignorando que los servicios aduaneros alemanes hacen respetar la ley a rajatabla hasta el mismísimo Terminator.

Arnold Schwarzenegger pasó tres horas entre trámites y preguntas en el aeropuerto de Múnich por el reloj que llevaba para una subasta en Stanglwirt, su país natal, según han publicado medios de EEUU.

El actor estadounidense, de 76 años, ignoraba las las normas aduaneras alemanas que establecen que cualquier persona que ingrese al país por fuera de la Unión Europea debe declarar “fondos de 10.000 euros” o más, así como otros “objetos valiosos como joyas y cámaras digitales caras” para los que pueden requerir procedimientos especiales.

En la web del aeropuerto de Múnich se lee que “los bienes destinados a fines comerciales siempre deben declararse independientemente de su valor”. Ahí entra el reloj que Schwarzenegger quería subastar para donar los fondos a la protección del medio ambiente y se olvidó de declarar.

Un funcionario de prensa de la Aduana de Munich, Thomas Meister, informó que el actor "no declaró un producto. Un producto que fue importado de países no comunitario para permanecer en la UE. Y este proceso se aplica a todos".

Meister ha explicado que el exgobernador de California y estrella de cine fue liberado y continuó su viaje después de permanecer retenido durante más de dos horas.

Las tres horas de Schwarzenegger en la aduana de Múnich, una comedia de enredos

La incidencia de Schwarzenegger , que más parece una comedia de enredos, incluyó todo tipo de situaciones adversas: El actor acordó con la aduana alemana pagar los posibles impuestos sobre el reloj , pero el terminal disponible no funcionaba; los agentes finalmene lo llevaron a un banco para que retirara efectivo de un cajero automático, pero este tenía un límite demasiado bajo y el banco estaba cerrado.

Finalmente, regresaron a la oficina de la aduana del aeropuerto, donde otro agente trajo un nuevo terminal que funcionó con la tarjeta del actor, que tras pagar lo que debía por el dichoso reloj, pudo continuar viaje a Austria.

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