El escritor Eduardo Mendoza, Premio Princesa de Asturias de las Letras: "Todo el mundo dice que nadie lee, pero no es verdad"
Mendoza cree que se ha aprovechado de esta ola buena que vive la literatura
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Si había un premiado que nos iba a sacar una sonrisa era Eduardo Mendoza. Con ella entró en el Teatro Campoamor de Oviedo y salpicó su discurso el Princesa de Asturias de las Letras de un humor sutil. Con otras intenciones, la de irritarnos, habló el filósofo Byung-Chul Han, Premio de Comunicación y Humanidades. El autor de 'La sociedad del cansancio' nos ha puesto frente al espejo: autoexplotación, sometimiento a lo digital y perdida de la libertad.
Sobre los desafíos, que no son pocos, de la Unión de Europea ha reflexionado Mario Draghi, el Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, con los ojos puestos en los más jóvenes. Recogían el de la Concordia los representantes del Museo de Antropología de México, el de las artes, la también mexicana Graciela Iturbide, recordando que la fotografía es muy relevante a pesar de que haya gente que levante muros.
Desde Daglas Masim hasta Serena Williams
La idea de que todos somos migrantes le ha valido a Daglas Masim, el de Ciencias Sociales. No ha podido acudir por encontrarse indispuesta Meri Clerk King, la genetista que consiguió reencontrar a abuelas y nietos de desaparecidos por la dictadura argentina. Concentrada como si fuera un punto decisivo escucha Serena Williams sus méritos para merecer el Princesa de Asturias del Deporte. La mejor tenista de historia y una de las mujeres más influyentes del momento.
Es difícil elegir a un único premiado pero, sin duda, el escritor español Eduardo Mendoza destaca por el cariño de legiones y legiones de lectores. El humor, la picaresca y la sofisticación del lenguaje son la marca de su obra. Con él hemos podido hablar antes de recibir el galardón que coincide con los 50 años de la publicación de 'La verdad sobre el caso Savolta', su primera novela.
"Todo el mundo dice que nadie lee, pero no es verdad", según Mendoza
Su primera aproximación a la escritura no la recuerda, pero lo que sí sabe es que el mundo de la literatura ha sufrido variaciones: "Cuando yo empecé a escribir, bueno, a publicar, la lectura todavía era minoritaria. El escritor tenía prestigio, pero no tenía muchos lectores. Nadie se ganaba la vida entonces escribiendo, ni los grandes nombres que ahora pensamos que vivían, como Camilo José Cela o Miguel Delibes o Ana María Matute. Todos tenían que tener una segunda profesión para sobrevivir".
En esa comparación con el presente, Mendoza cree que se ha aprovechado de esta "ola buena" que vive la literatura. "Aunque siempre hay quejas del sector y todo el mundo dice que nadie lee, no es verdad. Se abren nuevas librerías, las editoriales funcionan estupendamente y hay colas para las firmas de libros", sostiene.
"Llevo una vida muy sencilla y muy normal", afirma
Mendoza reconoce que su relación con el éxito siempre ha sido buena: "La verdad es que tengo un éxito muy casero, es decir, no soy un famoso, no me paran por la calle. Alguna vez alguien se me acerca para decir 'he leído un libro suyo y me ha gustado', pero eso más bien es un halago que una molestia, y por lo demás, pues llevo una vida muy sencilla y muy normal".
Y es que para Mendoza, la escritura es como un oficio, ya que el papel y el boli están inherentes a su vida: "Yo sé que si un día dejo de escribir porque no tengo ganas, ahí puede empezar ya una deriva mala. Cada día me voy a un lugar que tengo reservado para la escritura, aunque he escrito en todas partes. Pero si puedo, me voy a un lugar que tengo reservado, donde tengo un pupitre para poder escribir de pie porque no tengo nada que me distraiga".
"Con la IA vivo en medio de un torbellino", sostiene el escritor
A este escritor que le gusta escribir de pie, no le cabe duda de que la cultura es "un punto de encuentro donde todos pueden tener su opinión". "Y yo creo que eso es un poquito lo que mantiene unida a la sociedad, que tengamos este tema común de discusión. También hay otros como el fútbol, pero este es un tema neutro", señala.
Mendoza no sabe si la inteligencia artificial acabará con la sociedad, pero él mismo confiesa que esta tecnología ha cambiado su forma de escribir: "Estoy mucho más distraído. Tengo más información, más inmediata, pero vivo en medio de un torbellino". Porque tal y como dice este escritor, "predecir el futuro es una tontería" cuando tenemos un presente que vivir.