Manolo Solo: "Tampoco es una obsesión, pero me gustaría desencasillarme de los secundarios"

  • El actor está nominado por tercera vez a los Premios Goya, esta vez por su papel en 'El buen patrón', de Fernando León de Aranoa

  • Durante su juventud, como músico, conoció al director de cine Alberto Rodríguez, que le dirigiría después en 'La isla mínima'

  • En 2017, con la particular voz del Triana en 'Tarde para la ira' conquistó su primer Goya: "Fue una aceptación sobredimensionada"

Manolo Solo (Algeciras, Cádiz, 1964) se ha convertido en uno de los actores imprescindibles del cine español. En sus 20 años de carrera, ha trabajado junto a directores como Álex de la Iglesia, Alejandro Amenábar, Isabel Coixet o Guillermo del Toro. La respaldan, además, más de 30 películas y decenas de producciones para televisión y teatro.

Ganador de un Goya con su ya mítico Triana en Tarde para la ira, opta este sábado a su segundo cabezón a mejor actor de reparto por cabezónEl buen patrón, película con la que corona un año en el que, pese a la pandemia, ha estrenado cuatro películas y dos series.

Aunque Solo iba para profesor, el sueño del que quería ser "un niño actor" le persiguió siempre, hasta que, después de terminar Ciencias de la Educación en Sevilla, ciudad a la que se trasladó de pequeño, comenzó a estudiar interpretación. "Se me encendió otra vez la pasión y con 20 añitos empecé a trabajar", cuenta a NIUS.

Por amor se marcharía muchos años después a vivir a Madrid, donde, con el cortometraje Bailongas, de Chiqui Carabante -al que le debe dedicarse al cine-, despegó su carrera como actor. Su primer largometraje llega en 2002: Cuando todo esté en orden, de César Martínez Herrada. 20 años después, confiesa, sigue con la misma ilusión, curiosidad y ganas de jugar que entonces.

Pregunta: Tu nombre de pila es Manuel Fernández Serrano, ¿de dónde viene entonces 'Manolo Solo'?

Respuesta: Manolo Solo viene de una adolescencia un poco atormentada. Yo soy huérfano de padre, no llegué a conocerle porque murió justo al nacer yo. Además, con 16-17 años empecé a tener grupos de música, tenía la pasión por el rock. Entre esto y la orfandad, me busqué un nombre artístico para, de una forma un poco adolescente, hacer bandera de la soledad. Ahora me da un poco de vergüencilla, me parece un poco pueril, un poco infantil, pero ya lo sobrellevo lo mejor que puedo.

P: Tu pasión más desconocida es la música: tocas la guitarra eléctrica, el bajo y cantas. De hecho, formaste parte de un grupo de rock, ‘Los Relicarios’, en el que estaba también el director de cine Santi Amodeo y todavía ahora sigues haciendo bolos. ¿Ganó la interpretación el pulso a la música?

R: Yo vi la interpretación más como un oficio, como una manera de ganarme la vida no más fácil, pero sí más pragmática o más realista. Aunque sigue siendo un oficio muy duro, la música me parecía todavía más complicada. Además, no me creo suficientemente dotado para la música, y para la actuación, en cambio, yo veía que también me gustaba muchísimo y que empezaba a salirme trabajo en cuanto lo buscaba.

Eso sí, no dejé la música, ahora tengo un grupo que se llama ‘Manolo Solo y los Also Starring’. Tocamos canciones de rock en clave hollywoodiense, de cine, canciones de películas o canciones que hablan de películas.

P: Gracias a la música en esa época conociste también al director de cine Alberto Rodríguez...

R: Sí, queríamos rodar un videoclip para una canción de nuestro segundo LP y teníamos un pequeño presupuesto para rodar en Londres. Santi Amodeo me presentó a Alberto y él se apuntó a dirigirlo. Y allá que nos fuimos, fue una aventura muy temeraria porque no teníamos un duro, malvivíamos allí. Estuvimos una semana como pudimos, sin permiso, rodando en la calle, pero fue una experiencia muy potente, muy divertida, y desde entonces mantenemos una amistad estupenda.

P: De hecho, tu primer premio con un largometraje, de la Unión de Actores, llega con La isla mínima

R: Magnífica experiencia rodar esa película, además en mi tierra. Una sorpresa, la verdad, yo no estaba nominado, yo creo que ni siquiera propuesto por la productora para los Goya, era Antonio de la Torre, que hacía un secundario, el que estaba propuesto. Que los compañeros me valoraran y me reconocieran fue una oleada de satisfacción y de alegría, fue tremendo.

P: Tan solo un año después llega B, la película

R: Fue una aventura tremenda, que fue posible gracias a que habíamos hecho una obra de teatro, Ruz-Bárcenas, dirigida por Alberto San Juan, sobre la declaración de cinco horas de Bárcenas ante Ruz. Un día vino a vernos David Ilundáin y nos dijo que tenía intención de hacer la película, me pareció una idea absolutamente peregrina y que no iba a llegar a ningún lado, por lo polémico de la temática y por la dificultad de conseguir financiación.

Lo recuerdo con muchísimo cariño porque fue muy complicado ponerla en pie, conseguir la financiación, rodarla... Hubo problemas en la Audiencia Provincial y en vez de 9 días hubo que rodar en 7, de madrugada, fue una paliza tremenda. Pero fue una experiencia inolvidable.

Para mí fue una sorpresa muy grande que la gente acogiera así al Triana ('Tarde para la ira'), fue una aceptación sobredimensionada

P: En 2017 llega el primer Goya, a mejor actor de reparto, de la mano de Tarde para la ira

R: Sí, me sentí un poco sobrepasado a nivel de aceptación, porque cogí el riesgo de esa caracterización tan extrema, sobre todo a nivel vocal, pero no estaba nada seguro del caballo que montaba, no sabía si controlaba realmente, tenía mucho miedo. Raúl Arévalo me ayudó bastante a tener más confianza, pero yo no sabía cómo iba a salir y para mí fue una sorpresa muy grande que la gente lo acogiera así, fue una aceptación sobredimensionada. Además, era un personaje tan corto, tan intenso... Paradojas de la vida, una rana que se convierte en príncipe.

P: Precisamente tu faceta como doblador te ayudó a crear esa voz disfónica tan característica del Triana. A Raúl Arévalo le gustó pero tú no estabas seguro, lo veías un poco ridículo al principio. ¿Cómo surge esto?

R: Me costaba creerme a mí mismo haciendo ese personaje tan taleguero, tan quinqui, escrito en un argot de extrarradio madrileño, con el que me sentía un poco imitador. Entonces, empecé a hacerlo un poco más en andaluz, inspirándome en gente de zonas marginales, cercanas a donde yo me crié. Grabé un trozo con esa disfonía, para que se notara que el personaje había tenido una vida de excesos, y se lo envié a Raúl. Él me contestó un poco desconcertado, pero después se lo puso a gente que incluso me conocía y no me reconocieron. Justo en ese momento yo le dije que no me atrevía, que iba a ser demasiado, que no iba a saber hacerlo, pero me convenció.

P: Tu tercera nominación a los Goya ha llegado de la mano de El buen patrón.

R: Sí, a mí me llamaron para hacer una prueba para otro personaje y yo me leí el guion y propuse también hacer otra para el personaje de Miralles porque me había gustado muchísimo y era más un reto, me parecía más complejo. El otro personaje estaba muy bien, pero este a mí me ponía más y lo aceptaron. Me preparé los dos personajes y al final me cogieron para Miralles, de lo cual me alegré muchísimo.

P: En tus redes sociales defines El buen patrón

R: Ha sido fácil y estimulante, muy cómodo. Es una persona muy minuciosa, muy respetuosa en su trato con todo el mundo, crea un clima de rodaje muy bueno, de mucha relajación, pero a la vez de concentración. Es una persona muy perfeccionista y que, hasta que no tiene la toma como él quiere no se para de rodar. Se trabaja muy a gusto y es muy fructífero trabajar con él.

P: En la película interpretas a Miralles, la mano derecha y cerebro pensante de Julio Blanco (interpretado por Javier Bardem). Ambos mantienen una relación de amistad en la que también hay cierta sumisión…

R: Miralles es una persona cortada por el mismo patrón que el patrón, un modelo de hombre rancio, de heteropatriarcado, con olor a Brummel, que está perdido por una circunstancia personal y pone en peligro toda la estructura productiva de la empresa. Pero sí que los separa la clase social, evidentemente, el dinero y el poder. Yo veo una cierta similitud con Los santos inocentes, salvando las distancias. Es como si fuera el capataz sumiso del jefe, pero en el fondo alberga la esperanza de que se le trate como un igual.

P: Compartes la mayoría de escenas con Javier Bardem, que además ha logrado su cuarta nominación a un Oscar.

R: Ya había trabajado con él en Biutiful (2010), de Alejandro González Iñárritu, donde tenía un par de secuencias con él. En aquella ocasión es verdad que tenía muy poco con él pero ya me pareció un tío muy normal, un actorazo, profesional como la copa de un pino y aparte un compañero estupendo. El buen patrón no ha hecho más que ratificar lo mismo. Ha sido muy fácil trabajar con él.

P: En El buen patrón interpretas un papel secundarioEl buen patrón,

R: Me siento cómodo, pero también me gustaría alguna vez desencasillarme de ahí y poder hacer algún personaje que realmente se cuente la historia a través de él. Tampoco es una obsesión, simplemente es un deseo. Pero sí, es algo que me llena de satisfacción, me hace feliz que haya gente que me vea así, que diga esas cosas tan bonitas de mi trabajo. Es cierto que los papeles secundarios tienen menos responsabilidad que el protagonista, pero también es un trabajo de francotirador, de llegar y pegar, y tienes que acertar. Aunque vengas solo unos días a rodaje tienes que dar el máximo posible, dar lo mejor de ti.

P: En este caso, Miralles, otro papel secundario, te ha vuelto a dar una nominación a los Goya, la tercera. ¿Te lo esperabas en esta ocasión?

R: Te mentiría si dijera que no porque la película yo imaginaba que podía ir bien, ya no tanto por mi trabajo sino por el valor de la película, por lo bien escritos que están los personajes. Sí que igual me ha parecido que ha superado mis expectativas en cuanto a que compito, entre comillas, con dos compañeros, Celso (Bugallo) y Fernando (Albizu). Pero sí que creía que podía ser bastante posible, no te digo probable, pero que había posibilidades de que me nominaran.

Yo creo que el Goya se lo va a llevar Urko, que me parece maravilloso porque hace un trabajazo y se lo merece absolutamente

P: Compartes nominación con Urko Olazabal (Maixabel

R: No, entre los tres… Es una pena porque está la alegría de que estamos los tres, pero luego también la pequeña pena de que solo puede ganar uno. Pero la mayor pena es que yo creo que se van a repartir los votos entre los tres y se lo va a llevar Urko, que me parece maravilloso porque hace un trabajazo y porque se lo merece absolutamente.

P: Cuando ganaste el primer Goya dijiste en el discurso que estabas “conmocionado” y “nervioso”, incluso que lo ibas a hacer "fatal”. ¿Te ha servido esta experiencia para, en esta ocasión, preparar bien el discurso y así ir más tranquilo?

R: En principio me lo empecé a trabajar, pero luego estoy cada vez más seguro de que no lo voy a ganar, entonces, así por lo pronto me quito presión. Si lo gano improvisaré y probablemente lo volveré a hacer igual de mal que la otra vez, pero bueno, intentaré ser más conciso, más concreto y menos farragoso.

P: Hace poco, Roberto Álamo confesó que llegó a poner a la venta su primer Goya tras 9 meses sin trabajo

R: Ambas cosas, el reconocimiento por supuesto, pero también mayor visibilidad. Yo sí que he tenido acceso a más trabajo y a papeles un poco mejores que antes del Goya. Pero sin alardes, tampoco es que haya cambiado la cosa de la noche a la mañana.

P: La pandemia ha sido una época muy dura: se han cerrado teatros, suspendido rodajes... Sin embargo, en tu caso, en 2021 has estrenado cuatro películas: Josefina, Sevillanas de Brooklyn, Competencia oficial y JosefinaSevillanas de BrooklynCompetencia oficialEl buen patrón.

R: Creo en ambas cosas, siempre solo con la suerte no alcanza, y solo con el trabajo bien hecho alcanza más, pero es necesario un porcentaje de suerte. Yo creo que en mi caso han sido las dos cosas.

Yo sí que he tenido acceso a más trabajo y a papeles un poco mejores que antes del Goya

P: Has hecho de inquisidor en La Peste, de un cardenal un tanto malvado en 30 monedas, un doctor con un fondo oscuro enLa Peste30 monedas El Guardián Invisible

R: Me siento más cómodo con los personajes que me motiven, que me llenen más de ilusión, que me sorprendan, que tengan capas, matices, sean villanos o héroes. Sobre todo, que sean humanos, que tengan filo, que tengan algo genuino, único y que sean divertidos de hacer, un reto, que yo vea una aventura jugar a ser ellos.

P:Cáncer

R: Sí, también hice A la cara, que ganó el Goya el año pasado a mejor cortometraje de ficción. Yo cada vez, evidentemente, hago menos e intento cobrar también, por otro lado (risas), pero le tengo un cariño y una gratitud especial, por esto de que yo me inicié en el mundo de la interpretación a través de ellos. Pero soy muy selectivo, y cada vez más. También hay otro aspecto y es que en los cortos tengo acceso a personajes de más enjundia, puedo hacer protagonistas, eso también influye.

P: Actor, doblador, músico... ¿Qué te queda, quizá dirigir una película?

R: A lo mejor sí me planteo, quizá, dirigir un corto por la experiencia de ponerme al otro lado una vez, pero no, soy demasiado inseguro, demasiado perfeccionista. Tendría que aprender, tendría que equivocarme para hacerlo y me cuesta permitirme equivocarme, creo que me boicotearía a mí mismo, que lo pasaría muy mal. Pero la experiencia de dirigir un corto o/y una obra de teatro sí que no la descarto.

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