“Me masturbo y tengo sexo con mi pareja pensando en otra persona”: ¿Es normal o ya no estás enamorado?

Carmen lleva tres años saliendo con su novio, con quien tiene una relación sana, estable y feliz. Todo iba bien hasta que hace un par de meses conoció a alguien en el trabajo: un chico atractivo y divertido que le excitaba sexualmente.

La joven de 26 años decidió seguir actuando con normalidad. Tenía claro que no iba a pasar nada con su compañero de trabajo, que era solamente una atracción física que ella llevaría en silencio, nadie tenía por qué enterarse. El problema es que esa atracción acabó convirtiéndose en una fantasía que Carmen no puede controlar.

“Llevo un mes masturbándome y teniendo sexo con mi novio pensando en este otro chico”, confiesa, “y me siento muy culpable”. El sexo ha mejorado mucho, explica, “y cuando mi novio me dice que le encanta, por dentro me quiero morir. Siento que es todo mentira, que le estoy poniendo los cuernos mentalmente”.

Esta fantasía es incontrolable para Carmen, y a más tiempo pasa, mayor es el malestar. “No entiendo por qué lo hago y me da miedo cargarme la relación. ¿Por qué me pasa esto?”, se pregunta.

Fantasías con otras personas: ¿carencia o aliciente?

Las fantasías sexuales son muy amplias: hay personas a las que les excita imaginar a su pareja siéndoles infiel, otras desean realizar un trío y algunas piensan en famosos, desconocidos o incluso exparejas mientras mantienen relaciones sexuales.

Si bien ninguna de estas fantasías es mala, los seres humanos tenemos a condenarlas y a sentirnos culpables por culpa de un fenómeno psicológico llamado fusión pensamiento-acción moral. Se trata de la creencia de que un pensamiento moralmente incorrecto es igual de grave que el hecho de llevarlo a la acción. En este caso, creemos que fantasear con una infidelidad es igual de grave que cometer dicha infidelidad.

La fusión pensamiento-acción moral puede dar lugar a dos situaciones:

  1. Imaginamos ciertas condiciones muy específicas para evitar la culpabilidad. Por ejemplo, que tu pareja te ha sido infiel y lo habéis dejado o que ha fallecido y estás rehaciendo tu vida. De esta forma, justificas mentalmente tus fantasías. En otras palabras, te montas una película digna de Netflix para poder disfrutar sin culpa.
  2. Reprimimos nuestras fantasías convirtiéndolas en un tabú. Es decir, nos prohibimos el placer. El problema es que cuando intentamos inhibir nuestros deseos, éstos pueden producir problemas de pareja. El sexo se acaba convirtiendo en algo ansiógeno y la relación se resiente.

No hay nada malo en tener fantasías que involucran a terceras personas. Al fin y al cabo, tus pensamientos son propiedad tuya, y a menudo son incontrolables, al igual que el deseo. Que te atraigan sexualmente otras personas es normal y no significa que quieras menos a tu pareja o que ya no estés enamorado.

¿Pueden ser las fantasías de infidelidad señal de que algo va mal?

Si bien no hay nada malo en fantasear, sí que hay que tener en cuenta ciertas situaciones que son problemáticas:

  • No puedes disfrutar del sexo o de la masturbación sin la fantasía. Si tu placer depende de esa fantasía tan concreta, es posible que haya una pequeña carencia. Háblalo con tu pareja e intentad añadir más creatividad al sexo. También puedes explorar otras fantasías durante la masturbación en solitario.
  • Quieres llevar tu fantasía a la acción. Si tu relación es monógama y estás empezando a valorar la opción de ser infiel, es importante frenar, reevaluar lo que sientes y hablar con tu pareja antes de romper los acuerdos mutuos que habéis construido.
  • Has empezado a tontear con la otra persona. El tonteo puede ser inofensivo siempre y cuando tú y tu pareja lo hayáis establecido así. Recuerda que para muchas personas una infidelidad no es solo sexo. ¿Es tu pareja una de ellas? Habladlo antes de deteriorar la confianza que tanto cuesta construir.

Como ves, todas estas tres situaciones tienen algo en común: para solucionarlas es importante que haya comunicación.

A veces nos da vergüenza admitir nuestras fantasías y también es frecuente sentir miedo a que la otra persona se pueda ofender. La solución no es convertir tu deseo en un tabú. Si realmente quieres a tu pareja y deseas seguir con la relación, debéis tener una conversación seria.

El nombre utilizado en el testimonio es falso para preservar el anonimato de la persona.