Huyo cuando las relaciones se ponen serias: el miedo al compromiso y cómo gestionarlo

  • No es que te guste estar solo, es que te da miedo estar acompañado

  • ¿Cuál es la diferencia entre el miedo al compromiso y la necesidad de independiencia y autonomía?

  • ¿Qué puedo hacer si sé que me da miedo comprometerme pero quiero cambiar?

Cada mes tienes ligue nuevo y el móvil echa humo por la cantidad de gente que hay en tu Tinder. Eso sí, cuando quedas con alguien, las ganas de seguir conociéndoos desaparecen. No es que te guste estar sólo; más bien te da miedo estar acompañado. La intimidad no es lo tuyo, así que evitas a toda costa el compromiso.

¿Te suena de algo todo esto? A Leire sí. Tiene 26 años y un pánico atroz al compromiso, lo cual afecta a su autoestima y bienestar psicológico. No es la única persona con este problema, y por eso hoy vamos a explicar cuál es la diferencia entre el pánico al compromiso y la necesidad de independencia y autonomía. Además, hemos recopilado 5 consejos para gestionar este miedo.

El caso de Leire (26 años):

El caso de Leire (26 años):“Estoy en un momento de mi vida en el que todos mis amigos empiezan a tener relaciones más o menos serias, pero cada vez que yo conozco a alguien me entran muchas ganas de salir corriendo por patas.

Cada mes empiezo a salir con una persona nueva. Normalmente nos conocemos por Tinder. Cuando pasan los días, me dice que quiere algo serio y yo no le pongo el freno. Después me pasa algo raro; una parte de mí quiere abrirse, pero la otra parte tiene mucho miedo de que le hagan daño, de sufrir por amor o de no gustar. Total, que acabo pasando de esa persona y me voy con otra. Es como el juego de la oca.

Lo irónico es que cuando un chico me dice que quiere un rollo de una noche, a mí no me gusta. Es como si necesitase tener a alguien pillado por mí para sentirme completa y feliz.

Es como si necesitase tener a alguien pillado por mí para sentirme completa y feliz.

La gente se piensa que yo soy la mala por hacer esto con los chicos, por usarles y darles esperanzas. Sí, sé que no está bien, pero la que de verdad lo pasa mal soy yo. Estoy perdida en la vida, no sé quién soy y tampoco tengo claro qué quiero. Vamos, que mi autoestima está por los suelos y no sé cómo cambiar eso.”

¿Es normal el miedo al compromiso?

La forma de lidiar con el compromiso cambia mucho no sólo entre diferentes personas, sino también en uno mismo a lo largo de la vida.

Lo más habitual es que durante la adolescencia, que es cuando empezamos a interesarnos por los contactos románticos y sexuales, busquemos una persona con la que comprometernos de por vida: el primer amor. Este tipo de relación suele ser muy intensa, pero poco realista. A medida que maduramos y nuestros intereses divergen de los de nuestra pareja, la relación suele enfriarse y se cae por su propio peso.

Normalmente la ruptura coincide con el paso a la universidad y la palabra “compromiso” nos empieza a generar más urticaria que hacer la croqueta en un campo de ortigas. Es una fase de experimentar, autoconocernos y disfrutar de la recién estrenada independencia propia de los 18 años, y nuestra forma de gestionar las relaciones durante esta etapa determinará cómo afrontamos el compromiso en un futuro.

El tiempo pasa y maduramos (o lo intentamos). En este punto, algunas personas gestionan las relaciones como un simple pasatiempo, utilizándolas para distraerse y no como un medio para autoconocerse mejor. En cambio, otras personas adoptan una perspectiva más adaptativa y o bien se embarcan en relaciones estables, o bien deciden no comprometerse con nadie.

Tomen la decisión que tomen, será sensata y les proporcionará bienestar. Si tienen relaciones estables es porque quieren y no por miedo a estar solos. En cambio, si eligen la soltería es porque están cómodos así, y no por miedo al compromiso. En otras palabras, son personas maduras e independientes.

Independencia vs. Miedo al compromiso

Como hemos visto, una cosa es ser independiente y otra muy distinta es tener pánico al compromiso.

  • Una persona independiente es autosuficiente; no necesita a nadie que le saque las castañas del fuego. Cuando está a solas se siente cómoda. Está a gusto consigo misma. En consecuencia, se cuida física y psicológicamente y no responsabiliza a otras personas de su bienestar. Mola, ¿verdad?
  • En cambio, una persona con miedo al compromiso va saltando de relación en relación. A menudo no tiene muy claro qué es lo que quiere. Eso sí, cuando las cosas se ponen serias y empieza a autodescubrirse, se agobia y huye. No se siente a gusto consigo misma, así que evita la intimidad con los demás. Esto no mola tanto.

Como veis, evitar el compromiso para no afrontar nuestros problemas no es adaptativo. Por eso hemos recopilado varios consejos que pueden ayudarte si quieres superar este miedo y ser más independiente:

  1. Conócete mejor. Dedica tiempo a descubrir tus miedos, inseguridades, fortalezas y todas las circunstancias que te han convertido en quién eres. Da un poco de miedo, pero analizarte a fondo te va a ayudar a entenderte mejor.
  2. Una vez descubras qué es lo que no te gusta de ti mismo, trabájalo. Nuestros defectos (entiéndase por defectos aquellas cosas que de verdad nos perjudican) no se van a ir solos, hay que dedicar tiempo y esfuerzo.
  3. Di “no” a las relaciones puente. Una cosa es tener rollos cada fin de semana porque la soltería te gusta, y otra muy distinta ir saltando de relación en relación para evitar pasar tiempo a solas. A todos nos da miedo sentarnos frente a nuestras inseguridades, pero tarde o temprano hay que hacerlo.
  4. Sé sincero con tus ligues. No tienes que decirle “oye, que no quiero nada serio” a los 5 minutos de conoceros, pero cuando surja la conversación debes sincerarte. Si dejas pasar el tiempo, corres el riesgo de que desarrolle sentimientos afectivos hacia ti, formando un vínculo que no es recíproco. Evita que se haga ilusiones infundadas.
  5. Saca tus castañas del fuego. Tu autoestima, tu bienestar psicológico y tu estabilidad emocional son responsabilidad tuya, no de tus ligues. Si flirteas con una persona, que sea porque te gusta y no para que te suba la moral momentáneamente.

Si esta situación te desborda y no tienes herramientas para gestionarla por tu cuenta, pide ayuda psicológica.